
martes, 26 de agosto de 2008
Miradme con el corazón
Me presento en un trayecto que no alcanza orillas, que se mueve de manera incesante, mientras brillan el Sol y la Luna.
El humo de todo y de nada, adornado con las pasiones artísticas, configuran un pasillo cargado de espejos a ambos lados.
Mudo tonalidades que anulan los aspectos de una batalla en puro trance. No me amarro a ningún quehacer. Con mucha implicación, y con tantas contradicciones como el que más, me libero de trances y de esperanzas que son notarias de una evolución de la que me muestro orgulloso.
Mirad con el corazón, miradme con él, que ahí me encontraréis. Haya paz por doquier. La regalo con mi arte, humilde él y solidario, presto a configurar una sonrisa desde la emoción y la sorpresa. Amando no hay error posible.
El humo de todo y de nada, adornado con las pasiones artísticas, configuran un pasillo cargado de espejos a ambos lados.
Mudo tonalidades que anulan los aspectos de una batalla en puro trance. No me amarro a ningún quehacer. Con mucha implicación, y con tantas contradicciones como el que más, me libero de trances y de esperanzas que son notarias de una evolución de la que me muestro orgulloso.
Mirad con el corazón, miradme con él, que ahí me encontraréis. Haya paz por doquier. La regalo con mi arte, humilde él y solidario, presto a configurar una sonrisa desde la emoción y la sorpresa. Amando no hay error posible.
En torno al mantel
Mesa de estar
Nos sentamos para asumir
los rostros formalizados
con intereses anónimos
que fluctuarán
hasta que seamos
nosotros mismos.
No vemos nada,
pero sabemos
que estamos más cerca
que nunca.
Mantengamos la paz.
Yo pongo la mesa.
Castillo soñado
Me refugio en ti,
en tu cariño,
en tus pensamientos,
que brillan con el fulgor
de una escena
que modera el espacio
que se esparce en tu corazón
y en el mío.
Adelantamos la historia,
o la atrasamos,
que todo parece lo mismo
en manos de Jover.
Te espero
en el castillo,
ya tuyo.
Ternura imparable
Apuntalamos este amor
que es racimo de uvas
que embriagan.
Nos acaloramos
en una noche de pasión
que alimenta.
Nos sentimos
la misma persona,
y lo somos.
Te comento
lo que es un sí
que repara cualquier agravio.
Bisagra universal
Eres el nudo del mundo,
la encrucijada,
la pasión, el adorno,
el mutismo, la espada,
la razón, el sentimiento,
todo cuanto preciso
para ser feliz.
No me abandones.
No te defraudaré.
Hemos aprendido a aprender.
Me tienes:
sabes que te serviré
de apoyo.
Nos sentamos para asumir
los rostros formalizados
con intereses anónimos
que fluctuarán
hasta que seamos
nosotros mismos.
No vemos nada,
pero sabemos
que estamos más cerca
que nunca.
Mantengamos la paz.
Yo pongo la mesa.
Castillo soñado
Me refugio en ti,
en tu cariño,
en tus pensamientos,
que brillan con el fulgor
de una escena
que modera el espacio
que se esparce en tu corazón
y en el mío.
Adelantamos la historia,
o la atrasamos,
que todo parece lo mismo
en manos de Jover.
Te espero
en el castillo,
ya tuyo.
Ternura imparable
Apuntalamos este amor
que es racimo de uvas
que embriagan.
Nos acaloramos
en una noche de pasión
que alimenta.
Nos sentimos
la misma persona,
y lo somos.
Te comento
lo que es un sí
que repara cualquier agravio.
Bisagra universal
Eres el nudo del mundo,
la encrucijada,
la pasión, el adorno,
el mutismo, la espada,
la razón, el sentimiento,
todo cuanto preciso
para ser feliz.
No me abandones.
No te defraudaré.
Hemos aprendido a aprender.
Me tienes:
sabes que te serviré
de apoyo.
Jover sueña, vuela y es feliz
Si a Jover hubiera que definirlo habría que mirar con tranquilidad esta exposición que ahora puedes recorrer espacial y espiritualmente. Su realidad, la de Juanjo, la de su quehacer, es esencia, pero una esencia fragmentada, comprometida con los sueños, con las esperanzas, en esa ficción que es celestial, que se viste de lila, que habla de opciones, que nos indica el tren y la hora a la que lo podemos tomar…
Luego él, Jover, nos deja “a nuestro libre albedrío”, como señala una y otra vez, para que pensemos cada uno lo que creamos menester. Es lo bueno de su arte, de sus cuadros, de sus inspiraciones, de lo que nos cuenta. Nos deja “a nuestro rollo”, a nuestro paso, a nuestro ritmo, nunca estridente.
Cuando miramos una de sus obras, podemos empezar por arriba, por abajo o por uno u otro costado. No hay orden, no a priori, o sí, pero debemos descubrirlo a nuestra manera, como decimos. Nos deja, en una oportunidad más, a nuestra voluntad.
Lo único que exige Juan José García Jover es que seamos nosotros mismos, con valentía, con fuerza, agudizando la experiencia que en cada jornada asoma por la ventana de un sol que ama tanto como a su tierra murciana. Juanjo es excepcional, y, como no podía ser de otro modo, también lo es su creación.
El espejo de la vida
La vida es a menudo un espejo, un espejo que rompemos y recomponemos en función de factores que tienen que ver con el Porvenir, con el azar, con la voluntad, con el esfuerzo, con la ilusión, etc. Jover aquí interviene a su manera y nos muestra una existencia y una naturaleza en ebullición con enormes e ingentes dosis de posibilidades.
Cuando nuestro artista recompone, lo hace extraordinariamente, a su manera, y no siempre ajusta las cosas en su sitio inicial. Así, no amoldándose, no solo rompe estilos sino que trata de enganchar con un destino hermoso e infinito que no siempre es fácil de descifrar. Tiene, en este sentido, una mirada entre perdida y emotivamente mudada en un particular callejón del gato, donde todo es, donde nada se presenta como se espera, donde el juego es tan permanente como estimulante.
Ahora abrimos las puertas, todas las puertas, y también las ventanas, para viajar por unos derroteros de amplitud de miras, las suyas y las nuestras, hoy, con él, con el artista más humano, libres de ataduras. Sed bienvenidos al mundo de los sueños, que son más realidad en esta muestra que en nuestras mayores figuraciones por lugares inhóspitos. Y con él, con el maestro Jover, también volemos y tratemos de ser felices. Juntos hallaremos una nueva fuente de sabiduría y de alegría. ¡Va por vosotros!
Luego él, Jover, nos deja “a nuestro libre albedrío”, como señala una y otra vez, para que pensemos cada uno lo que creamos menester. Es lo bueno de su arte, de sus cuadros, de sus inspiraciones, de lo que nos cuenta. Nos deja “a nuestro rollo”, a nuestro paso, a nuestro ritmo, nunca estridente.
Cuando miramos una de sus obras, podemos empezar por arriba, por abajo o por uno u otro costado. No hay orden, no a priori, o sí, pero debemos descubrirlo a nuestra manera, como decimos. Nos deja, en una oportunidad más, a nuestra voluntad.
Lo único que exige Juan José García Jover es que seamos nosotros mismos, con valentía, con fuerza, agudizando la experiencia que en cada jornada asoma por la ventana de un sol que ama tanto como a su tierra murciana. Juanjo es excepcional, y, como no podía ser de otro modo, también lo es su creación.
El espejo de la vida
La vida es a menudo un espejo, un espejo que rompemos y recomponemos en función de factores que tienen que ver con el Porvenir, con el azar, con la voluntad, con el esfuerzo, con la ilusión, etc. Jover aquí interviene a su manera y nos muestra una existencia y una naturaleza en ebullición con enormes e ingentes dosis de posibilidades.
Cuando nuestro artista recompone, lo hace extraordinariamente, a su manera, y no siempre ajusta las cosas en su sitio inicial. Así, no amoldándose, no solo rompe estilos sino que trata de enganchar con un destino hermoso e infinito que no siempre es fácil de descifrar. Tiene, en este sentido, una mirada entre perdida y emotivamente mudada en un particular callejón del gato, donde todo es, donde nada se presenta como se espera, donde el juego es tan permanente como estimulante.
Ahora abrimos las puertas, todas las puertas, y también las ventanas, para viajar por unos derroteros de amplitud de miras, las suyas y las nuestras, hoy, con él, con el artista más humano, libres de ataduras. Sed bienvenidos al mundo de los sueños, que son más realidad en esta muestra que en nuestras mayores figuraciones por lugares inhóspitos. Y con él, con el maestro Jover, también volemos y tratemos de ser felices. Juntos hallaremos una nueva fuente de sabiduría y de alegría. ¡Va por vosotros!
Etiquetas:
Juan José Garcia Jover,
un personaje
A propósito de la vida y de la memoria
Zapatos rojos y Pasión
Saboreo
las sensaciones
de la primera,
y quizá última noche,
la misma
que me insinuabas
con tus labios afilados.
Todo queda abierto
en la penumbra
de una existencia
que ya no vemos,
mientras algo o alguien
nos ilumina.
Es el momento
de las soledades,
de las profundas caricias
que están por dar.
Es nuestro instante.
…………
No estoy
Hoy no estoy.
Parece que sí,
pero va a ser que no.
No estoy con fuerzas.
Me camuflo.
Espero un milagro
que no aparece.
El espacio me confunde,
como antes hizo
el tiempo.
No estoy para nada.
Me pasa de año en año.
……….
Abrazo
Nos abrazamos
sin vernos,
y eso que nos miramos.
No estamos a la altura
de las circunstancias
que nos ganan
una partida
apenas empezada.
Apretamos fuertemente,
y, por si acaso,
no nos hablamos.
Hoy no es una cuestión
de miedo.
Eso sí:
que nadie dude
de nuestro amor.
………
La puerta está abierta
La puerta se abre.
Está en el campo,
o en ninguna parte,
y se abre.
Es como el todo
en la nada,
en la negación,
en la profunda densidad
de un espacio
que no advertimos.
Todo está por hacer.
Faltan los procedimientos.
……….
La trenza de la vida
Deseo esa trenza
convertida en escalera
para subir al monte
de tus deseos.
El fragor
de la batalla amorosa
me anima a convertirme
en esa mitad
que tantas veces he soñado.
Todo parece
trastocado, inerme,
a mi alrededor,
pero estoy convencido
de que el amor
dará orden
a nuestras vidas
y pondrá música
a nuestro concierto.
…..
La calle del olvido
Es la calle
de un olvido
donde estamos
los renegados
mientras negamos si fuimos
y afirmamos la inexistencia.
Hay un entramado
de vacíos
que nos ahogan
mientras la venganza
de la soledad nos otorga
el galardón
de la impaciencia.
Nos falta el oxígeno
en esta vía
sin simiente ni cosecha.
No sabemos
dónde está esa calle,
no sabemos de su dirección,
no sabemos si seremos
nosotros o ellos.
Lo mejor aquí
es no preguntar.
…..
Equilibrio
Apuntamos
un difícil equilibrio
mientras la lámpara
de la vida
nos atormenta
con sus brillos y sus sombras.
Nos escondemos.
El medio mismo
mimetiza las intenciones,
que cruzan sin barco
en un océano de figuras
que ni se perfilan
ni se ven.
……
……
Fuego
Hoy sale fuego
de ese mundo
que no caracterizamos.
Bulle todo alrededor
mientras nos proponemos
mudanzas,
algunos cambios,
mejorías.
Es la hora del té,
y marchamos a la deriva.
……..
Deseo
Proponemos
algún deseo.
La estructura se tambalea.
El terremoto de la vida
nos descabalga
de los buenos propósitos
cuando es la hora de descansar.
Plegamos pretensiones,
y nos calmamos.
Estamos un poco menos
solos y heridos
de lo que creemos.
…….
Búsqueda
Buscamos en casa,
en la azotea,
y miramos
desde nuestro particular encierro
la escena confiada
que se nos oculta.
No me valen esos trofeos
que encienden la llama
de lo que se extingue.
Apenas quedan reflejos
que nos recuerden
lo que fuimos.
…….
Escondidos
Andamos escondidos
de la memoria,
en un castillo,
en una torre,
plegándonos
ante las sensaciones
que nos hieren.
Nos gustaría subir
algún peldaño más,
pero no es fácil.
Nos escondemos
tras las pieles desgastadas
de la memoria,
que hoy anda sin reflejos.
Apenas percibimos
los tonos de la ilusión,
esos que mantuvieron
las llamas de la querencia.
…..
Geometría
La geometría nos gasta
una mala pasada.
Todo parece estar
en suspensión
cuando en realidad pesamos
en exceso
y nos encallamos.
La esperanza,
pese a todo,
sigue ahí, amor,
en el lila.
…..
Paleta de colores
Me encanta
la paleta de colores,
para poner el guiso,
la tentación,
el discurrir que queramos.
Los remolinos se calman
ante los duendes
que surgen
de la paleta del artista,
que se cruza
con los vaivenes
para corregir
sus baches.
Pondremos una gama
que nos conduzca
hasta ese cielo azulado
que me sugieres
con energías renovadas.
….
El manjar de la vida
Como del manjar
de la vida
al final de un callejón
que nos puso
el escenario
pero no la historia
que se podría contar.
Hoy hemos decidido
apostar con firmeza
por la felicidad,
que, sin duda, existe.
…..
Duende
El duende nos ofrece
la posibilidad de variar,
de ser felices,
de tener un sexto sentido
que nos haga salir
de un mar de dudas.
La voluntad lo es todo
cuando nos sabemos
amar de verdad.
Nos regalan conciertos,
sinfonías,
estructuras mentales
que nos definen
como lo que somos,
como lo que podríamos ser.
El tono lo ponemos nosotros.
…..
Emociones
Me maravillo
cuando observo
desde la atalaya
de tu cuadro
esa perspectiva
que tu aguda intuición
regala a borbotones.
Me emociono,
me distingo,
y me siento más querido,
más amado,
más reconfortado
mientras supero
los errores, las arrugas,
los contratiempos
que nos hacen más humanos
y más fuertes
desde la debilidad.
….
En el tejado
El tejado
se ha convertido
en ese punto de referencia
para ver,
para esconderse,
para decirnos en voz baja
quiénes somos,
lo que queremos,
para hablar
de nuestras posibilidades.
Hemos encontrado
el lugar perfecto
para pregonar
nuestros secretos.
….
Terremoto
Nos topamos
con una suerte de terremoto
que brinda la gracia
de configurar nuevas opciones.
Hemos sido demasiado idénticos
durante un excesivo tiempo.
Ahora todo se desencaja
para encuadrar esas rutas
que nos portarán a la dicha
que tanto necesitamos.
La crisis, como suele suceder,
ha dado paso
a una flamante posibilidad
a modo de cariño.
Cierre en abierto
Sabes que te deseo
todo lo mejor
en ésta y en otras vidas,
y que confío
en que el futuro
sea ese presente
que ahora nos embarga
de sentimientos densos
y de actitudes de amor.
Tengo suerte
de conocerte.
Abonaré
el camino que resta
por andar
en una comunión
tan ideal como idealista.
Saboreo
las sensaciones
de la primera,
y quizá última noche,
la misma
que me insinuabas
con tus labios afilados.
Todo queda abierto
en la penumbra
de una existencia
que ya no vemos,
mientras algo o alguien
nos ilumina.
Es el momento
de las soledades,
de las profundas caricias
que están por dar.
Es nuestro instante.
…………
No estoy
Hoy no estoy.
Parece que sí,
pero va a ser que no.
No estoy con fuerzas.
Me camuflo.
Espero un milagro
que no aparece.
El espacio me confunde,
como antes hizo
el tiempo.
No estoy para nada.
Me pasa de año en año.
……….
Abrazo
Nos abrazamos
sin vernos,
y eso que nos miramos.
No estamos a la altura
de las circunstancias
que nos ganan
una partida
apenas empezada.
Apretamos fuertemente,
y, por si acaso,
no nos hablamos.
Hoy no es una cuestión
de miedo.
Eso sí:
que nadie dude
de nuestro amor.
………
La puerta está abierta
La puerta se abre.
Está en el campo,
o en ninguna parte,
y se abre.
Es como el todo
en la nada,
en la negación,
en la profunda densidad
de un espacio
que no advertimos.
Todo está por hacer.
Faltan los procedimientos.
……….
La trenza de la vida
Deseo esa trenza
convertida en escalera
para subir al monte
de tus deseos.
El fragor
de la batalla amorosa
me anima a convertirme
en esa mitad
que tantas veces he soñado.
Todo parece
trastocado, inerme,
a mi alrededor,
pero estoy convencido
de que el amor
dará orden
a nuestras vidas
y pondrá música
a nuestro concierto.
…..
La calle del olvido
Es la calle
de un olvido
donde estamos
los renegados
mientras negamos si fuimos
y afirmamos la inexistencia.
Hay un entramado
de vacíos
que nos ahogan
mientras la venganza
de la soledad nos otorga
el galardón
de la impaciencia.
Nos falta el oxígeno
en esta vía
sin simiente ni cosecha.
No sabemos
dónde está esa calle,
no sabemos de su dirección,
no sabemos si seremos
nosotros o ellos.
Lo mejor aquí
es no preguntar.
…..
Equilibrio
Apuntamos
un difícil equilibrio
mientras la lámpara
de la vida
nos atormenta
con sus brillos y sus sombras.
Nos escondemos.
El medio mismo
mimetiza las intenciones,
que cruzan sin barco
en un océano de figuras
que ni se perfilan
ni se ven.
……
……
Fuego
Hoy sale fuego
de ese mundo
que no caracterizamos.
Bulle todo alrededor
mientras nos proponemos
mudanzas,
algunos cambios,
mejorías.
Es la hora del té,
y marchamos a la deriva.
……..
Deseo
Proponemos
algún deseo.
La estructura se tambalea.
El terremoto de la vida
nos descabalga
de los buenos propósitos
cuando es la hora de descansar.
Plegamos pretensiones,
y nos calmamos.
Estamos un poco menos
solos y heridos
de lo que creemos.
…….
Búsqueda
Buscamos en casa,
en la azotea,
y miramos
desde nuestro particular encierro
la escena confiada
que se nos oculta.
No me valen esos trofeos
que encienden la llama
de lo que se extingue.
Apenas quedan reflejos
que nos recuerden
lo que fuimos.
…….
Escondidos
Andamos escondidos
de la memoria,
en un castillo,
en una torre,
plegándonos
ante las sensaciones
que nos hieren.
Nos gustaría subir
algún peldaño más,
pero no es fácil.
Nos escondemos
tras las pieles desgastadas
de la memoria,
que hoy anda sin reflejos.
Apenas percibimos
los tonos de la ilusión,
esos que mantuvieron
las llamas de la querencia.
…..
Geometría
La geometría nos gasta
una mala pasada.
Todo parece estar
en suspensión
cuando en realidad pesamos
en exceso
y nos encallamos.
La esperanza,
pese a todo,
sigue ahí, amor,
en el lila.
…..
Paleta de colores
Me encanta
la paleta de colores,
para poner el guiso,
la tentación,
el discurrir que queramos.
Los remolinos se calman
ante los duendes
que surgen
de la paleta del artista,
que se cruza
con los vaivenes
para corregir
sus baches.
Pondremos una gama
que nos conduzca
hasta ese cielo azulado
que me sugieres
con energías renovadas.
….
El manjar de la vida
Como del manjar
de la vida
al final de un callejón
que nos puso
el escenario
pero no la historia
que se podría contar.
Hoy hemos decidido
apostar con firmeza
por la felicidad,
que, sin duda, existe.
…..
Duende
El duende nos ofrece
la posibilidad de variar,
de ser felices,
de tener un sexto sentido
que nos haga salir
de un mar de dudas.
La voluntad lo es todo
cuando nos sabemos
amar de verdad.
Nos regalan conciertos,
sinfonías,
estructuras mentales
que nos definen
como lo que somos,
como lo que podríamos ser.
El tono lo ponemos nosotros.
…..
Emociones
Me maravillo
cuando observo
desde la atalaya
de tu cuadro
esa perspectiva
que tu aguda intuición
regala a borbotones.
Me emociono,
me distingo,
y me siento más querido,
más amado,
más reconfortado
mientras supero
los errores, las arrugas,
los contratiempos
que nos hacen más humanos
y más fuertes
desde la debilidad.
….
En el tejado
El tejado
se ha convertido
en ese punto de referencia
para ver,
para esconderse,
para decirnos en voz baja
quiénes somos,
lo que queremos,
para hablar
de nuestras posibilidades.
Hemos encontrado
el lugar perfecto
para pregonar
nuestros secretos.
….
Terremoto
Nos topamos
con una suerte de terremoto
que brinda la gracia
de configurar nuevas opciones.
Hemos sido demasiado idénticos
durante un excesivo tiempo.
Ahora todo se desencaja
para encuadrar esas rutas
que nos portarán a la dicha
que tanto necesitamos.
La crisis, como suele suceder,
ha dado paso
a una flamante posibilidad
a modo de cariño.
Cierre en abierto
Sabes que te deseo
todo lo mejor
en ésta y en otras vidas,
y que confío
en que el futuro
sea ese presente
que ahora nos embarga
de sentimientos densos
y de actitudes de amor.
Tengo suerte
de conocerte.
Abonaré
el camino que resta
por andar
en una comunión
tan ideal como idealista.
Un soplo de poesía
*En Vuelo
Busco en mi sueño
la verdad
de compartir
mucho amor,
aire y algo más que deseo.
*Un soplo de deseos
Lo sabes:
te traslado paz,
ansío tu felicidad,
quiero que seas tú.
*La transformación
Mudo mis pensamientos,
mis anhelos,
mis devociones,
y busco en los colores
el vuelo de la mariposa
que llevo en mi corazón.
*Contemplación
Mi yo es tu yo,
y en ese juego
de búsqueda
damos con mucha tranquilidad.
*Ilusionada
Pienso en ese todo
que sin definir
nos destaca
el abecedario
de un sentimiento
profundo y eterno
como el océano.
*Girando
Libertad, gracia,
dicha, sorpresa,
y más libertad.
….
No me veo,
no te ves,
nos miramos
con alegría.
…..
Descubro
sin detenerme
que somos
sonrisa
en la placidez.
*En tu regazo
Duermo en la luna,
en la mía,
en la de tus sueños,
que son los míos.
Me reflejo en ti,
y somos uno.
*Duende
Busco tu consejo
mientras huyo
de la realidad
cerrando los ojos
y procurando tenerte.
Eres tú de nuevo.
Busco en mi sueño
la verdad
de compartir
mucho amor,
aire y algo más que deseo.
*Un soplo de deseos
Lo sabes:
te traslado paz,
ansío tu felicidad,
quiero que seas tú.
*La transformación
Mudo mis pensamientos,
mis anhelos,
mis devociones,
y busco en los colores
el vuelo de la mariposa
que llevo en mi corazón.
*Contemplación
Mi yo es tu yo,
y en ese juego
de búsqueda
damos con mucha tranquilidad.
*Ilusionada
Pienso en ese todo
que sin definir
nos destaca
el abecedario
de un sentimiento
profundo y eterno
como el océano.
*Girando
Libertad, gracia,
dicha, sorpresa,
y más libertad.
….
No me veo,
no te ves,
nos miramos
con alegría.
…..
Descubro
sin detenerme
que somos
sonrisa
en la placidez.
*En tu regazo
Duermo en la luna,
en la mía,
en la de tus sueños,
que son los míos.
Me reflejo en ti,
y somos uno.
*Duende
Busco tu consejo
mientras huyo
de la realidad
cerrando los ojos
y procurando tenerte.
Eres tú de nuevo.
Atracción
Comulgamos
con un destino
que sabe a sonrisas dulces
de una eterna
primavera luminosa.
Nos atraemos
en los albores
de un nuevo día.
Nos acercamos
más y más.
con un destino
que sabe a sonrisas dulces
de una eterna
primavera luminosa.
Nos atraemos
en los albores
de un nuevo día.
Nos acercamos
más y más.
El caudal de vida
La riqueza en la escritura se puede contemplar en estos textos, que, no por breves, son menos bellos.
Mira desde abajo, a pie de tierra, desde ese abono que atesora un inmenso caudal de vida. Con su modo de entrelazar el tejido literario nos hace partícipes de emociones en el lugar donde la poesía y la pintura comparten su latido de pasión, de organismo vivo.
Para ello nada mejor que acercarnos y contemplar el conocimiento y la capacidad creativa de este genial escritor, que no sólo construye día a día un importante legado, dotado de magia muy especial, sino que nos regala un bello ejemplo de convivencia en armonía.
En esta muestra hace referencia al mundo de la infancia, ese mundo mágico con horizontes de futuro y esperanza, que son quienes, en definitiva, enriquecen nuestra
Mira desde abajo, a pie de tierra, desde ese abono que atesora un inmenso caudal de vida. Con su modo de entrelazar el tejido literario nos hace partícipes de emociones en el lugar donde la poesía y la pintura comparten su latido de pasión, de organismo vivo.
Para ello nada mejor que acercarnos y contemplar el conocimiento y la capacidad creativa de este genial escritor, que no sólo construye día a día un importante legado, dotado de magia muy especial, sino que nos regala un bello ejemplo de convivencia en armonía.
En esta muestra hace referencia al mundo de la infancia, ese mundo mágico con horizontes de futuro y esperanza, que son quienes, en definitiva, enriquecen nuestra
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Reflexiones sobre la obra de Joaquina
Joaquina por Natalia
Joaquina comenzó en la pintura a muy temprana edad. Muy pronto sorprendió a profesores de su centro educativo con su Don. Hoy día podemos decir que es una gran artista, llena de valores y exquisitos sentimientos que todos vemos reflejados en su pintura. Joaquina recuerda con nostalgia sus principios, asume sus buenos y malos momentos pero sin duda se mantiene firme ante la idea de que a todo su largo recorrrido debe lo que hoy día es y lo que plasma en sus cuadros. Todo cuanto ha vivido lo ha compartido con sus más fieles espectadores a través de sus pintura, desde sus primer concurso de pintura, cuando apenas era una niña y en el que ganó sus primer premio (utensilios de pintura) hasta el resto de sus exposiciones en las que hemos compartido con ella las distintas estapas de su vida. Muy joven comenzó a investigar formas y colores pintando todos los rincones de sus entorno. A través de estos, sus primeros dibujos, empezó a sentirse plena y feliz por lo que hacía y muy pronto sintió el apoyo de no sólo quienes la querían sino también del resto de personas que comenzaban a deleitarse con sus dibujos. Fue entonces cuando comenzó a tener sus primeros encargos, aun recuerda la venta de su primer cuadro, copia de una pintura de un famoso pintor de la época, con él ganó sus primeras quinientas pesetas. Sin duda recuerda aquella como una situación favorable, donde el apoyo de su familia y en especcial el de su madre fue realmente importante para ella. A los 12 años Joaquina entró en la Esculea de Arte y Oficio de Murcia, en la que un gran maestro, Don Francisco Vals, así descrito por ella, fue figura clave en sus vida. Lo describe como una buen hombre que creyó en ella, en sus futuro y en su gran proyección. Debido a ciertas dificultades a los dos años se vió obligada a dejar la escuela, lo cual no supuso que dejara de crear; a menudo acudía a observar a los pintores que se desplazaban con sus caballetes a pintar al natural ciertos lugares de su pueblo, Joaquina pasaba horas y horas observando lo que hacían. Su primera exposición fue en su pueblo, fue un día muy importante para ella, Joaquina deleitó a todos los vecinos de Algezares con su obra. Mas tarde vendría un día importante en la vida de esta pintora. Por circunstancias de la vida coincidió con un crítico de arte al que maravilló su obra. Sin duda esto marcó una antes y un después en su trayectoria. A raiz de este momento Joaquina se consagraba como una importante pintora murciana y sus cuadros comenzaban a viajar de exposición en exposición a varios rincones de la geografía murciana. En esta época la obra de Joaquina estaba dedicada a lugares emblemáticos de la Región de Murcia. Mas tarde vino una época llena de dificultades en la que se vió obligada a pintar por encargo, lo que motivó la creación de cuadros con los que no se sentía nada cómoda, se veía obligada a plasmar lo que sus clientes pedían, anulando por completo su magnífica capacidad de crear. Hoy por hoy podemos decir que Joaquina se siente plena, cómoda, está en un momento en el que crea lo que le apetece y se siente feliz, algo que todos vemos reflejado en sus lienzos. Su inclinación a la infancia ha protagonizado sus últimas exposiciones en la Región y la capital de España. Es ésta su debilidad, un niño para ella es especial, le da vida, Joaquina siente el deseo de dar a través de su pintura la felicidad que a veces los niños no tienen. A pesar de su larga trayectoria Joaquina describe la pintura como un constante proceso de investigación en el que no hay un final descrito. Se describe a sí misma como una aprendiz de los colores, de la técnica... y todo lo que ello conlleva. Siente el deseo de seguir, de aprender y sobre todo siente el deseo de seguir emocionando a quienes felices posan ante sus cuadros y los contemplan con alegría.
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Reflexiones sobre la obra de Joaquina
Colección "Sueños sin estaciones"
Título de la colección: “Sueños sin estaciones”.
Perfil temático:
Se trata de una muestra de unos 20 cuadros donde se refleja el mundo del amor y de los sentimientos desde la óptica de la infancia, de la mirada dichosa e inocente de quienes están por vivir sus mejores momentos, los niños.
Se concibe la exposición como una suerte de miradas a modo de sueños, donde no hay ni tiempo ni espacio, donde todo es un continuo, a guisa de presentación de propuestas y de anhelos. Decimos que no hay estaciones porque no hay etapas, puesto que solo concebimos una, la de los primeros años, que tanto nos marca a nivel de ilusión. Afirmamos, igualmente, que no hay estaciones porque no paramos: pensamos en un conjunto casi espiritual sin posibilidad de fragmentar y de dividir el amor y los óptimos anhelos de paz, de concordia, de entusiasmo, de alegría… No nos detenemos.
Originalidad:
Los cuadros, una veintena, están agrupados por unidades temáticas de fondo, y todos tienen la peculiaridad de entrelazar la pintura con la literatura en forma de poesía. Hay un tronco común, un nexo de unión entre la imagen y la escritura, y se procura que, juntas, evoquen aromas y hasta sonidos en un magnífico complemento vital.
Los autores:
Han realizado esta exposición con el afán de jugar, en el mejor sentido, con la espiritualidad y con los ecos de una infancia que ellos, desde siempre, defienden a capa y espada como la solución al vacío y a los conflictos que puedan surgir en la vida cotidiana. La infancia es el origen, el momento del aprendizaje, y en ella sustentan la convivencia entre elementos hermosos.
Por otro lado, los sentimientos son tan amplios y particulares que seguro que tanto en la pintura como en el plano literario se producirán mutaciones y planteamientos que variarán en la contemplación. El cuadro no será el mismo en función de la hora, del día o de nuestro estado de ánimo. Lo que sí les aseguramos es que no habrá parada: estos sueños, los nuestros, aquí, en este ahora, no tienen estaciones.
Perfil temático:
Se trata de una muestra de unos 20 cuadros donde se refleja el mundo del amor y de los sentimientos desde la óptica de la infancia, de la mirada dichosa e inocente de quienes están por vivir sus mejores momentos, los niños.
Se concibe la exposición como una suerte de miradas a modo de sueños, donde no hay ni tiempo ni espacio, donde todo es un continuo, a guisa de presentación de propuestas y de anhelos. Decimos que no hay estaciones porque no hay etapas, puesto que solo concebimos una, la de los primeros años, que tanto nos marca a nivel de ilusión. Afirmamos, igualmente, que no hay estaciones porque no paramos: pensamos en un conjunto casi espiritual sin posibilidad de fragmentar y de dividir el amor y los óptimos anhelos de paz, de concordia, de entusiasmo, de alegría… No nos detenemos.
Originalidad:
Los cuadros, una veintena, están agrupados por unidades temáticas de fondo, y todos tienen la peculiaridad de entrelazar la pintura con la literatura en forma de poesía. Hay un tronco común, un nexo de unión entre la imagen y la escritura, y se procura que, juntas, evoquen aromas y hasta sonidos en un magnífico complemento vital.
Los autores:
Han realizado esta exposición con el afán de jugar, en el mejor sentido, con la espiritualidad y con los ecos de una infancia que ellos, desde siempre, defienden a capa y espada como la solución al vacío y a los conflictos que puedan surgir en la vida cotidiana. La infancia es el origen, el momento del aprendizaje, y en ella sustentan la convivencia entre elementos hermosos.
Por otro lado, los sentimientos son tan amplios y particulares que seguro que tanto en la pintura como en el plano literario se producirán mutaciones y planteamientos que variarán en la contemplación. El cuadro no será el mismo en función de la hora, del día o de nuestro estado de ánimo. Lo que sí les aseguramos es que no habrá parada: estos sueños, los nuestros, aquí, en este ahora, no tienen estaciones.
Contemplación y deseos
Contemplación
Mi yo es tu yo,
y en ese juego
de búsqueda
damos con mucha tranquilidad.
Siento esta espera
como una quimera musical
en la que todo fragua
para acoplar perfectamente
condiciones y circunstancias,
en un tono constante,
sempiterno, honesto.
Entorno los ojos
para dar
con la quintaesencia
de un lenguaje
que sabe de silencios.
Soy plácidamente feliz.
Estás en alguna parte
de mi complacido corazón.
Mi nave de deseos
Cabalgo por un mar
de golosos deseos
que portan aromas,
sonidos, valores,
sensaciones, azúcares,
dulzura transparente,
y mucho amor.
Surco mares
con gotas de estimas,
de emblemas solidarios,
de entregas totales,
de pasiones…
Me satisface ser
obra frágil
en un viaje eterno
de color azul y rosa,
colmado de bendiciones
que huelen a ti,
aunque no te vea.
Me luzco en este espacio
iluminado con estrellas
fugaces y brillantes
donde tú eres
el todo que percibo,
lo que necesito
para sobrevivir
en esta singladura.
Ésta es mi nave,
tuya ya,
a reventar de deseos.
Sueño con imágenes
de experiencias compartidas
que me prefieren sin obligaciones,
sin rastros de poderes que atraigan,
sin impresiones controvertidas
y polémicas.
Mi mar, este mar,
absorbe planteamientos
de mudanzas melosas
como ese almíbar de la infancia,
en la que todo era inocencia
plantada de verdor y de fantasía.
Mi gozo sería tener dicha suficiente
para regalar felicidad a raudales
a esos últimos que, por transparentes,
nadie ve.
Me dejo llevar por el corazón
mientras el sobre que contiene
las huellas de la vida
te aguarda en cualquier parte
con esperanza,
ésa que visto de azul,
de azul de mar,
de mi color preferido, de ti,
pura amistad en ciernes,
a quien cualquier día pondré rostro.
Dime si sabes algo.
No olvides
que aquí te espero
conformada a pensamientos
que fluyen en mi mente
como si fuéramos
la misma persona,
que quizá así sea.
No somos tan distintos,
créeme,
cuando defendemos
un idéntico grado de libertad
y de respeto en todos los órdenes.
Sabes que, sin conocerte,
te echo de menos.
Cuando nos veamos,
intuiremos
que somos nosotros.
No cabe equivocación
en esta singladura
donde la casualidad
no es tal.
Seducimos el océano.
Sobre él callamos.
Mañana tomaremos
las riendas del destino.
De momento dejamos
que el silencio nos susurre
lo que solo él conoce.
Mi yo es tu yo,
y en ese juego
de búsqueda
damos con mucha tranquilidad.
Siento esta espera
como una quimera musical
en la que todo fragua
para acoplar perfectamente
condiciones y circunstancias,
en un tono constante,
sempiterno, honesto.
Entorno los ojos
para dar
con la quintaesencia
de un lenguaje
que sabe de silencios.
Soy plácidamente feliz.
Estás en alguna parte
de mi complacido corazón.
Mi nave de deseos
Cabalgo por un mar
de golosos deseos
que portan aromas,
sonidos, valores,
sensaciones, azúcares,
dulzura transparente,
y mucho amor.
Surco mares
con gotas de estimas,
de emblemas solidarios,
de entregas totales,
de pasiones…
Me satisface ser
obra frágil
en un viaje eterno
de color azul y rosa,
colmado de bendiciones
que huelen a ti,
aunque no te vea.
Me luzco en este espacio
iluminado con estrellas
fugaces y brillantes
donde tú eres
el todo que percibo,
lo que necesito
para sobrevivir
en esta singladura.
Ésta es mi nave,
tuya ya,
a reventar de deseos.
Sueño con imágenes
de experiencias compartidas
que me prefieren sin obligaciones,
sin rastros de poderes que atraigan,
sin impresiones controvertidas
y polémicas.
Mi mar, este mar,
absorbe planteamientos
de mudanzas melosas
como ese almíbar de la infancia,
en la que todo era inocencia
plantada de verdor y de fantasía.
Mi gozo sería tener dicha suficiente
para regalar felicidad a raudales
a esos últimos que, por transparentes,
nadie ve.
Me dejo llevar por el corazón
mientras el sobre que contiene
las huellas de la vida
te aguarda en cualquier parte
con esperanza,
ésa que visto de azul,
de azul de mar,
de mi color preferido, de ti,
pura amistad en ciernes,
a quien cualquier día pondré rostro.
Dime si sabes algo.
No olvides
que aquí te espero
conformada a pensamientos
que fluyen en mi mente
como si fuéramos
la misma persona,
que quizá así sea.
No somos tan distintos,
créeme,
cuando defendemos
un idéntico grado de libertad
y de respeto en todos los órdenes.
Sabes que, sin conocerte,
te echo de menos.
Cuando nos veamos,
intuiremos
que somos nosotros.
No cabe equivocación
en esta singladura
donde la casualidad
no es tal.
Seducimos el océano.
Sobre él callamos.
Mañana tomaremos
las riendas del destino.
De momento dejamos
que el silencio nos susurre
lo que solo él conoce.
Mi nave de lectura
Busco ese discurso
que me lleva a leer
entre líneas.
Aprendo
desde la voluntad y el ansia
por compartir
una experiencia personal
de cariño.
Cuento mis recuerdos,
que saben a ti,
que te palpan sin verte,
y en ellos me reconozco
como parte de mi presente
que sirve de sustento nutritivo
para un futuro prometedor.
Eres, en mi libro, libertad paciente,
jovialidad inmensa
y un valor universal.
Emprendo viaje
en mi nave de lectura.
que me lleva a leer
entre líneas.
Aprendo
desde la voluntad y el ansia
por compartir
una experiencia personal
de cariño.
Cuento mis recuerdos,
que saben a ti,
que te palpan sin verte,
y en ellos me reconozco
como parte de mi presente
que sirve de sustento nutritivo
para un futuro prometedor.
Eres, en mi libro, libertad paciente,
jovialidad inmensa
y un valor universal.
Emprendo viaje
en mi nave de lectura.
¿Quién es Joaquina Illán?
Joaquina Illán Belando nace en Algezares, una de las poblaciones más bellas del municipio de Murcia. Autodidacta, esta gran artista bebe de distintas fuentes en lo académico, en lo intelectual y, sobre todo, en lo personal. Ya a los seis años de edad nos prometía una gran facilidad en el ámbito pictórico. Ganó su primer premio, lo que le permitió comprar algunos de esos instrumentos, colores y pinturas que más tarde ha dominado con pasión, con talento y con mucha técnica.
Esta pintora refleja como pocos artistas la ternura y el mundo infantil. Ha participado en numerosas exposiciones individuales y colectivas, muchas de ellas con carácter reivindicativo o altruista. En ellas transmite su compromiso con el amor, con la belleza plástica del interior.
Esta pintora refleja como pocos artistas la ternura y el mundo infantil. Ha participado en numerosas exposiciones individuales y colectivas, muchas de ellas con carácter reivindicativo o altruista. En ellas transmite su compromiso con el amor, con la belleza plástica del interior.
Una particular visión del mundo infantil
Las obras combinan pintura y poesía y proyectan su particular visión del mundo infantil
Joaquina Illán expone sus “Sueños sin estaciones”
La pintora Joaquina Illán presenta en el Auditorio una exposición titulada “Sueños sin estaciones”. Se trata de una muestra de 16 cuadros donde se refleja el mundo del amor y de los sentimientos desde la óptica de la infancia, de la mirada dichosa e inocente de quienes están por vivir sus mejores momentos, los niños.
Se concibe la exposición como una suerte de miradas a modo de sueños, donde no hay ni tiempo ni espacio, donde todo es un “continuum”, a guisa de presentación de propuestas y de anhelos. Dicen los autores que no hay estaciones porque, para ellos, no hay etapas, puesto que solo conciben una, la de los primeros años, que tanto nos marca a nivel afectivo, y, por qué no decirlo, de experimentar la ilusión. Afirman, igualmente, que no hay estaciones porque no la vida, subrayan, no se detiene: piensan, con vocación, en un conjunto casi espiritual de la existencia humana sin posibilidad de fragmentar y de dividir el amor, y defienden los óptimos anhelos de paz, de concordia, de entusiasmo, de alegría… Todo fluye, como dirían los antiguos griegos.
Imagen y escritura
Los cuadros están ligados en unidades temáticas de fondo, y todos tienen la peculiaridad de entrelazar la pintura con la literatura en forma de poesía. Hay un tronco común, un nexo de unión entre la imagen y la escritura, y se procura que, juntas, evoquen aromas y hasta sonidos en un magnífico complemento vital.
Han realizado esta exposición con el afán de jugar, en el mejor sentido, con la espiritualidad y con los ecos de una infancia que ellos, desde siempre, defienden a capa y espada como la solución al vacío y a los conflictos que puedan surgir en la vida cotidiana. La infancia es el origen, el momento del aprendizaje, y en ella sustentan la hermosa convivencia.
Por otro lado, los sentimientos son tan amplios y particulares que seguro que tanto en la pintura como en el plano literario se producirán mutaciones y planteamientos que variarán en la contemplación. El cuadro no será el mismo en función de la hora, del día o de nuestro estado de ánimo. Lo que sí les aseguramos es que no habrá parada: estos sueños, aquí y ahora, no tienen estaciones.
Joaquina Illán expone sus “Sueños sin estaciones”
La pintora Joaquina Illán presenta en el Auditorio una exposición titulada “Sueños sin estaciones”. Se trata de una muestra de 16 cuadros donde se refleja el mundo del amor y de los sentimientos desde la óptica de la infancia, de la mirada dichosa e inocente de quienes están por vivir sus mejores momentos, los niños.
Se concibe la exposición como una suerte de miradas a modo de sueños, donde no hay ni tiempo ni espacio, donde todo es un “continuum”, a guisa de presentación de propuestas y de anhelos. Dicen los autores que no hay estaciones porque, para ellos, no hay etapas, puesto que solo conciben una, la de los primeros años, que tanto nos marca a nivel afectivo, y, por qué no decirlo, de experimentar la ilusión. Afirman, igualmente, que no hay estaciones porque no la vida, subrayan, no se detiene: piensan, con vocación, en un conjunto casi espiritual de la existencia humana sin posibilidad de fragmentar y de dividir el amor, y defienden los óptimos anhelos de paz, de concordia, de entusiasmo, de alegría… Todo fluye, como dirían los antiguos griegos.
Imagen y escritura
Los cuadros están ligados en unidades temáticas de fondo, y todos tienen la peculiaridad de entrelazar la pintura con la literatura en forma de poesía. Hay un tronco común, un nexo de unión entre la imagen y la escritura, y se procura que, juntas, evoquen aromas y hasta sonidos en un magnífico complemento vital.
Han realizado esta exposición con el afán de jugar, en el mejor sentido, con la espiritualidad y con los ecos de una infancia que ellos, desde siempre, defienden a capa y espada como la solución al vacío y a los conflictos que puedan surgir en la vida cotidiana. La infancia es el origen, el momento del aprendizaje, y en ella sustentan la hermosa convivencia.
Por otro lado, los sentimientos son tan amplios y particulares que seguro que tanto en la pintura como en el plano literario se producirán mutaciones y planteamientos que variarán en la contemplación. El cuadro no será el mismo en función de la hora, del día o de nuestro estado de ánimo. Lo que sí les aseguramos es que no habrá parada: estos sueños, aquí y ahora, no tienen estaciones.
Sueños sin estaciones
Tienes aquí una muestra de cuadros muy especiales. Lo son para nosotros. Esperamos que también para ti. En ellos se refleja el mundo del amor y de los sentimientos desde la óptica de la infancia, de esa mirada dichosa e inocente de quienes están por vivir sus mejores momentos, los niños y las niñas.
Vas a recorrer una suerte de sueños, donde no hay ni tiempo ni espacio, donde todo es un cúmulo de anhelos buenos. En este universo tan nuestro no hay estaciones, no hay etapas. Solo concebimos, si acaso, una, la de los primeros años, marcada por una tremenda ilusión.
Los cuadros están agrupados en unidades temáticas con un fondo de cariño. Todos entrelazan la pintura con la literatura en forma de poesía. Hay un tronco común, un nexo de unión entre la imagen y la escritura. Se procura que, juntas, evoquen aromas y hasta sonidos en un complemento colorista.
Hemos realizado esta muestra con el afán de jugar, en el mejor sentido, con la espiritualidad y con los ecos de la infancia. Ésta es el origen genuino, el momento del aprendizaje. En ella, sabemos, se sustenta la convivencia de los elementos más hermosos.
Los sentimientos que aquí puedes hallar son tan amplios y particulares que seguro que tanto en la pintura como en el plano literario se producirán mutaciones y planteamientos que variarán en el propio discurrir de la contemplación. El cuadro no será el mismo en función de la hora, del día o de nuestro estado de ánimo.
Les aseguramos que, desde ya, no habrá parada: estos sueños, los nuestros, aquí, en este ahora, no tienen estaciones.
Vas a recorrer una suerte de sueños, donde no hay ni tiempo ni espacio, donde todo es un cúmulo de anhelos buenos. En este universo tan nuestro no hay estaciones, no hay etapas. Solo concebimos, si acaso, una, la de los primeros años, marcada por una tremenda ilusión.
Los cuadros están agrupados en unidades temáticas con un fondo de cariño. Todos entrelazan la pintura con la literatura en forma de poesía. Hay un tronco común, un nexo de unión entre la imagen y la escritura. Se procura que, juntas, evoquen aromas y hasta sonidos en un complemento colorista.
Hemos realizado esta muestra con el afán de jugar, en el mejor sentido, con la espiritualidad y con los ecos de la infancia. Ésta es el origen genuino, el momento del aprendizaje. En ella, sabemos, se sustenta la convivencia de los elementos más hermosos.
Los sentimientos que aquí puedes hallar son tan amplios y particulares que seguro que tanto en la pintura como en el plano literario se producirán mutaciones y planteamientos que variarán en el propio discurrir de la contemplación. El cuadro no será el mismo en función de la hora, del día o de nuestro estado de ánimo.
Les aseguramos que, desde ya, no habrá parada: estos sueños, los nuestros, aquí, en este ahora, no tienen estaciones.
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Reflexiones sobre la obra de Joaquina
Volando en pos de la Humanidad
La humanidad de la Mariposa
Dentro de mi ser
hay un corazón de colores,
de armonía,
de sentimiento, de querencia,
que vuela como una mariposa.
Soy libre,
como ella,
como tú misma.
A la escucha
Escuchos los sonidos
de un mar de emociones,
de un puro susurro
que se enamora de la paz,
buscando calma,
anhelando quietud,
hoy sonriendo,
siendo unidad.
Pintado sin condiciones
*Pinto la libertad
de la Naturaleza,
que sale de mí,
que se enfrasca
en una ilusión verdadera.
Estoy a punto de volar.
*Salen de mi alma
las alas de la inquietud
por lo bueno,
de la sensación más fuerte,
de la verdad más sincera.
Te tengo como cosa mía,
y, así, soy yo por ti.
Mi nave de deseos
Cabalgo por un mar
de golosos deseos
que portan aromas,
sonidos, valores,
sensaciones, azúcares,
dulzura transparente,
y mucho amor.
Surco mares
con gotas de estimas,
de emblemas solidarios,
de entregas totales,
de pasiones…
Me satisface ser
obra frágil
en un viaje eterno
de color azul y rosa,
colmado de bendiciones
que huelen a ti,
aunque no te vea.
Me luzco en esta noche
iluminada con estrellas
fugaces y brillantes
donde tú eres
el todo que percibo,
lo que necesito
para sobrevivir
en esta singladura.
Ésta es mi nave,
tuya ya,
a reventar de deseos.
Dentro de mi ser
hay un corazón de colores,
de armonía,
de sentimiento, de querencia,
que vuela como una mariposa.
Soy libre,
como ella,
como tú misma.
A la escucha
Escuchos los sonidos
de un mar de emociones,
de un puro susurro
que se enamora de la paz,
buscando calma,
anhelando quietud,
hoy sonriendo,
siendo unidad.
Pintado sin condiciones
*Pinto la libertad
de la Naturaleza,
que sale de mí,
que se enfrasca
en una ilusión verdadera.
Estoy a punto de volar.
*Salen de mi alma
las alas de la inquietud
por lo bueno,
de la sensación más fuerte,
de la verdad más sincera.
Te tengo como cosa mía,
y, así, soy yo por ti.
Mi nave de deseos
Cabalgo por un mar
de golosos deseos
que portan aromas,
sonidos, valores,
sensaciones, azúcares,
dulzura transparente,
y mucho amor.
Surco mares
con gotas de estimas,
de emblemas solidarios,
de entregas totales,
de pasiones…
Me satisface ser
obra frágil
en un viaje eterno
de color azul y rosa,
colmado de bendiciones
que huelen a ti,
aunque no te vea.
Me luzco en esta noche
iluminada con estrellas
fugaces y brillantes
donde tú eres
el todo que percibo,
lo que necesito
para sobrevivir
en esta singladura.
Ésta es mi nave,
tuya ya,
a reventar de deseos.
domingo, 17 de agosto de 2008
Selecciones poéticas de mi tiempo
SECCIÓN A
(21 poemas)
I
Tu nombre me sabe
a luz, a deseo perdurable,
a percepción con consecuencias.
Comprometo mi saber
ante tu lógica de celos,
que es aplastante.
No gano la partida:
lo sabía nada más empezar.
Los equívocos parecen tener una columna central,
pero me pierdo en tu victoria,
que me arrastra hacia la nada.
No controlo tu “brillo”
por un terraplén que es “división” sin horizonte.
Nos lanzamos a la emoción,
que gasta los espíritus más trotadores,
como quise pensar que era el mío.
Repaso mis huellas y no te atisbo:
el miedo atenaza mis ansias de cariño,
que son muchas y atropelladas.
Me frustro ante el incordio de tus golpes,
que reflejan un “tic” anónimo e incesante.
Las nimiedades nos quitan lo permisible,
y nos largamos hacia la indiferencia
que todo lo puede.
Es un puro lamento el nuestro,
y seguramente lo sabemos.
La inercia nos conduce de aquí para allá,
pero es normal que no de “frutos”.
Todo me sabe a bondad en ti,
pero estoy solo, siempre solo,
como un “perdido” en una isla
o un incomprendido en Manhattan.
Me arrolla la soledad.
II
Vendo la desazón, la desgana,
a cualquier precio, a precio de saldo,
casi gratis, gratis total,
en caso de duda,
que ya no albergo ninguna.
Me equivoqué en la elección:
lo sabía y lo sé,
pero nada puedo hacer ya.
No quise aprender
por experiencia atrasada o ajena, o externa,
y ahora lloro el atrevimiento.
Fuí un tonto de “capirote”,
un torpe de los de antaño,
un romántico que aún cree en Cupido
y en las flechas y en todo ese “bla, bla, bla”.
La amargura del destierro,
de la muerte con un “soplo”,
se cobra su factura,
y experimento que es alta, muy alta, demasiado
para un cuerpo que llegó derrotado al planeta Tierra.
La turbación arrecia
en estos malos momentos de recuerdo, de olvido y de carestía,
y no sé cómo parar tanto “envite”.
La mancha se extiende,
se prolonga por doquier,
y doblo la espalda por falta de volúmenes.
No sé ya de motivos, ni de razones
para una huida
que no hice cuando debía, cuando tenía tiempo.
Ahora vivo el rubor, la vergüenza,
el desatino del desconcierto,
y me quiero volver a casa, al hogar.
El problema es que no sé dónde está,
y heme aquí vendiendo una desazón,
esta agonía que me lleva como “peregrino”
de viento en viento.
III
Interpongo una denuncia
contra el destino,
por colocarte en mi camino,
por acercarte a mi cuello,
por consentir lo no escrito.
Pido la clemencia divina
que no ha tenido en cuenta
que no soy tan “malo”
como para merecer lo que tengo ahora.
Solicito un poco de cariño, de sexualidad,
una cierta reparación,
una distancia de los “cuernos” del toro,
que viene en busca de sangre y de dolor.
No puedo soportarlo más.
Me ahogo.
Imploro una medida de gracia,
un coste más bajo,
por este error con ingratitud incluida.
Pido paso para huir,
para fugarme sin miedo,
con un poco de dulzura en mi corazón,
ahora con pesar y con carga.
No quiero más necesidad.
Preciso una justa actuación,
y no la tengo.
Me presionas, lo haces, lo has hecho,
lo seguirás haciendo.
Colecciono “desganas” y me olvido.
No tengo nada gratis,
y ahora aún menos.
He perdido la juventud con plaza de vuelta.
Suplico un descanso, una tregua,
un poco de amor y de cercanía:
no quiero apartarme de la doctrina jovial,
de la sensación y del placer.
Ahora mejor no...
IV
Me equivoqué contigo.
Era algo que intuía
desde el inicio
de este encuentro,
de esta relación sin fundamento
que ha producido una “gran mancha”
de aceite diverso
y corrompido.
Erré en la apreciación,
en la reflexión,
en la inter-comunicación,
en la pleitesía.
No pudo ser, no podía ser,
no llegamos a tiempo.
Las prisas de los primeros instantes
nos condujeron
por sendas de pura apatía.
Convenimos que éramos y que somos,
y ahora nos callamos
ante el descaro de la afición
que provoca
la fatalidad más luctuosa.
No estamos, “no estamos bien”.
Hemos complicado nuestras convicciones
desde el primer día
que nos subimos a un barco común,
y ahora nos arrepentimos
sin solución ni sorpresa.
Nos hemos quedado sin ánimo,
y auspiciamos un milagro
que no se producirá.
Nos lamentamos,
pero eso no basta,
nunca es suficiente.
V
Estoy acongojado,
despierto a las cuatro de la mañana,
y a las cinco,
y a las cinco y media, y a las seis.
Está con otro, proyectada en una esfera,
como hiciera conmigo
en la antesala de esta “locura”.
Pago ahora el daño causado
soportando más pesar del que puedo contabilizar.
Estoy solo, pensativo, mareado,
con hambre de paz,
con luces y con sombras
que me esconden de un destino equilibrado.
No creo en nada,
ya no puedo entender nada,
y cabalgo de rama en rama
con pensamientos angostos.
Lloro y descanso,
pero enseguida empiezo de nuevo,
con una y mil batallas
que agudizan el ingenio infernal y desastroso
del que se tortura sabiendo
que lo peor de una desgracia
es haberla merecido.
Mi corazón bate y busca salida,
y mi cuerpo lo frena, lo para en seco,
conocedor del riesgo en esta calentura.
No hay amor,
y, si lo hay, cuestionado está:
se ha podrido en brazos de un tercero,
o de un cuarto,
o de alguien sin escrúpulos,
como yo, querida.
He perdido, he quedado inútil, estéril,
plantado en mitad de “cuatro caminos”
que invitan a la parálisis.
Estoy alucinado, perplejo, atónito,
y busco un confín donde remediar
mi dolor infinito.
Empecé una testaruda locura,
y así me encuentro yo esta noche.
Solicito clemencia.
VI
Me retraso en busca de un “sortilegio”,
que no llega, por cierto.
La consumación me agota:
se ha convertido en un palpitante desasosiego,
en una cristalización de la pena
que crece y crece como la “levadura negra”.
Me quedo atrás,
quizá pensando y esperando una “brevedad” sanadora
a mis males,
que no son concretos y definidos.
Pierdo la emoción y la gracia de los preámbulos,
si es que las tuve en algún momento.
“No merezco la dicha”, me espeto,
y, como un criminal, vivo la “des-dicha”
generada por carencias y por falta de afectos.
No entiendo, no puedo, no tengo energías:
algo se va de mi interior, y no sé qué es,
y ni quisiera acierto a dilucidar
el mecanismo de parada,
“si es que existe”, digo.
No quiero apagar la luz de mi vela agotada,
que es ya sensación inerte.
Las posibilidades son pocas, difusas,
y aguardo para hacer algo,
que no sé qué es.
Me canso, me hastío de esta estrategia conducida
sin fundamento.
No voy ni vengo, ni hago ni “des-hago”.
Comienzo a caminar más lento,
para mejorar mi perspectiva,
mi visión de las cosas,
pero no sirve de nada.
El azar ha dictado su inapelable sentencia,
y, como experimento, no me beneficia
ni lo hará...
Me espero voluntariamente.
VII
Quedo para verte,
después de una larga labor
de preparación,
y no te tengo:
no apareces con un “candelabro” iluminador.
No hay señales de tu caminar,
que es tanto como decir
que no hay de mí mismo.
Me había apasionado mucho contigo,
y ahora pago,
tras un intenso letargo,
esa confianza indebida.
Me avisaron,
pero no quise aprender de experiencia ajena.
Somos, soy, así de “memos”, puros torpes
que pensamos
con un instrumental que ahora no sirve.
La esquina se vuelve más sombría
en esta cita sin compañera.
Quedo a sabiendas del fin y del resultado,
y ahora pido el aplazamiento del recién llegado
que se sorprende para ganar un “reloj” no poseído.
He cerrado una hora, un día, un momento,
la vida eterna,
todo en favor de tu persona,
y ahora no estás, no llegas con tu ardor
y con tus movimientos refrescantes.
Nada será igual
cuando abandone este escenario insensible
que no resiste el choque de unos recuerdos
muertos, inertes, silenciosamente afilados.
No apareces...
VIII
Me “huelo” que me dejas,
pero no lo voy a consentir.
Te irás, sí,
pero te quedarás en mi corazón.
Intentaré que el sabor más agradable
esté dentro de mí.
Tu casa será mi casa,
y mis deseos se confundirán con los tuyos.
No habrá fricciones.
Asumo que las cosas son como distingues,
y así ejecutaré mis acciones,
sin controversia, sin polémica,
gobernándolo todo a tu apetencia,
que también será la mía.
Te esfumas de mi vera,
mas no lo conseguirás enteramente.
Siempre vivirás en mi cuerpo,
de algún modo, de mil formas.
Los sueños no están sujetos a “posesiones”.
No temas por mis actitudes,
que estarán llenas de disciplina.
Acataré tus órdenes, tus marchas,
tus parabienes inútiles.
No te haré daño, no podría,
y lo verás enseguida.
Me barrunto que me abandonas,
que te vas con la musiquilla a otra parte,
y ya no habrá forma de colarse en tu alcoba.
Es absolutamente igual: no importa.
Es tu decisión, tu absurda decisión,
que respeto totalmente.
Te irás corriendo, muy deprisa,
pero me apresuro igualmente por preservarte,
aunque sea en mis sueños, con mis ideales.
Te quedarás, proseguirás.
Andaremos erguidos,
con dignidad, con confianza,
con un “reguero” de respeto.
IX
Grito, casi ladro,
ante la infamia
que se sucede
tras tu marcha
que hiere a mi persona,
tocada ya por la falta
de ánimo y de apoyo.
Suplico
una gran emoción
con gastos de índole diversa.
Aúllo
como un lobo en celo
al que le falta el aire.
Pontificas frente a mí,
ante mi dolor,
ante mis carencias superiores,
y me quitas lo esencial
para vivir con soltura y con equilibrio.
Me presto
a una y a mil sugerencias,
y pido un paso abrillantado, no sumiso,
hacia el Cielo,
que para mí eres tú.
Sueño con un día, con un solo día,
excelente, estupendo, sosegado,
y espero que llegue pronto,
o, sencillamente, que llegue.
Levanto mi plegaria
sin fe, sin convencimiento.
X
Prefiero una experiencia profunda
que no deje las huellas
en el lugar equivocado.
Consiento que la vida es otra cosa,
y estimo que las subjetividades
hay que dejarlas muy de lado.
Las camisetas
que vestimos y que mojamos
distorsionan
las voluntades divinas
que resumen el mayor de los bríos.
No puedo más.
Echo de menos la paz de las alturas
y de los buenos tiempos jóvenes.
Ahora no elucubro como antes:
no tengo tiempo,
y, cuando tengo disposición,
me embarga el pavor,
ese miedo atroz a la tumba,
a lo complicado de una muerte repetida
y poco hábil y sincera.
Me aclaro lo justo, lo necesario
para llegar a donde estimo conveniente.
No me quiero seguir liando,
y por eso opto por callar un rato.
Sé que no daré con la “clave”
para salir de esta infelicidad,
de este letargo criminal.
¡Si estuvieras conmigo!
XI
Llora el día y la noche
con mi alma como pura compañía.
Parto de cero, y nada tengo
en esta lucha sin cuartel.
Me han colado un “gol”:
ha sido la fe que disgusta.
La resaca de la diversión efímera
pasa con un saco sin fondo.
Vivo mutilado:
ya no soy yo.
He despertado a la necedad sin ingenuidad
después de pagar un alto peaje.
No hay estima en mi interior destrozado,
hipotecado por finanzas inabarcables.
Me canso de tanto mirar y de no ver
lo que me conviene.
Lo interesante me desplazó de lo importante,
y el sabor a tópico me hundió
en la miseria y en el fango atronador.
No hay misión en mi tocada y arrancada vida,
no puede haberla sin ti, amor,
que te has ido irremediablemente,
harta también de una cautela sin estrella.
No comprendo los motivos
de esta separación que desgrana mis vísceras
y que no admite el descanso.
Supongo que no he laborado
en pos de un sino compartido,
y ahora no te disfruto.
Lloro, murmuro apreciando lo que no albergo
en mi interior,
y desprecio mi “navegación”,
que nubla el día y lo hace sollozar,
como se apena la noche,
como me derramo yo en tu ausencia.
XII
Reparto cariño y ganancias sabrosas
en una comedia que distrae
con iluminaciones que parecen interesantes:
son importantes de verdad.
Me quemo ante tanta esperanza frustrada.
No voy a gratificarme con una textura ideal,
que bien podrías ser tú.
Te invito a mejorar, a mejorarme yo,
y no te tengo, no tengo nada.
Hago recuento y me doy lástima,
una gran pena por lo que pudo haber sido
y, a pesar de todo, no fue en modo alguno.
Doy, y me quedo en un panal de avispas
que hincan sus aguijones a la espera de una simbología
invitadora del desenlace.
Cotejo lo que poseo, lo que tengo de aquí y de allí,
y concluyo que no hay nada más relevante que tú.
Doy una impresión solidaria,
y dejo que todo sea algo más que una intención:
me quedo sin valedores.
Pierdo la simpatía por momentos,
y me recupero para experimentar un sabor
de vivir sin rabia y con placidez.
El señorío aporta y cuida bases sólidas
que no siempre rescatan el mejor elemento de los demás.
Te siento mía, en mis inspiraciones, en solitario,
sin aguardar nada a cambio.
No es cuestión de algo por algo:
somos seres libres,
y como seres libres hemos de amar.
Regalo mis minutos, mis segundos,
lo poco y lo mucho,
y me quedo fuera de una rueda de emociones
que no aparecen por la mezquindad
de un gentío que atesora riquezas sin pensar
que lo primero para obtener es sembrar.
Aprenderemos.
XIII
Pasa el tiempo
con sones altivos
y con resortes de torpeza supina,
y me quedo solo
en la sala de espera
que inclina los eventos callejeros.
No estás.
Me abofeteas
con tu desdén,
con esa ignorancia que no merezco,
ni creo merecer
en absoluto.
Me has tocado,
y me has tirado con piedra incluida
al fondo de una emoción
que desgana
al más “pintado”.
Repito el tono de un aire
que me despeja y que me resfría al tiempo.
No toco fondo,
pero falta poco, casi nada.
Me sitúas en un lugar de apetencias
con figuraciones impropias y sin calidad.
No “engancho” para seguir adelante.
Lo siento, y mucho,
más de lo que puedo referir.
Me impides ser feliz,
sin saberlo, consintiendo una coyuntura fija
que perpetúa las imposibles consecuciones.
No te tengo, ni quiero, ni puedo,
ni nada de nada.
No estás conmigo,
y no estás porque no conoces,
porque no quieres saberlo,
y lloro la amargura de la impotencia
y de la soledad que nadie tiene en cuenta.
Lo peor es el silencio.
XIV
No quiero fronteras
entre nosotros, en un giro inesperado.
Nos apenamos
por la falta de criterio,
y nos arrancamos
la emoción
con una tragedia repetida
que impone
el cambio de orden
con cosas que no contemplamos “divertidamente”.
No finjo afectos,
y te sigo los pasos que acarician
con el propósito de enmendar
mis muchos errores,
que se repiten
con ordenanzas ciegas
que nos llevan con broma y con soga
y con el cuello sangrante.
Mido mis fuerzas,
y sé que nada queda.
Permanezco con amabilidad
en el frente del viaje incómodo
que recorre
todo el imperfecto conocimiento
de la ignorancia supina
y de la soledad mayúscula.
No estoy con nadie,
ni conmigo mismo,
y triunfo
con aires de preferencia silente.
Te toco, y es mejor que me vaya
en una discreta “callada”,
sin atravesar límites.
XV
No te veo, amor,
no te veo, ni me oriento,
y me siento como un huérfano
en busca de sentimientos, de apego,
de enseñanzas, de comedimiento.
No me aclaro
desde unos pensamientos tocados
por la orfandad,
que todo lo inunda cuando no estás tú.
Respondo con apreciaciones
que interpretan
las caricias que no disfruto.
Hablo con los mejores amigos,
quienes me dan el consejo del descanso,
del puro sosiego
ante tanto descalabro.
No entiendo nada.
Me pregunto por una intención
que apena más que otra cosa.
La verdad se ha mofado de mí,
de mi fe en lo civil,
de mi grato anhelo,
y apenas noto lo que preciso.
No te palpo, amor mío,
y siento que todo se cae
por un precipicio que anula mis ansias despejadas,
que ya no llegan donde deben.
Me hago autor de la nada
y del pleno absoluto y absurdo.
No puedo decir más.
La “costumbre” no tiene sentido
sin ti a mi lado, cariño.
Estoy ciego.
XVI
Negocio con la continuidad
de un ser
que se viene abajo
con premura
y con poca razón.
Me partes en el trance
que averigua
lo que tiene:
ve que es nada.
No te poseo,
no te registro cerca
para experimentar el ambiente
feliz y “entusiástico”
de la nostálgica infancia.
No rezo, no puedo.
La vida me ha dejado en una “cuneta”
en el momento estelar,
y me he perdido el espectáculo.
Lo recto ya no es el camino,
y, quizá, ni hay camino que recorrer.
No contesta nadie.
Es posible que no quede un amigo
al otro lado de la trinchera.
Me pregunto
por una posible tutela que averigue
lo que no es
en un instante de cristales rotos.
No voy a ninguna parte,
no puedo:
me he quedado sin manos
para continuar el combate.
Mi miseria es mía,
y se reproduce
con averiguaciones cuantiosas y desbordantes
que disparan a matar.
No hablo, no expreso,
no cuento lo que me sucede,
que es mucho y no precisamente bueno.
Me regalas una distracción,
pero ni siquiera eso sirve.
XVII
El orden lo pones tú,
que tanto sabes a la hora de elegir.
Me alteras
con tus intenciones endiabladas,
que proponen e indisponen
al más valiente,
que no soy yo.
Me embaucas
con razones en suspenso
que imponen la primera y la última moral,
que calla y que otorga
con errores desgastados.
No te veo,
no como antes,
y persigo un detalle a escala
que otros se apropian.
No soy el mismo de la infancia analfabeta,
ni quiero serlo ante los otros que subsisten
de las verdades acartonadas.
Nos alivian
con resortes de economías
que buscan lo “controlable” en una tómbola.
No tengo ganas de volver
a no empezar,
y te lo digo como lo percibo.
Nos callamos
y ratificamos que podrá ser
cuando en realidad no es.
Te contemplo como una “diva”,
como lo que eres,
y sueño con una “fuga”
que produce más monstruos de los soportables:
la cuenta no sale
ni con la vieja arrugada y sabia.
Comparto pretensiones,
y me quedo solo,
harto de una penuria
y de un profundo temor.
XVIII
Me lleno de una luz
medio simbólica
que refuerza
las ganas de retornar
a vivir, a ser.
No estoy con nadie.
Dedico lo que atesoro,
y también lo que no poseo,
y me divierto lo justo
con imposiciones distanciadas
del camino aconsejable.
No estoy con nadie:
apenas levanto cabeza.
Me conmueves
con tus gustos llamados a filas,
y me complico la “elástica cultura”
con un desastre tras otro.
La “barbarie” impone su silencio
con fortunas de todo tipo y condición.
No gano ni pierdo,
y presumo
que todo tiene un fin,
aunque no sea así.
Gasto lo que no he reunido,
y lloro ante el instante perturbador
que me puede más y más.
No te consigo.
Las complicaciones nos arrebatan
por doquier;
y me interrumpes
con preferencias inquietas.
No te digo menos,
ni más,
ni nada de lo que pueda sentirme orgulloso.
XIX
Eres un desastre,
amiga mía, amor
de mis “entretelas”,
que te colocas donde no deseo.
Te devuelvo
una emoción intensa
que repasa lo que albergamos:
vemos que no ofrecemos nada.
La diosa fortuna nos lleva
por donde más queremos,
y nos ubicamos con “amarras”
que nos liberan lo justo.
Nos quitan y nos ponen
como si todo fuera bien,
y “bien va” con todo lo que cae.
No hablamos de lo que estimamos,
y nos ubicamos con postres
sin primeros platos.
Nos toman a broma,
y en broma arribamos
con los otros, con los mismos,
con los demás,
que nos colocan donde más resaltamos.
No estamos en el “punto”.
Las simulaciones
nos implican con rastros de poder callado.
No hablamos de lo que meditamos:
el interés nos sobra
con pasatiempos creídos desde la pura ignorancia.
Los problemas vienen
con “rapideces” y con anhelos que no entendemos.
Nos sentimos apresados por el atardecer.
¿Saldremos de ésta?
XX
Me molestas
con tu tono,
con tu sencillez y regusto,
con el sabor de esa boca
que amarga
la razón de la sinrazón,
que avanza muy alocadamente.
No hay norte, ni sur,
ni este, ni oeste,
y medito con gastos y con poderes negros
medio rotos, jadeantes.
Nos alegramos
de lo poquito que merece un brindis,
que siempre lleva tu nombre,
o, al menos, eso creo.
Hemos sido en un “destierro”
que altera
el ritmo de los puntos cruciales,
que pueden con aglutinaciones
y con presentaciones
poco caviladas y originales.
Nos arrimamos al lado oculto
de la Luna lunera,
y nos llenamos de gozo
entre sombras
que nos perturban.
Hemos sido unos locos,
y unos “grillados” nos volvemos
con aires y con desganas.
No avanzamos con velocidad:
nos creemos unos perversos de atar.
Nos calman.
Las frases de amor,
además de falsas,
son fanáticas, se hallan muy deterioradas,
y las entiendo supuestas...
¡Ojalá me equivocara!
XXI
No calculamos nada,
y menos cuando tú te fugas
al otro lado de lo más “alzado”.
El frente norte
nos desgana con aguas frías
y nos deja como bobos
en un lago sin peces.
No hay voluntad de mejora,
y lo digo sin rodeos, directamente.
Nos aclaman a gritos
como a vencedores
que simulan
lo que no es.
La vida es interesante hasta cierto punto:
nos quemamos en un tiempo
que prevé unos cuantos lutos.
No hemos conocido a los mejores,
que cristalizan
con vagas intenciones de concordia.
No me quieres,
y lo sé,
y lo demuestras
con planteamientos de rapiña.
No somos los amigos
que se atan
con mentiras de clasificación diversa.
Nos vemos raramente,
y por eso te extraño y no estoy contento.
Todo y nada:
miramos sin estabilidad.
Soy pequeño.
SECCIÓN B
(21 poemas)
I
No hemos concluido
nada valioso
en este trabajo
de primaveras
poco reales.
Nos hemos “enfrascado”
en diversificar
los aspectos secantes
de la hierba
que se muere
en el otro lado verde
de la esperanza.
No han oído:
nos han dictado
unas resoluciones enmarañadas
que son “sentencias”
poco sobresalientes.
No me enfado,
ni soy,
ni digo
lo que siento.
No es perceptible el interés,
que se esconde,
que se apaga y enmudece.
Tomo un poco de café.
Deletreo.
II
Eres mi “gozo”,
mi calor de primavera,
mi entrega absoluta
a la Naturaleza
que tanto amo.
Suplico tu querencia,
tu empatía,
tu atención grasa;
y, en tu debilidad florida,
me veo yo también.
Sonríes especialmente,
quizá como todas,
es decir, como nadie reseñable.
Me ofreces sin rodeos
la garantía de una plácida administración
equilibrada y dócil.
No miras más allá:
disfrutas con el eco orgulloso
de tus pasos vacilantes.
No careces de tesón,
ni para ser tú misma
en la ingrata adversidad controvertida
de lo cotidiano.
Aplaudo tu ejemplo “innominado”
que, por sencillo,
nunca será fugaz.
Me deleitas.
III
No puedo consentir pacíficamente
que te marchites,
que no florezcas.
Albergas demasiado
en tu interior sollozante
para que yo asista
impasible y quedo
al duelo de tu entrega precipitada.
Sustituiré el negro hundido
por el blanco níveo
de tus dientes afilados,
prestos a la felicidad
cuando tú lo consientas.
Sé, lo sé,
pero tu conoces más los rincones ignotos
del corazón herido.
No dejaré que aceptes
el súbito cortejo
de la desgana equivocada
de persona, de ciudadana,
de lugar, de tiempo
y de compañía.
He mirado donde nadie:
he visto un donaire, una fruta
sin parangón.
Conservarte es más que un reto:
es mi necesidad imperiosa.
IV
Me has ganado
con una fuerza
que resalta un semblante terrorífico.
Me he quedado
como un “mediador”
que resume
los esfuerzos
de los que oprimen
a los otros, “bonitos ellos”.
Nadie nos dirige
con reservas estipuladas
y con las cuestiones claras.
Nos llaman
la atención
con un determinante cariño
que es indicativo y elevador
de la avaricia
que rompe
el saco
de la gran emoción.
Nos cubren
la vida
con muertos, a millones.
Me has conseguido
porque, indudablemente, eres tú.
V
Se han bebido tu esperanza y tus virtudes
sin ningún escrúpulo,
y has quedado medio vacía
en una orilla de la senda, sin olas.
Te has negado a regresar,
y ahora pagas la amarga “letra”.
Se han cebado en tus agallas rojas,
quizá porque eras un modelo imperecedero
a seguir,
puede que por ese enfrentamiento sin vacilación
que has protagonizado
cuando "te ha venido en gana".
“Has fallado”,
gritan los magos de la “diosa”
comprada con regalos
sin contenido,
y muerdes la inquietud
de la retirada cansada.
Tu "máquina de guerra" polucionada
no ha servido
frente a los monstruos de la ignominia:
al menos, eso parece.
Ellos no saben,
como tú tampoco te implicas,
que únicamente te repliegas por unos instantes pasajeros.
Sin apenas pensarlo,
mañana, a lo más pasado,
volverás a ser tú misma:
una persona sin tapujos
y dispuesta a superar
las adversidades.
Tu convencimiento nos contagia.
VI
Se me abren de golpe
las carnes bondadosas
ante tu mirada persistente.
Eres y no eres,
y, en el tránsito veloz,
soy yo quien no es.
Me ofreces sensatez,
cordura, amistad,
puro cariño,
y sollozo
por mi acomplejada forma
de ver la vida.
Mancillo mi honor,
mi devoción
a la libertad, al ser humano.
No siento,
aunque amo y estimo,
porque no soy capaz de compartir
una perspectiva menos pobre y caduca
y un poco más universal.
Lo cierto se diluye,
y pido el favor
de otra ocasión
en que sepa “introducir” tu comprensión
y tu mirada ausente
de esta dimensión cuadriculada
que me esconde.
Me ganas:
estoy con la boca abierta.
Me has sorprendido:
he cruzado la llanura.
VII
Las miradas perdidas y criminales
lo dicen todo,
casi todo.
Nos aguardan
en el lado más agrio y aciago
de una “intrahistoria”
que se estropea
en las interminables esperas
que cuestionan
las posibilidades descoloridas
de unos hombres y de unas mujeres,
de unos “matices” venidos a menos.
No hay creencias de estrías cimentadas
que sirvan
en unos contextos
de odios y de hambre.
No podemos estar una vez más
así,de esta guisa atroz, despavorida,
durante más tiempo.
Nos fundimos al máximo, a tope.
VIII
Las opciones de propina
se cierran con llave
en un mundo sinuoso y con meandros
que está colmatado
de vagabundos, de aniquilados.
No somos los gigantes
en una era anunciada y seudo-divina
que predica
sin ejemplos anchos y comprensibles.
Nos vociferan,
nos ponen
en un “pozo” que es gozo,
y nos asaltan
con maldiciones esculpidas por escorpiones
de todo orden y caos.
No estamos:
¿para qué?
IX
Hemos agotado
la paciencia recurrente
de los más recordados,
de todos aquellos
que se han encontrado
con los nervios imparables
de los menos,
de los más,
de los que intuyen
casi todo
lo que proviene
de un sitio delicado.
Nos cambian
la moral descansada de antemano
con una sumisión
poco honesta.
No hemos estado
a la altura
de las pocas circunstancias
que ajustan y cuantifican
la inmoralidad.
Me acojo
a otra enmienda salvadora.
X
Nos distraen
con esperanzas fútiles
que vencen
al final de un mes breve
que no llega, que no paladeamos.
Nos atacan,
nos desmenuzan
en mil pedazos frágiles
que recogen
las cosechas sin naranjas
de otros,
que no están...
Nos dicen que es,
que podrá ser incluso,
y nos hacen escupir
al lado más digno de un cáliz.
Nos hallamos fatigados en esta promiscuidad,
y bastante hartos.
No somos.
Vivimos dispersos,
fragmentados, huidizos.
XI
Finalizamos
como empezamos,
dando y quitando
las destrezas
a un mundo
que se corta y se destruye
por lo más “insano”.
Nos llaman a la provocación
con pronósticos e invenciones
que se reservan
con lentejas pasadas
y reclamaciones
por y para un orden
que no tocamos.
Nos cuestionan
lo mejor y lo peor.
No llegamos a tiempo
como antes...
Supongo que no importa:
nadie parece preocuparse.
Tengo ansias de acabar.
XII
Nos hacen prisioneros
de sus estatuas de sal.
No somos capaces
de superar las cicatrices endiabladas
de las taquillas millonarias,
y con dificultad vemos
las historias verdaderas
que recorren cientos de kilómetros
para llegar
hasta nosotros.
Podrías ser un “buque insignia”,
una representación
de la bondad que llevamos dentro,
pero no,
no sales en las cuentas sustanciosas,
y eso, al parecer, no satisface a los “gurús”.
Nos situamos
entre las cenizas y el dolor,
y no sacamos provecho
a lo máximo y a lo mínimo.
No hemos dado con la balanza fiel:
en verdad, hemos perdido la moneda básica.
El hechizo del pudor,
la magia poderosa,
es posible,
a pesar de todo.
Tú y tu empeño
aparecéis por todas partes,
despacio, quizá muy despacio,
pero os acercáis a la esencia.
Somos rehenes.
XIII
No te oteo
en tu mar apacible:
susurro al oído
de los “dioses”
que te ayuden un poco más.
No mereces un trance
de debilidad
en esa ubicación instalada
entre fisuras opuestas.
No te busco.
Llevas el arma del olvido;
y los extraños
arrastran todo el "desierto"
de un mundo deleznable.
Nos hacen fatigarnos
con sus comentarios:
a ti, a mí,
a los que creemos
en la tolerancia,
en un destino universal y común.
Han golpeado muy fuerte,
han horadado el casco de la nave;
y ahora haces agua por millones de puntos.
Me alegraba de tus triunfos siderales
frente a la adversidad.
Ahora derramo lágrimas por el incendio
que devasta tu interior.
Espero que lo superes:
por ti y por mí.
XIV
Lo bueno anhelado
y lo malo detestable
está
en manos
de un dios mayor y violento
que busca
a sus hijos “bastardos”
todos los días
de un año lejano.
Nos obligan, nos impelen
con acuerdos anónimos
que no convienen.
No estamos
para alcanzar
en la tranquilidad
de las alturas milenarias y gélidas.
Los hechos consuetudinarios
nos derrotan
con una fantasía amable y “creíble”
que resiste y se amuralla
como puede.
No somos:
estamos descarnados
y rodeados de inmundicia.
XV
Preferimos
ver
la “derrota” suprema
en ojos ajenos, atrapados, inhóspitos
e inertes.
Nos hacen sucumbir
ante las miradas
de los más flojos, de los últimos, de los pobres.
Nos llaman,
nos comentan,
nos acallan,
nos rompen el núcleo
y los sentidos
con gracias y “chismes”
que disparan
un día y otro, sin cesar.
No estamos preparados
para dar
el gran “salto”.
Elegimos la cobardía.
XVI
Hemos aprendido
de manos ajenas y externas,
y a destiempo.
Hemos interpretado
que todo tiene
una razón
de ser, un motivo secreto
que se aconseja
con esperas
que maldicen
nuestros nombres
con volúmenes
que nos controlan
de cualquier guisa, con botones elevados.
No estamos listos
para coincidir
en concordia y armonía.
No somos humanos:
nos puede lo más horrendo.
XVII
Las vicisitudes
nos entrampan y nos amordazan
de cualquier manera.
No llegamos
a asimilar y a deglutir
los aspectos
menos legales,
y lo decimos,
y lo sabemos,
y lo repetimos
hasta la saciedad malsana y pomposa.
Se abren
las puertas
con miradas ladronas, ocultas.
No llegamos a vislumbrar
lo que acontece
por un espacio agrietado
y de compromisos
solidarios inventados.
No puede ser,
ni podrá ser.
Las cosas se averiguan
muy mal.
XVIII
Hemos estirado
la piel
de los buenos,
que caen
callados
en el lado menos poblado:
todo está seco.
Las vertientes
nos cortan
en una mañana fría
de invierno
sin nadie
a quien acudir:
no hay ayuda.
Los miedos
son libres, arbitrarios,
y nos vencen.
La lucha es apretada.
Nos agregamos
para rivalizar a tope.
XIX
Me quedo “perplejo”
ante lo que se aventura.
El ánimo cruje
desde la distancia barroca
e inaccesible.
No veo a mis amigos,
no los reconozco.
Apareces con ese brillo
tan especial,
aportando un estremecimiento
de maravillas
sin catalogar hasta ahora.
No advierten lo que ocurre.
Eres Luna de noche,
Sol de la mañana,
bruma acogedora,
tejido al viento en los entreactos.
No sabemos disfrutar
de las figuras sensibles.
Prestamos atención a adaptaciones
no naturales,
y nos apartamos
de “tus” escenas específicas y sencillas,
que narran
como debe ser el sistema social
verdaderamente "humano".
Sin personas como tú,
con tus distingos e idiosincrasias,
con tus apartados y separaciones del canon doctrinario,
estaríamos en vías de extinción.
A lo mejor es así.
XX
Me pierdo
en este enamoramiento agazapado y remoto,
fruto de la “defenestrada” magia.
Me complazco
con tu mirada galáctica
que brinda
al sol
de la película de nuestras experiencias.
Me deleitas
con tus inteligentes travesuras,
por tu voluntaria apertura
a los últimos,
por tu profesional maestría.
No hay imponderables
en tus movimientos.
Eres una, cinco, mil, ninguna.
Demuestras
la multiplicación de las dosis
de cariño y de afinidad;
y haces plenamente felices
a los que tienen mucho más que tú.
Marcas el ritmo limpiamente destacado
entre olas batientes
que componen las melodías
que sucumben
a tu nombre anónimo y fundamental.
Sueño contigo
porque prometes y cumples.
Me has vestido de sensaciones palpitantes,
y me recreo enormemente con tu humor,
que siempre supera
la salvaje naturaleza de las cosas.
No puedo hacer nada:
me pierdo.
XXI
Descorchas mi corazón
con compromisos
que nadie te ha solicitado abiertamente.
Eres original
en tu factura,
en tu asistencia ingeniosa
y fructífera.
Amansas mis criterios pétreos
y aderezas cualquier amago
de rutina sin valentía.
Acudes a mis gestos favoritos
y me das todo, más, “eso”.
Razonas
con la bondad y desde la solidaridad
frente al necesitado
como única bandera.
Concluyes lo que no tiene fin
y emprendes de verdad
lo que interesa en el fondo
y en la forma mudada de “sino”.
Amo tus consignas no escritas,
tus temores derrotados
desde la inocencia divina,
y sobrepaso con los ojos en lágrimas
lo que pudo haber sido un largo letargo
sin tu participación.
Liberas mi alma,
y soy joven a tu lado,
porque miras con el azul limpio
de un día en las tierras del Sur.
Me amamantas.
SECCIÓN C
(6 poemas)
I
Entronco con tu humor:
sí, te entiendo.
Miro tu carta sollozante
y me entrego a tu causa.
“No eres, no llegas”,
te dicen, te apuntas,
y me confundes también a mí.
La vida es comunión
y diferencia,
pero hasta lo más fácil de entender
se quiebra
con meditados análisis cronológicos
preñados de complejidad.
Te ato a mi discurrir,
con todo,
con las “gracias” por conocerte;
y me condeno
a tus ausencias de actos cotidianos.
No te veo igual
que a las demás:
eres mucho más que una marca o un porcentaje.
Algo sabes.
II
Intuyo que eres mía,
como el aire,
como el cielo azul de la infancia
infinita y revoltosa
que se recuerda
con melancolía amarga y dulce.
Eres parte de mí,
y por eso yo me entrego a tu ser
sin premisas, sin baluartes,
como soy,
intentando incluso presentarme
como mejor “persona”.
Me has conquistado raudamente
con tus limitaciones,
o quizá gracias a ellas.
He descubierto nuevamente
que eres más de lo que se ve,
algo que no puedo glosar
de todo el mundo societario.
Te amo por tu inteligencia febril,
por tus “garras”,
por ese compás de enseñanza
que invita
al sosiego, a la plácida calma
del agua de esa Huerta
que te vio desarrollarte.
Eres fuerte en tu fragilidad,
y, claro, me cautivas.
III
Hoy no superas
el aire,
y respiras con dificultad.
Necesitas ayuda divina,
y, aún así, tratas de confortarte
con tu mirada de presa.
Viajas
con tu imaginación desbordante
y jamás herida,
y mascullas algo
que nadie entiende,
excepto tú.
No, no vences hoy.
La fragilidad se apodera
de tus huellas, de esas pisadas profundas,
y caes
en las redes del intento negado.
No te preocupes, corazón,
que lo mío es tuyo,
que hago “propio” tu carril.
Si vas lenta,
atemperaré el paso,
o te llevaré en brazos.
No te dejaré sola,
porque yo también lo estaría.
Además, con tu cordura
silente y sonrojada,
yo te necesito mucho más.
El aire está muy cargado,
y yo más fuerte que nunca
por y para ti.
IV
Agradezco tu paciencia.
Has sido una guía
con tus gratas diferencias "posibles":
me has hecho ver
que yo soy el menos normal.
Te he tocado la dermis
y he percibido el rubor
proveniente de la incomprensión
ahora superada.
Te doy las gracias infinitas, impagables,
por tu prudencia.
Me has observado
con tus agudos ojos morunos
y me has infundido un ánimo
que jamás habría tenido en soledad.
La concesión
ha derivado en plena potencia
para abrazar efusivamente
los sentimientos y las experiencias
de un prójimo
que verdaderamente está cerca.
Eres tú, así, una más,
sin complejos,
con brisas y tormentas;
y yo ya te entiendo
como parte de una Naturaleza
de iguales.
Te debo tanto:
estoy confortablemente empeñado.
V
Fracaso, caigo,
me desdigo:
no puedo más
en esta persecución trágica
con perros hambrientos y voraces
y con una sed adeudada.
Mi espíritu se vierte
al vacío
y me encomiendo
a la negación ingente y creciente
para que agote mi sudor sin calma
lo antes posible.
Se va todo:
la felicidad, la creencia ingenua,
la suerte, la compañía,
la dulzura de la estampa amarilla.
Quedo solo,
mareado, insomne,
presto a la callada.
No hay, no hay furor
en este velatorio de jóvenes.
La puerta se ha cerrado,
y las siete llaves
han caído a la sima de un mar muerto.
No te poseo, no me tienes,
y, mientras me entierro
en esta lidia que atraviesa
mi alma desvencijada,
pido a Dios
otro rayo de esperanza,
sobre todo para no dejar este “testigo” no fluido
a aquellos que vengan en un futuro
a esta arena ardiente.
Ahora sí que te necesito.
V
Como de tu ser,
que me alimenta
con su energía infatigable.
Consumo la fe
que da existencia
con flores de algodón rosado.
Eres la infancia, la mía,
y la visión panorámica de los años.
Conservas
la inocencia del niño perdido
que no desea interiorizar
los vicios o los propios cambios.
No llegas,
ni deseas llegar al nivel
de los adultos,
aunque estás en situación
de decir un “parecer” que no es voluble.
Brindas tesón y rabia contenida
en la botella del diablo
que te apartó del "mundanal ruido".
Ahora admiras
desde el reflejo de una ventana
que podría ser condena,
pero no lo es.
Has superado la cuarentena
de la vida sospechosa,
y respondes con aquello no recibido
de la sociedad corredora
y beligerante.
Eres feliz, en estos momentos sí,
después de la ácida amargura,
y por eso te haces querer, o lo intentas.
Aglutinas e insuflas un valor
que la mayoría no conservamos.
Gracias por tu amor
sin mareos ni dobles intenciones.
Estoy en un “entrenamiento”
tenaz y con suerte.
SECCIÓN D
(14 poemas)
I
Me has vendido una caricia,
y la he comprado como si fuera una “flor”.
Me has regalado un ramillete de deseos,
y he sentido la paz de los humildes.
Me has colocado en la mejor mesa de tu casa,
y he experimentado la “presión”
de los que viven como si la fortuna no parara
de tocar a la puerta que nadie palpa.
Me has alimentado con tu visión sin sospechas
y he cortado de raíz
el ridículo que antes sufría.
Me has otorgado el beneficio de la duda,
y ahora me pasas el paño húmedo
que no disfrutaba anteriormente.
No resisto los esfuerzos que no sirven para nada.
Me siento pleno, superado por una calma
que conservaré a toda costa.
Las invitaciones se han quedado cortas
entre tanto pasatiempo
que no corrige la palabra, el sostén,
pero ahora has venido tú a mi vida,
y soy el duende de la suerte con tu nombre
grabado a fuego y pasión.
Hablo de ti, y no me canso.
Me has entregado el curso mejor de la “estantería”.
Los aprendizajes me han llevado de sitio en sitio
con paradas no siempre comprensibles.
Ahora soy yo quien dirige mi vida,
sujeta a la tuya voluntariamente.
Me has dicho que eres mía,
me has vendido tu arte, tu rúbrica, tu firma,
y, desde este instante, te pertenezco
más de lo que podría sospechar o soñar.
He comprado.
II
Mañana nos veremos,
y nos diremos cosas lindas, extraordinarias;
y avanzaremos en una relación estrecha
y profunda
que agudizará el ingenio y el placer.
Nos diremos sin rodeos
cómo y cuánto nos amamos,
y nos dirigiremos
hacia la voluntad de un misticismo
que es la entrega total y absoluta.
Mañana te buscaré
como un animal en celo,
como un bárbaro en pro de una luna de miel,
como un enamorado que sólo ve por tus ojos.
Seré fiel a ti, a mi devoción,
a mi ideal de belleza que eres tú.
Esperaré a mañana, con parsimonia y gratitud,
para regocijarme un poco más
en este espejo que aumenta la pasión
hasta límites de éxtasis.
La hermosura de esta cita será tan especial
que me sentiré el más afortunado y adulado
del universo conocido y por conocer.
“Será mañana”, me digo, y me repito.
Todas mis afecciones han tenido cura
gracias a tu intercesión docente y paciente.
Mañana será todo aún mejor,
si es que esta “fantasía” es factible.
Nos veremos mañana, mañana mismo,
y todas las mañanas, amor mío.
III
Me has llenado de fragancia,
de ansias por vivir,
y me has bañado de colores.
La existencia ya no tiene un sentido:
tiene cientos, con multitud de variables
y de matices altos, medios y bajos.
Me has colmado de una dicha inmerecida
que me hace afrontar cada día
con más tiento y con mucha más energía.
Eres mi estrella, mi guía,
en este contexto de prisas
que no conducen a parte alguna.
Como pensando en ti,
rezo por ti,
me muevo con tu imagen en mi retina
y en mi cerebro...
Mi entorno ha sumado con tus risas,
con tus términos, con esos tonos amables
que tan bien manifiestas.
Soy el más afortunado de los hombres,
y sabes que no escatimo esfuerzos
para expresarte lo que pienso.
Eres mi lucero del alba,
y de la noche, y de todas y cada una
de las horas maravillosas que saben a ti.
Me has hecho olvidar los prejuicios
y me has introducido en un país
de espejos e imágenes que derrochan
el mejor humor del mundo.
Dedico mis instantes a tu ser irrepetible,
porque te has metido en el mío,
y, de este modo, somos uno, el todo,
el arco iris recién inventado.
Me has colmado de perfume,
y camino como embriagado.
¡Quiero seguir oloroso
y sumamente borracho!
IV
Eres el “rayo de luz” de esta mañana,
mi amor, mi querencia suprema,
mi completado círculo,
aquella experiencia adolescente concluida.
Eres mi color azul favorito,
mi cama confortable,
mi almohada suave, mi punto de apoyo.
Intento ser lo mismo para ti,
y deseo una comunión tal
que no haya distingos ni direcciones enfrentadas
en nuestro renovado encuentro.
Te cito y te beso con fruición hasta en sueños,
y amo cualquier rincón perseguido
y cada escenario en el que estamos corregidamente juntos.
Los ciclos son básicos con tu foto al lado.
Te has convertido en mi “fetiche”,
en mi broma gozosa ante lo serio,
en lo seriamente necesario.
No quiero prescindir de ti,
ni debo, ni puedo, cariño.
El trampolín de cada día sabe a la cereza fresca
de tus labios, a la sintonía perfecta de tu voz,
a tu recuerdo indeleble.
Te amo sin justificación alguna, sin tacha,
sin consideración ni motivo.
Eres mi persona sin cabos sueltos y te seguiré
hasta el final del mundo y de mis días,
sea en el orden que sea.
V
Me sustento en tu dignidad hábil,
que expandes
con la voluntad y con el color
que moviliza casi todo.
Me sumo a tu carro alado y en acción,
que preconiza la atención celestial en el atardecer.
No hay esfuerzo vano.
Me siento repleto de entereza, como presa,
con la mejor “calidad”.
No paro de acechar por un lado y por otro,
y muestro el rostro de mi sentido inquieto y penetrante,
que es mucho y bueno gracias a ti.
Te siento dentro de mí,
y yo estoy dentro de tu vientre,
porque mi mayor anhelo es tu felicidad insuperable,
que hago mía, que participo con tus ansias de avanzar.
Es posible convertirse en una buena persona,
a pesar de los obstáculos;
es posible proseguir el camino en paz;
es posible todo
en esta “faz” de complejos y de tropiezos
más o menos consentidos.
Todo es realizable con gentes como tú a mi lado.
Mi presente no sería el mismo sin tu cercanía,
sin tu consejo, sin tu ejemplo y sin tu recorrido modélico.
Sé que mi futuro será, y será honesto,
porque estarás a mi vera,
porque procuraré tu bienestar y lucharé para que así sea.
Tu silueta es viva,
y me curvo a proa.
Albergas grutas en tus entrañas
que quisiera visitar
y hasta habitar.
Eres una obra maestra.
VI
Te quiero, amor mío;
y te ensalzo con sabor a miel.
Te siento, ave infinita,
y te reconozco el afán indestructible
de mi vida,
que es tuya para siempre,
pase lo que pase.
Miro hacia tus ojos brillantes y “picaruelos”,
y reconozco en mí
un puro deseo de ser escolta
de tus huellas y “meneos”.
No soy el gran “Don Juan”,
ni lo pretendo ser.
Hablo y encuentro en tus brazos
el calor de la pubertad huida.
Me conmuevo.
“Engullo” todo lo que eres,
lo que serás,
todo el influjo de la grata ilusión
que me lleva de un sitio para otro.
Siento que las cosas
cambien de rumbo
a la primera de cambio.
Lo confirmo por la experiencia,
pero no voy a consentir
que la maldad impere en mis sentimientos.
Te he encontrado
por suerte, por gracia superior,
por lo que sea,
y no te voy a dejar ir sin “bregar” por ti.
Te amo, te estimo, te quiero,
te consumo, te experimento,
te sueño, te altero, te palpo,
te entrego todo lo que soy,
y por eso soy “pleno”.
VII
Me he ido corriendo
a buscarte.
Sé que mi problema
no es nada,
pero necesito que me lo repitas.
Gano, soy pura victoria en tu amistad
sin “barullos”:
me ofrece una salud cercana
con ideas desinteresadas y aguerridas.
Los diablos cornudos
me persiguen con su odio para distanciarme.
Te amo
con la sencillez y con la naturalidad
del campesino, del labrador,
que localiza en los ojos verdes y cambiantes
de la ilusión
de la fiesta veraniega
a la persona complementaria
con la que morir un buen día,
tras un espléndido y largo tramo
de entrega, de hijos, de dicha y de verdad.
Estiro la fórmula
de lo visible a las neuronas
con un nuevo vínculo contigo,
que te has convertido
en la perfección hidratante.
Vivo una caricia insuperable
con tu subvención sin tasas ni perjuicios.
Sigue a mi lado, cariño,
y enfría mi inquietud
con tu fragancia, con tu consuelo.
Nos espera otra noche
de pasión...
VIII
Me impresionas constantemente.
Te imagino
a todas horas,
y no hay reposo válido
que no se vea acompañado
de tu imagen destellante, inspiradora.
Te has convertido en un estilo,
en sol y en sombra,
en luna y en estrellas,
en agua y en calor,
en visión y en realidad,
en todo lo que tiene una justificación instantánea.
Has abierto la ventana del detalle,
del “delirio”,
procurando un frescor cargado
de cometas hacia cientos de galaxias.
Eres la razón de ser,
mi motivo genuino
en una senda verdosa y gris
recorrida a la velocidad de la luz.
Me gustaría poder definirte
con palabras originalmente prodigiosas
y difícilmente utilizables
por el común de los mortales.
Soy simple, con pocos instrumentos a mi alcance,
pero sí puedo defender
que haces que sea grande y relevante, único.
Me procuras y me generas
el anhelo de ser algo, algo mucho mejor,
y, gracias a tu cristal reflectante,
lo soy de veras.
Estamos unidos.
IX
Te has convertido en mi referencia,
en mi anillo, en mi reloj,
en mi oro con diamantes,
en mi aire con oxígeno fresco.
Me invitas a “maquetar” cada día.
Procuras mi confortabilidad
y me siento bien, muy bien,
tremendamente genial.
Soy el “mejor” gracias a ti,
o lo creo, o lo pienso,
y hasta lo experimento
en los momentos más sombríos,
que ahora se apartan rápidamente.
Lo directo es la partida en común contigo,
con tus músculos, con tus labios.
Eres la “fruta” más natural que conozco,
con vitaminas que sanan.
Eres mi razón divina y mortal,
mi comunión con la naturaleza,
mi entendimiento, mi “sesera”, mi interior armonizado.
Has conseguido que mi devenir tenga un valor,
una “suma” ingente que excede lo patrimonial;
y ello se debe a tu venida en pugna aniquiladora,
al regalo de tu físico y de tu química espiritual.
Eres mi figura, mi norte, mi voluntad,
mi libro de consulta,
todo lo que preciso para aprender un poco
y para seguir con un enorme provecho
en este complejo panorama de atascos.
Te recuerdo constantemente.
Tomo de tu “vaso”.
X
Me tocas con la base,
con la altura,
con el todo,
y me devuelves a la ilusión mordedora
de una gran infancia.
Me abrumas con tus peticiones,
con tus palabras simples y bonitas,
y me metes en una espiral
de absoluta hermosura.
Me apartas del tópico, del cliché,
y me quieres,
y me dices quién eres,
y te disfruto como un “bobo”.
Soy el más “grande”
en esta convivencia ilusionada que ahora te tiene
en el desván de los recuerdos oficiosos.
Me purificas con tu conversión,
con esa catarsis en pequeña cantidad
que me hace beber
de una fuente de agua brava y sanadora.
El sentido de la demostración superviviente
se dirige hasta ti,
y, tras amagar un rato,
me tomo el elixir de la simpatía
que me brindas jornada tras jornada.
Me había cansado de agotarme,
pero en este instante sé que merecía la pena.
Me tocas con el ángulo,
con la hipotenusa,
con el cuadrado, con la broma,
con la tangente, con todo,
y me haces ser, sencillamente, dichoso.
Brindo por el futuro,
que celebrará la ausencia
de enfermedad.
XI
Voy a ninguna parte sin tu amor.
No siento nada fuera de ti,
si no te tengo en mi proximidad.
Me confundo contigo, con tu belleza interior,
con esa gracia que va allende los mares de la hermosura,
que tanto te sobra.
Me cobro un ánimo renovado y clavado
que asume los obstáculos
como algo natural que podemos y debemos soslayar.
La superación de cualquier desorden, de las prisas,
está en cada rincón que visita tu mirada.
No hay problemas, no contigo.
Me muevo con más esperanzas que nunca
gracias al tesón que me puntúa
día tras día, en cada segundo que respiro junto a ti.
No estoy solo, no puedo estarlo
cuando siempre me traslado de un lugar a otro
con tu figura de modelo rompedora.
Clamo por tu presencia,
que se hace palpable en cada estructura regalada,
en cada anhelo que crece con un sí eterno y destacable.
Te amo, te quiero, te valoro, te admiro, te estimo:
me acoplo a tu manera de ser ocupada y voladora,
y me siento el más rico de este Reino empobrecido
por las armas, por las guerras y por el color del dinero.
Todo se queda aquí, excepto el alma,
que viajará sempiternamente con la tuya
por obra y por gracia del gran Dios de nuestros mayores,
que soñaron con algo así.
Te has convertido en la clave de una existencia
que se acomplejaba antes entre amnesias,
y que ahora descubre las maravillas de un mundo
reseñado en tu nombre, con tus intuiciones.
Amo tu figura, tu realeza, y te sigo sin previos intereses.
XII
Te sonrío, te estimo, te sueño,
te exprimo con afanes locos
que me llevan
al mejor de los espejos,
que saborean tu “denominación”.
Me dejo tocar por el ansia
de un ser cimbreado
que te influye
con gastos reales, no baratos.
Soy feliz de tenerte,
de experimentarte próxima,
de que me aportes una gran sonrisa diaria.
Te miro y me abocas
hacia la dicha suprema y suelta
que me propicia repetir mil veces
tu nombre sincero.
Me quedo con la avalancha
de uno y mil recuerdos
que asocio
a tu caricia irrepetible,
que supero con resortes
de todo género y número.
Me conmuevo con tus significantes,
con tu ejemplo, con ese modelo de aprendizaje
que me conduce por vericuetos de insistente aprobación.
Nunca pensé que podría ser tan feliz,
y lo repito sin más mérito y objetivo
que el de reconocer
que somos el uno para el otro.
Doy gracias a la Providencia que vaga
por esa mano amiga
que me entregó a tus brazos
en un instante bastante confuso,
y ahora bastante alejado.
Te amo:
me quedo entre tus “efluvios”.
Busco un hombro
en el que llorar a tumba abierta.
Empujo.
XIII
No te “merezco”.
Asumo que puede ser,
y digo que es:
te sigo a donde sea
con el fin de poseerte
de modo apropiado.
Te pretendo, te imploro
un poco de amor,
el suficiente para ser feliz,
para tocar el fondo de la emoción
más que sincera.
Hablo con resortes poderosos,
que me brindan la base circular
de una relación pueril
que ojalá vaya a más.
Te persigo como el animal amenazado
en celo, y celoso
de una intimidad a tono
que te cuesta darme.
Sé que no soy digno de ti,
pero seguiré luchando por ofrecerte
una imagen más acorde
con tus anhelos y con tus merecimientos.
Te quiero con locura,
y no quiero que lo olvides jamás.
Eres el sentido de mi existencia,
mi fundamento en este lugar de “conflicto”.
Intento que sea,
y será si tú quieres y te esfuerzas...
No somos iguales;
y perderé esta adivinanza
sin favores revueltos.
XIV
Amo, amo mucho:
no perfilo más.
La suprema dicha
conforta con una amabilidad
suficiente y blanca,
para decir que es
lo que no es ciertamente.
Estimo
que todo tiene un sentido,
y procuro dárselo, dármelo,
en cualquier instante, en las diversas fases,
en esta “movida” antes marchita.
Reclamo el honor real
de una querencia superior,
y gozo completamente
a la sombra de un “fatum”.
Explico lo que soy,
lo que espero de mí,
y suplico una ayuda liberalizadora
para ser más hombre,
para vivirte, mujer.
Experimento elucubraciones
que lanzan el deseo
muy lejos, “súper-lejos”;
y nos quedamos
con los ojos rojos por la falta
de un cariño ideal.
Nos sumamos y nos restamos
con imposiciones y plegarias divertidas.
No puedo decir que sea dichoso,
pero tampoco lo niego.
Las personas nos complicamos
los juicios del recuerdo
con heridas malditas.
Nada es.
SECCIÓN E
(7 poemas)
I
Venzo
a los lobos negros
que se acercan
a mí
con unos aullidos
que espantan.
No doy con la motivación rosa
de los que más piensa y reconocen.
Me indican
un camino fácil
que no es real,
sino ficticio.
Me devuelven la mirada
con beneficios irresponsables
que abren constructivamente
lo que tiene un verdadero interés.
No es posible ser
feliz
desde la certeza,
con estas carencias locas.
Quizá pierdo
ante manifestaciones y oprobios.
II
Molesto
y lo sé bien
desde hace tiempo.
No estoy con los placenteros, con los disponibles,
que ganan,
que nos hacen perder
los papeles
que podrían ser
auténticos sin administración sana.
Me cuecen y me ennegrecen
el alma
con esperanzas fatuas
que nunca más
serán
lo que fueron.
Lo siento, y soy
en mitad de la nada
que todo lo aconseja como devaneo.
No he llegado a la hora estipulada.
La vida es lo que es.
Lo siento mucho.
Fastidio
a un público exigente.
Hay mucha “presión”.
III
Me “enfangas” hasta la médula encantada
con intenciones difusas
que pregonan
un cambio de fisonomías y de anhelos.
No vamos donde preferimos,
ni podemos ir.
Nos largamos hacia una “subasta”
que nos libere, que lo haga ya,
pero poco, inciertamente.
La vida “guapa” es un trayecto exquisito y falso
poco recomendable
que nos aligera las fechas
cuando menos lo precisamos.
No vendemos a nadie,
ni siquiera a nosotros mismos,
y nos volvemos dementes, oscuros,
medio volcados en regímenes esforzados y equívocos
y casi esquivos.
Las vivas voces pretéritas
se apagan
con un mecanismo que nos asusta.
Bendecimos el “destino”
con un agua sucia que toma el pelo
a todos y a ninguno en particular.
Nos disculpamos con aventuras
que luego, como siempre, pasan sin estreno.
Nos planteamos un error.
Falta valentía
para un retiro a tiempo.
Te invito a un té.
IV
Abomino, me abofeteo,
por una experiencia
que deja bajo tierra
mis intereses más mundanos.
No creo
en lo que viene después,
ni maldita falta me hace.
Nos asombran en negocios y citas
con métodos bastardos
que hacen imperar
la ley del más fuerte.
Nos alejan
de la sensación de vivir
con elementos poderosos
que detienen
la virtud nevada
con cruces y con rayas.
Nos lavamos las manos deshuesadas
con exclamaciones magnificientes
que lideran
las obras dramáticas con personajes rotos
por el puro deseo.
No vamos donde ansiamos,
ni fingimos estar
donde no puede ser.
No tengo sensación de cansancio,
y tampoco de haber descansado.
Tus palabras son un poco extrañas,
y pido el paso diverso
que alaba
la trayectoria torturada
de los otros malditos
de corazón agujereado
que no desean contemplar
al gran Dios alejado del sitio azulado.
Nos aproximamos
al otro lado de la balanza
con inversiones inclementes.
No aplicamos menos, ni siquiera más,
y nos largamos
hacia el barrio de los no remediados.
No somos héroes,
ni mudamos afectos variados;
y por eso, amiga, no llegaremos a parte alguna.
Lo siento mucho, sin rodeos...
V
No aprieto los dientes humillados
porque no puedo.
Lamento la “directriz”
que nos conduce
por donde menos nos concienciamos.
No hay justicia ideal.
Nos marchamos al otro lado de la apariencia.
Las imposiciones saladas
nos conducen
por cuevas con ofertas;
y luego viene el daño,
el erial tremendo
que nos pone a prueba.
Nos imponen la ética inmoral
de la sinrazón agónica, agorera,
que produce más monstruos
de los que podemos deglutir.
Los últimos de la clase destruida
nos toman
a broma,
y la broma nos parte en millones
de mitades de basura
que nos alegran la ciencia empujada
con pura amargura.
No podemos menos.
Nos vuelven inútiles
con ataduras que asienten,
que nos quitan
lo peor,
que es hermético,
que es nada de nada.
Hemos hablado lo justo y en precario;
y nos estropeamos la “temporada”.
No me gusta esta campaña.
VI
Me destinan
a perder,
a no conseguir
a través de las buenas razones
que libran
de una tragedia incansable
que es empeño y sombra
en el vacío
que supone
un trance diverso.
Nos llaman,
nos ponen entre aportaciones,
nos hacen volver
con un exponente bárbaro
que es liberación
en el vacío alcanzable
casi eterno.
Nos llaman otra vez
y nos ponen
donde nos despedimos.
No puede ser:
competimos para callar.
El juego
nos hace “antiguos”
y sin momentos mágicos.
Pongo;
y me cruzo
entre fuegos amigos.
VII
Me pongo a fingir en los bajos fondos
como si algo
tuviera
un sentido encomiable;
y casi consigo
las destrezas recortadas
de una aparición
que me pudre
tremendamente en este concepto derrotado
por rebeliones paradójicas
que amparan
a los malhechores legales.
No veo a nadie,
ni a mis amigos inmóviles.
Las cosas se complican
más de lo calculado.
La tierra no es
la virtud “prometida”.
Los afectos sobresalen
y se entremezclan.
SECCIÓN F
(31 poemas)
I
Las circunstancias de primera clase
nos hacen fuertes
con el curso dominado
de un camino plagado de lacras corriendo
hacia la nada
que progresa a la inversa
con manifiestos
casi imposibles
de comprender en su conjunto.
Nos abandonan
a una suerte incitada
que no será de “otros”.
Los listos y los “pregonados”
se harán enseguida
con los intercambios insalubres
comerciales y financieros
que supondrán
una prórroga reprochable
que otorgará
el beneficio enfadado
de mil dudas
que son y serán
deudas sórdidas
imposibles de pagar.
¡Menuda fiesta!
II
No vuelo inspirado
ni soy
en medio de este sin-sentido cuestionado
que atropella
a los menos honestos.
No puedo cambiar
las historias y las hostilidades lineales
de los demás.
Nos acostumbran
a ser
entre tinieblas irrespirables.
No es posible dar vueltas solubles
con la rueda nodriza
que mueve un molino inútil.
No es probable la paz cualificada
entre enemigos absolutos
y consagrados.
Nos miran poco,
y nos supervisan
peor.
Considero la vida
y la libertad.
Existe un círculo preso
de la inactividad.
III
Hemos apetecido
algo menor,
y hemos creado una telepatía
adorable y vibrante
que recibe sabiduría incrementada
de una hemorragia imparable
que devora
la pasión de moda
y la propia vida proyectada
de aquellos
que la derrochan.
Nos dan consejos estériles
y no aceptamos el borrar
ni la mitad que confiere y que configura
lo que nos conviene.
No somos,
ni seremos en la “implicación”.
Las astucias
de otras etapas “voluntaristas”
se inventan
una realidad pudorosa.
Somos niños “caprichosos”.
Vislumbramos la creación
y la luz entre procesos
de ascensión.
Podemos emerger.
IV
Los peligros y las invitaciones
se esparcen y se universalizan
con un fantasmal
elemento inocuo
de muerte sembrada
que es hija y madre
de la nada.
Nos ofuscan
con los negocios diezmados
y extrañamente con licencia
que nos infunden
un pavor
que es poder a la postre,
y no en el primer plato.
No hemos sido
los buenos
de la película, de este “teatro”,
pero tampoco los brujos negros.
Las cosas interesantes
huyen, descienden,
y no salen las estadísticas.
Hay demasiado carbón.
Somos retorcidos
y poco profundos.
V
Hemos asimilado
que las cosas
se nos han ido
de las manos
en más ocasiones
de las soportables.
Las cautelas y las prevenciones
de otros tiempos
nos han dirigido
hacia una “difuminación”
que todo lo inunda.
No hemos pisado
el camino, el itinerario, el proceso,
sino el mal en claves sin pulmones.
Las posturas extinguidas
nos han dirigido
hacia la visión hostil
que perpetúa sin armonía
las ganancias molestas.
No vemos ese “resorte”
que nos puede infundir valor
y un poco más de capacidad.
VI
No cala en nosotros
lo que conviene en la piel de un río.
Nos ofertan contrastes “verduleros”,
mil condiciones impresionantes
que nos acercan
a nada de nada.
No hemos sido
los protagonistas
de la última situación anhelada,
que se ha emparentado
con los odios y las fobias
de las sociedades intermediarias,
que se han comportado
de mil formas, desequilibradamente.
No estamos.
Las despedidas, los “continentes”,
se radicalizan, nos orillan,
y pedimos
un relativo “perdón”.
No regulamos las relaciones,
y ahí están los resultados.
Diluimos
y “berreamos” en la desembocadura.
VII
Nos proyectan una hilera
de animadversiones
que siegan
a los que más saben,
que se retuercen
con las costillas desmenuzadas.
Nos mostramos en un terreno de insectos
con ciertas controversias
que infunden y otorgan créditos
a los ladrones, a los asesinos,
que son más,
que son los que son, los reconocidos.
Nos refrendan
la “pasta” estúpida
con una carencia
de honradez
que dificulta lo bendito e incrementa
casi todo
lo que tiene un foco “carroñoso”
deshonesto e incoherente.
No somos muchos:
esperamos un “redentor”
entre combates sempiternos.
Nos dan sorpresas.
VIII
Nos inculcan
unos conocimientos amigos
que se tecnifican
en el crepúsculo.
Nos alimentan en una especial cruzada
con conclusiones invisibles
que inquietan
la poca paz de los ancianos buenos.
Nos introducen
en más líos
de los clasificables,
y nos hacen retornar
a iniciarnos
con unos pesos y con unas tenazas
que liman
algunas asperezas.
No estamos integrados
totalmente.
Nos inducen
a enfrentarnos
con lo menos mediocre.
No somos,
ni seremos,
ni daremos nada
de relevancia o estima.
Nos rompen los “moldes”
para lastimar
nuestro tacto y nuestra vista.
Duele...
IX
Los campos y los huertos
no mejoran
en la noche...
ni durante el día.
Nos causan
más caídas y desvaríos
de los que podemos
superar y sobrellevar,
y, pese a todo,
nos enganchamos
como podemos
a una “mentira”
que procura conocidos
con fijación
y de forma mecánica.
Nos aconsejan retratar
el instante preciso
que resume e incrementa
los esfuerzos
de la pasión
desarrollada en secreto.
Soy un desvencijado
sin parapetos ni atalayas.
X
Hemos aprendido
de las colas,
que se hacen más y más largas.
Las ocasiones
nos han doblado
la espalda
que tanto nos trajina
en una u otra dirección.
No estamos
para vivir
la parsimonia
de las grandes cimas.
Nos toman
el pelo
y nos hacen aguantar
entre sentencias lujuriosas
que suponen
volver a iniciar...nos.
No estamos
para precisiones,
ni para matices circunflejos.
Hemos mirado
en un texto complejo y límpido
que no comprendemos.
La vida no es,
no como pensamos.
Hemos aprendido tarde.
XI
Nos vamos
a otear un poco
lo que se acarrea
en una “historieta”
que se compromete
con aquellas rabias bélicas
que no controlamos regularmente.
Nos ganamos
la vida
con cultivos de bombas,
sin respeto,
con él incluso,
y seguimos
esperando
las posturas poco sólidas y solubles
de unos y de otros.
No llegamos a la estación
de la coherencia perpetua.
Nos ganan:
la perturbable ocasión
se desangra
en una especie de parodia
sin rumbo ni salida.
XII
Me has buscado
con una cierta prevención,
que se ha convertido
en un interés vacuo y ensordecedor
casi relativo.
Nos han brindado protección
para estar
a la altura
de mil coyunturas
que no sujetamos.
Salimos a divisar
un terreno lánguido
que se estropea
con el paso del “cronos” .
Nos mudan sigilosamente
a la otra nada;
y nos indican
que podrá ser
en un cierto momento
de discordia.
Veremos.
XIII
Nos tratan
de hurtar
todo lo que somos, las melodías
entre fundamentos frágiles
que se generan
en la lejanía.
Nos guardan el aire,
nos sisan
la mitad
más uno
y cientos de millones más,
y avanzamos sin progreso,
con los agravios
que se “inculcan” e insuflan deshonor
desde la novedad
que no se palpa
y que se atrapa malamente.
Nos roban la tradición.
Hemos pedido mucho,
y apenas tenemos
un elemento que nos agrade.
Nos manchamos.
XIV
Nos formamos inadecuadamente,
y somos
entre disparates
que recorren
las venas
de los leones y de los tigres de bengala.
Nos amordazan
con presentimientos y “finanzas”
que buscan
unas flores secas del área
donde nada es.
No obtenemos conceptos válidos
ante pérdidas malditas
que suplican
estar a tono
con lo más amado.
Nos reclaman,
nos dicen que sí,
y nos declaran
una guerra despreciable
que supone medallas
y una pérdida mayor.
No estamos para fiestas.
Hacemos énfasis.
XV
Duramente hemos dado
con los cimientos sin turno,
con los cánticos auténticos
que han ofrecido
las buenas motivaciones “agrietadas”.
Nos han cuestionado
con voluntades “encontradas”
que inciden
bajo millones de fisonomías.
No hemos estado.
Las convenciones
de otras etapas remotas
se han entregado
a emotividades
de libranza y media.
No estamos para nadie,
ni en disposición para nosotros mismos.
Las ideas se pierden:
la “laguna” se lo traga todo.
Vivimos entre tinieblas blancas.
XVI
Nos entretenemos
con las escuadras
más sabias, soberbias e insuperables,
y nos volvemos,
y nos apalancamos;
y nos dejamos
ponderar
por la pesadez y las sensaciones
de unas palabras sumisas
que huelen
a percepción errónea
y a muerto decrépito y putrefacto.
Nos consideran
partidarios
de las grandes “medias tintas”
que sucumben
en el lado contrario
de una apatía
de maravillas
y de contrastes grises y desoladores.
Paremos el juego,
o nos devorará.
XVII
Hemos solicitado
regresar
al instante inicial
de la conveniencia siniestramente
pueril.
No ha podido ser:
lo sabíamos
desde antes de nacer.
Los balances
no han salido
como al inicio de la “bella historia”.
Las “vertientes”
de la pena mora
nos han tambaleado
con libramientos y con supuestas libertades
que aderezan y adecuan
los momentos
menos claros y elocuentes.
Patinamos y resbalamos.
Esto es un nuevo “encontronazo”.
XVIII
Nos observan
con una atemperada incredulidad
que atesora
los menesteres montañosos
de los menos limpios de corazón.
Nos vocean,
nos hacen introducirnos
en una historia irreal
que no es la nuestra;
y nos fuerzan
a reinventarnos
con la necedad que se mece
como única ilusión empatada.
No podemos ser
en medio de una locura siniestra
que es lo que es.
¡Para llorar, amigos!
XIX
Andamos detrás de una excusa,
de la perfección,
y apenas topamos
con las bases fermentadas
de una era de gritos
que se muestra
con supersticiones engañosas
que ablandan
los corazones
menos disciplinados.
Nos cortan
por mil sitios, a tiras, rompiendo la piel.
Nos convencen finalmente
de una levedad
que es ser unos bastardos
entre negocios ruinosos
casi ocultos, tapados, lastimosos.
Nos avisan,
pero no atendemos
las numerosas alarmas.
Es, sería, bueno guardar
los restos de las arcas.
XX
Hemos viajado allá,
hacia la nada que es límite
con las manos repletas
de amigos con antifaces
que se venden
con imposturas frustrantes e insalubres
que predican
con modelos tardíos.
No llegamos a saborear
lo que merece nuestra victoria moral.
Nos incendian
lo nuestro
y nos invitan a aparecer
con las vértebras partidas
un día y otro.
Nos consienten con mofa
un espectáculo dantesco
con presencias ficticias y salinas.
No estamos para ser perdonados:
nos disipamos.
No sé para qué vamos:
nos revolcamos.
XXI
Hemos comprendido
que el gran disfraz
se hace con las etapas
de los elegidos, de los seleccionados,
de los que vienen
dispuestos
a cambiar
casi todo lo visible
con una versión actualizada y documentada
poco realista.
Nos hemos esfumado
con la mentira “impecable”
en la boca,
con la noche
de los tiempos
entre un consejo tostado
y otro,
entre cientos de advertencias.
No hemos sido,
y lo sabemos
sin juzgar a nadie.
Perdemos:
no somos más ni menos.
Nos empobrecemos.
Ha caído en el tejado
la “pelota negra”.
XXII
Nos abominan
por nuestra entereza,
por una cerrazón
que conmina a una transformación
que no disfrutaremos.
No perjudico a nadie en este relato.
Fracaso.
La complacencia de los amigos interesados en el “Bien”
la queremos para todos,
incluso para los enemigos,
para los que nos “encasillan” en segundos.
Aspiramos
a una mentira piadosa
que nos oculte
los fines de antaño,
y nos metemos en unos alborotos
que lideran el papel liberador
de la página de tránsito.
No vamos de invitados
a ninguna parte paradisíaca.
Nos bañamos con multitudes
Hambrientas y errantes
que traspasan los planos más y mejor diseñados.
Nos permiten de nuevo
que sigamos,
y creemos que somos “autosuficientes”,
pero finalmente no es así.
Hemos reclamado algo
que no podemos regalar,
y por eso nos sentimos defraudados
en esta nave irrecuperable.
XXIII
No explotamos
a su debida hora.
Nos incrementan
las tarifas y las tasas
con situaciones disimuladas
que no podemos asir.
Nos encarecen
con precios elevadísimos
que se resumen
en giros prohibidos y desorientados
para empezar.
Nos entierran
con firmes imposiciones
de sanciones improcedentes, “agusanadas”.
Nos quieren poco y mal.
Los hechos
nos desmienten
con trazados y recorridos
de efecto retardado.
Claudicamos ante el “puente elevadizo”.
XXIV
No alcanzamos a ser dichosos
con las novelas
que nos agradan.
Nos azotan cruelmente
y nos persiguen sin vacilación
y con la moral
en un emplazamiento poco defendible
que es detención
a su terminación con distingos.
Los reflejos del espejo
nos ultiman
unos dividendos irrisorios
que afirman
una voluntad memorística
que no es.
Hemos analizado y hemos simulado,
y nos hemos tenido
que imponer.
Los cuentos
nos reclinan
en el invierno
que no tiene colección
a la que referirnos.
Vencen los mafiosos,
y la pregunta es:
¿qué nos queda?
XXV
Nos hemos consagrado
a limar y a recortar
unas inmundicias
que raramente
nos permiten estar
a la cabeza
de las buenas vibraciones consentidas.
Tanteamos
los aspectos y los contornos
más ingratos
con fechorías aduladoras
que nos pasarán la “minuta” temática y congelada.
Eliminamos lo lindo y lo hermoso,
y nos volcamos
en asuntos
casi graves, tormentosos.
Todo se puede arreglar,
pero miramos
para otro lado.
¡Demasiada cobardía!
XXVI
Nos envían por mil medios
una información desidiosa
en la que no creemos
como cuando éramos jóvenes.
Nos consideran
discapacitados psíquicos y perpetuos
en una colina inaccesible
que ampara
sólo a los asesinos,
que se atan y que nos asaltan
por cualquier parte, sin aviso.
Nos atraviesan a espada
con motivaciones de lanzas
extrañas y fugaces
que rompen
y casi rasgan el honor.
No terminamos de vislumbrar
lo que se lleva a cabo sin equipo.
Parece mentira,
y seguramente lo es.
Todo no se valora
como una cuestión porcentual.
XXVII
Discutimos y nos agarrotamos
con una torpeza aburrida
constante, reiterativa, empedrada.
Nos dedicamos
a precisar
unos instrumentos tangenciales
que censuran
con resentimientos
excepcionales.
Las tonterías y las vanidades coleccionadas
se enfrentan
en pugna desigual
con unas molestias
que no aceleran
las mudanzas desdeñadas.
No salimos adelante.
Las estructuras se vencen
y caen estrepitosamente.
Sigue el “debate”.
XXVIII
Nos comunican
que nos han vuelto “invisibles”,
que nos estimulan desde la honra,
que nos pueden provocar
con astucias concentradas
que superan
las venganzas emocionantes y bestiales
de unos y de otros.
Nos podemos fastidiar,
y lo hacemos.
No damos
con las cimas gloriosas
de aquellos instantes
en los que todo
fue mejor, según pensamos.
No hemos llegado
a sentir
la luz eterna
del gran rostro tranquilizador.
No nos iluminan
los seres queridos.
Nos impacienta este hastío.
¡Debemos mucho
en esta liga poderosa!
XXIX
Hemos amparado y ofrecido techo
a los brujos quemados,
a los que vuelven
con las manos ensangrentadas,
desmenuzadas, intrigadas,
con los demonios sectorizados
entre los ojos apagados
por las dificultades
colmadas
de molestias e incordios
que no se toman en consideración.
Hemos sido tontos, tantos, lelos,
en la superficialidad reflejada,
con el todo.
XXX
Los tiempos y las edades del Hombre
nos transfieren
unas eternas agonías
que provocan
unos conflictos y unas mareas
que no percibimos.
Las cuestiones
se repiten
con las iniciativas rápidas, acarameladas,
que nos llevan
a cualquier cruce de caminos con ahorcados.
Los descuentos de la onda espacial
nos abandonan
con promesas inservibles
de toda calaña.
No estamos para apaños
y para simpatías
distantes y antagónicas.
No somos cocineros.
XXXI
Hemos diversificado desde la complejidad
mucho, muy mucho,
la experiencia ajena y mundana,
y nos hemos enfrentado
a las causas comunes y engarzadas
que otros disponen y disipan agriamente
ante sí, dentro de mi oponente muro.
No estamos listos
para una lid
que nos hace perder
la inflexión aburrida
de las cosas apestadas
que se suceden oscuramente
y por doquier.
No estamos en un sano juicio,
con la clarividencia estúpida y ofensiva de antaño.
Quizá nunca la hemos poseído.
Apretamos...
Todo lo que habéis leído aquí está hecho con amor, con mucho amor, el que fomentáis en mí, el que habéis multiplicado con vuestra ayuda anónima o significada, con vuestro ejemplo callado o resaltado, con vuestra manera de ser. ¡Por vosotros!
(21 poemas)
I
Tu nombre me sabe
a luz, a deseo perdurable,
a percepción con consecuencias.
Comprometo mi saber
ante tu lógica de celos,
que es aplastante.
No gano la partida:
lo sabía nada más empezar.
Los equívocos parecen tener una columna central,
pero me pierdo en tu victoria,
que me arrastra hacia la nada.
No controlo tu “brillo”
por un terraplén que es “división” sin horizonte.
Nos lanzamos a la emoción,
que gasta los espíritus más trotadores,
como quise pensar que era el mío.
Repaso mis huellas y no te atisbo:
el miedo atenaza mis ansias de cariño,
que son muchas y atropelladas.
Me frustro ante el incordio de tus golpes,
que reflejan un “tic” anónimo e incesante.
Las nimiedades nos quitan lo permisible,
y nos largamos hacia la indiferencia
que todo lo puede.
Es un puro lamento el nuestro,
y seguramente lo sabemos.
La inercia nos conduce de aquí para allá,
pero es normal que no de “frutos”.
Todo me sabe a bondad en ti,
pero estoy solo, siempre solo,
como un “perdido” en una isla
o un incomprendido en Manhattan.
Me arrolla la soledad.
II
Vendo la desazón, la desgana,
a cualquier precio, a precio de saldo,
casi gratis, gratis total,
en caso de duda,
que ya no albergo ninguna.
Me equivoqué en la elección:
lo sabía y lo sé,
pero nada puedo hacer ya.
No quise aprender
por experiencia atrasada o ajena, o externa,
y ahora lloro el atrevimiento.
Fuí un tonto de “capirote”,
un torpe de los de antaño,
un romántico que aún cree en Cupido
y en las flechas y en todo ese “bla, bla, bla”.
La amargura del destierro,
de la muerte con un “soplo”,
se cobra su factura,
y experimento que es alta, muy alta, demasiado
para un cuerpo que llegó derrotado al planeta Tierra.
La turbación arrecia
en estos malos momentos de recuerdo, de olvido y de carestía,
y no sé cómo parar tanto “envite”.
La mancha se extiende,
se prolonga por doquier,
y doblo la espalda por falta de volúmenes.
No sé ya de motivos, ni de razones
para una huida
que no hice cuando debía, cuando tenía tiempo.
Ahora vivo el rubor, la vergüenza,
el desatino del desconcierto,
y me quiero volver a casa, al hogar.
El problema es que no sé dónde está,
y heme aquí vendiendo una desazón,
esta agonía que me lleva como “peregrino”
de viento en viento.
III
Interpongo una denuncia
contra el destino,
por colocarte en mi camino,
por acercarte a mi cuello,
por consentir lo no escrito.
Pido la clemencia divina
que no ha tenido en cuenta
que no soy tan “malo”
como para merecer lo que tengo ahora.
Solicito un poco de cariño, de sexualidad,
una cierta reparación,
una distancia de los “cuernos” del toro,
que viene en busca de sangre y de dolor.
No puedo soportarlo más.
Me ahogo.
Imploro una medida de gracia,
un coste más bajo,
por este error con ingratitud incluida.
Pido paso para huir,
para fugarme sin miedo,
con un poco de dulzura en mi corazón,
ahora con pesar y con carga.
No quiero más necesidad.
Preciso una justa actuación,
y no la tengo.
Me presionas, lo haces, lo has hecho,
lo seguirás haciendo.
Colecciono “desganas” y me olvido.
No tengo nada gratis,
y ahora aún menos.
He perdido la juventud con plaza de vuelta.
Suplico un descanso, una tregua,
un poco de amor y de cercanía:
no quiero apartarme de la doctrina jovial,
de la sensación y del placer.
Ahora mejor no...
IV
Me equivoqué contigo.
Era algo que intuía
desde el inicio
de este encuentro,
de esta relación sin fundamento
que ha producido una “gran mancha”
de aceite diverso
y corrompido.
Erré en la apreciación,
en la reflexión,
en la inter-comunicación,
en la pleitesía.
No pudo ser, no podía ser,
no llegamos a tiempo.
Las prisas de los primeros instantes
nos condujeron
por sendas de pura apatía.
Convenimos que éramos y que somos,
y ahora nos callamos
ante el descaro de la afición
que provoca
la fatalidad más luctuosa.
No estamos, “no estamos bien”.
Hemos complicado nuestras convicciones
desde el primer día
que nos subimos a un barco común,
y ahora nos arrepentimos
sin solución ni sorpresa.
Nos hemos quedado sin ánimo,
y auspiciamos un milagro
que no se producirá.
Nos lamentamos,
pero eso no basta,
nunca es suficiente.
V
Estoy acongojado,
despierto a las cuatro de la mañana,
y a las cinco,
y a las cinco y media, y a las seis.
Está con otro, proyectada en una esfera,
como hiciera conmigo
en la antesala de esta “locura”.
Pago ahora el daño causado
soportando más pesar del que puedo contabilizar.
Estoy solo, pensativo, mareado,
con hambre de paz,
con luces y con sombras
que me esconden de un destino equilibrado.
No creo en nada,
ya no puedo entender nada,
y cabalgo de rama en rama
con pensamientos angostos.
Lloro y descanso,
pero enseguida empiezo de nuevo,
con una y mil batallas
que agudizan el ingenio infernal y desastroso
del que se tortura sabiendo
que lo peor de una desgracia
es haberla merecido.
Mi corazón bate y busca salida,
y mi cuerpo lo frena, lo para en seco,
conocedor del riesgo en esta calentura.
No hay amor,
y, si lo hay, cuestionado está:
se ha podrido en brazos de un tercero,
o de un cuarto,
o de alguien sin escrúpulos,
como yo, querida.
He perdido, he quedado inútil, estéril,
plantado en mitad de “cuatro caminos”
que invitan a la parálisis.
Estoy alucinado, perplejo, atónito,
y busco un confín donde remediar
mi dolor infinito.
Empecé una testaruda locura,
y así me encuentro yo esta noche.
Solicito clemencia.
VI
Me retraso en busca de un “sortilegio”,
que no llega, por cierto.
La consumación me agota:
se ha convertido en un palpitante desasosiego,
en una cristalización de la pena
que crece y crece como la “levadura negra”.
Me quedo atrás,
quizá pensando y esperando una “brevedad” sanadora
a mis males,
que no son concretos y definidos.
Pierdo la emoción y la gracia de los preámbulos,
si es que las tuve en algún momento.
“No merezco la dicha”, me espeto,
y, como un criminal, vivo la “des-dicha”
generada por carencias y por falta de afectos.
No entiendo, no puedo, no tengo energías:
algo se va de mi interior, y no sé qué es,
y ni quisiera acierto a dilucidar
el mecanismo de parada,
“si es que existe”, digo.
No quiero apagar la luz de mi vela agotada,
que es ya sensación inerte.
Las posibilidades son pocas, difusas,
y aguardo para hacer algo,
que no sé qué es.
Me canso, me hastío de esta estrategia conducida
sin fundamento.
No voy ni vengo, ni hago ni “des-hago”.
Comienzo a caminar más lento,
para mejorar mi perspectiva,
mi visión de las cosas,
pero no sirve de nada.
El azar ha dictado su inapelable sentencia,
y, como experimento, no me beneficia
ni lo hará...
Me espero voluntariamente.
VII
Quedo para verte,
después de una larga labor
de preparación,
y no te tengo:
no apareces con un “candelabro” iluminador.
No hay señales de tu caminar,
que es tanto como decir
que no hay de mí mismo.
Me había apasionado mucho contigo,
y ahora pago,
tras un intenso letargo,
esa confianza indebida.
Me avisaron,
pero no quise aprender de experiencia ajena.
Somos, soy, así de “memos”, puros torpes
que pensamos
con un instrumental que ahora no sirve.
La esquina se vuelve más sombría
en esta cita sin compañera.
Quedo a sabiendas del fin y del resultado,
y ahora pido el aplazamiento del recién llegado
que se sorprende para ganar un “reloj” no poseído.
He cerrado una hora, un día, un momento,
la vida eterna,
todo en favor de tu persona,
y ahora no estás, no llegas con tu ardor
y con tus movimientos refrescantes.
Nada será igual
cuando abandone este escenario insensible
que no resiste el choque de unos recuerdos
muertos, inertes, silenciosamente afilados.
No apareces...
VIII
Me “huelo” que me dejas,
pero no lo voy a consentir.
Te irás, sí,
pero te quedarás en mi corazón.
Intentaré que el sabor más agradable
esté dentro de mí.
Tu casa será mi casa,
y mis deseos se confundirán con los tuyos.
No habrá fricciones.
Asumo que las cosas son como distingues,
y así ejecutaré mis acciones,
sin controversia, sin polémica,
gobernándolo todo a tu apetencia,
que también será la mía.
Te esfumas de mi vera,
mas no lo conseguirás enteramente.
Siempre vivirás en mi cuerpo,
de algún modo, de mil formas.
Los sueños no están sujetos a “posesiones”.
No temas por mis actitudes,
que estarán llenas de disciplina.
Acataré tus órdenes, tus marchas,
tus parabienes inútiles.
No te haré daño, no podría,
y lo verás enseguida.
Me barrunto que me abandonas,
que te vas con la musiquilla a otra parte,
y ya no habrá forma de colarse en tu alcoba.
Es absolutamente igual: no importa.
Es tu decisión, tu absurda decisión,
que respeto totalmente.
Te irás corriendo, muy deprisa,
pero me apresuro igualmente por preservarte,
aunque sea en mis sueños, con mis ideales.
Te quedarás, proseguirás.
Andaremos erguidos,
con dignidad, con confianza,
con un “reguero” de respeto.
IX
Grito, casi ladro,
ante la infamia
que se sucede
tras tu marcha
que hiere a mi persona,
tocada ya por la falta
de ánimo y de apoyo.
Suplico
una gran emoción
con gastos de índole diversa.
Aúllo
como un lobo en celo
al que le falta el aire.
Pontificas frente a mí,
ante mi dolor,
ante mis carencias superiores,
y me quitas lo esencial
para vivir con soltura y con equilibrio.
Me presto
a una y a mil sugerencias,
y pido un paso abrillantado, no sumiso,
hacia el Cielo,
que para mí eres tú.
Sueño con un día, con un solo día,
excelente, estupendo, sosegado,
y espero que llegue pronto,
o, sencillamente, que llegue.
Levanto mi plegaria
sin fe, sin convencimiento.
X
Prefiero una experiencia profunda
que no deje las huellas
en el lugar equivocado.
Consiento que la vida es otra cosa,
y estimo que las subjetividades
hay que dejarlas muy de lado.
Las camisetas
que vestimos y que mojamos
distorsionan
las voluntades divinas
que resumen el mayor de los bríos.
No puedo más.
Echo de menos la paz de las alturas
y de los buenos tiempos jóvenes.
Ahora no elucubro como antes:
no tengo tiempo,
y, cuando tengo disposición,
me embarga el pavor,
ese miedo atroz a la tumba,
a lo complicado de una muerte repetida
y poco hábil y sincera.
Me aclaro lo justo, lo necesario
para llegar a donde estimo conveniente.
No me quiero seguir liando,
y por eso opto por callar un rato.
Sé que no daré con la “clave”
para salir de esta infelicidad,
de este letargo criminal.
¡Si estuvieras conmigo!
XI
Llora el día y la noche
con mi alma como pura compañía.
Parto de cero, y nada tengo
en esta lucha sin cuartel.
Me han colado un “gol”:
ha sido la fe que disgusta.
La resaca de la diversión efímera
pasa con un saco sin fondo.
Vivo mutilado:
ya no soy yo.
He despertado a la necedad sin ingenuidad
después de pagar un alto peaje.
No hay estima en mi interior destrozado,
hipotecado por finanzas inabarcables.
Me canso de tanto mirar y de no ver
lo que me conviene.
Lo interesante me desplazó de lo importante,
y el sabor a tópico me hundió
en la miseria y en el fango atronador.
No hay misión en mi tocada y arrancada vida,
no puede haberla sin ti, amor,
que te has ido irremediablemente,
harta también de una cautela sin estrella.
No comprendo los motivos
de esta separación que desgrana mis vísceras
y que no admite el descanso.
Supongo que no he laborado
en pos de un sino compartido,
y ahora no te disfruto.
Lloro, murmuro apreciando lo que no albergo
en mi interior,
y desprecio mi “navegación”,
que nubla el día y lo hace sollozar,
como se apena la noche,
como me derramo yo en tu ausencia.
XII
Reparto cariño y ganancias sabrosas
en una comedia que distrae
con iluminaciones que parecen interesantes:
son importantes de verdad.
Me quemo ante tanta esperanza frustrada.
No voy a gratificarme con una textura ideal,
que bien podrías ser tú.
Te invito a mejorar, a mejorarme yo,
y no te tengo, no tengo nada.
Hago recuento y me doy lástima,
una gran pena por lo que pudo haber sido
y, a pesar de todo, no fue en modo alguno.
Doy, y me quedo en un panal de avispas
que hincan sus aguijones a la espera de una simbología
invitadora del desenlace.
Cotejo lo que poseo, lo que tengo de aquí y de allí,
y concluyo que no hay nada más relevante que tú.
Doy una impresión solidaria,
y dejo que todo sea algo más que una intención:
me quedo sin valedores.
Pierdo la simpatía por momentos,
y me recupero para experimentar un sabor
de vivir sin rabia y con placidez.
El señorío aporta y cuida bases sólidas
que no siempre rescatan el mejor elemento de los demás.
Te siento mía, en mis inspiraciones, en solitario,
sin aguardar nada a cambio.
No es cuestión de algo por algo:
somos seres libres,
y como seres libres hemos de amar.
Regalo mis minutos, mis segundos,
lo poco y lo mucho,
y me quedo fuera de una rueda de emociones
que no aparecen por la mezquindad
de un gentío que atesora riquezas sin pensar
que lo primero para obtener es sembrar.
Aprenderemos.
XIII
Pasa el tiempo
con sones altivos
y con resortes de torpeza supina,
y me quedo solo
en la sala de espera
que inclina los eventos callejeros.
No estás.
Me abofeteas
con tu desdén,
con esa ignorancia que no merezco,
ni creo merecer
en absoluto.
Me has tocado,
y me has tirado con piedra incluida
al fondo de una emoción
que desgana
al más “pintado”.
Repito el tono de un aire
que me despeja y que me resfría al tiempo.
No toco fondo,
pero falta poco, casi nada.
Me sitúas en un lugar de apetencias
con figuraciones impropias y sin calidad.
No “engancho” para seguir adelante.
Lo siento, y mucho,
más de lo que puedo referir.
Me impides ser feliz,
sin saberlo, consintiendo una coyuntura fija
que perpetúa las imposibles consecuciones.
No te tengo, ni quiero, ni puedo,
ni nada de nada.
No estás conmigo,
y no estás porque no conoces,
porque no quieres saberlo,
y lloro la amargura de la impotencia
y de la soledad que nadie tiene en cuenta.
Lo peor es el silencio.
XIV
No quiero fronteras
entre nosotros, en un giro inesperado.
Nos apenamos
por la falta de criterio,
y nos arrancamos
la emoción
con una tragedia repetida
que impone
el cambio de orden
con cosas que no contemplamos “divertidamente”.
No finjo afectos,
y te sigo los pasos que acarician
con el propósito de enmendar
mis muchos errores,
que se repiten
con ordenanzas ciegas
que nos llevan con broma y con soga
y con el cuello sangrante.
Mido mis fuerzas,
y sé que nada queda.
Permanezco con amabilidad
en el frente del viaje incómodo
que recorre
todo el imperfecto conocimiento
de la ignorancia supina
y de la soledad mayúscula.
No estoy con nadie,
ni conmigo mismo,
y triunfo
con aires de preferencia silente.
Te toco, y es mejor que me vaya
en una discreta “callada”,
sin atravesar límites.
XV
No te veo, amor,
no te veo, ni me oriento,
y me siento como un huérfano
en busca de sentimientos, de apego,
de enseñanzas, de comedimiento.
No me aclaro
desde unos pensamientos tocados
por la orfandad,
que todo lo inunda cuando no estás tú.
Respondo con apreciaciones
que interpretan
las caricias que no disfruto.
Hablo con los mejores amigos,
quienes me dan el consejo del descanso,
del puro sosiego
ante tanto descalabro.
No entiendo nada.
Me pregunto por una intención
que apena más que otra cosa.
La verdad se ha mofado de mí,
de mi fe en lo civil,
de mi grato anhelo,
y apenas noto lo que preciso.
No te palpo, amor mío,
y siento que todo se cae
por un precipicio que anula mis ansias despejadas,
que ya no llegan donde deben.
Me hago autor de la nada
y del pleno absoluto y absurdo.
No puedo decir más.
La “costumbre” no tiene sentido
sin ti a mi lado, cariño.
Estoy ciego.
XVI
Negocio con la continuidad
de un ser
que se viene abajo
con premura
y con poca razón.
Me partes en el trance
que averigua
lo que tiene:
ve que es nada.
No te poseo,
no te registro cerca
para experimentar el ambiente
feliz y “entusiástico”
de la nostálgica infancia.
No rezo, no puedo.
La vida me ha dejado en una “cuneta”
en el momento estelar,
y me he perdido el espectáculo.
Lo recto ya no es el camino,
y, quizá, ni hay camino que recorrer.
No contesta nadie.
Es posible que no quede un amigo
al otro lado de la trinchera.
Me pregunto
por una posible tutela que averigue
lo que no es
en un instante de cristales rotos.
No voy a ninguna parte,
no puedo:
me he quedado sin manos
para continuar el combate.
Mi miseria es mía,
y se reproduce
con averiguaciones cuantiosas y desbordantes
que disparan a matar.
No hablo, no expreso,
no cuento lo que me sucede,
que es mucho y no precisamente bueno.
Me regalas una distracción,
pero ni siquiera eso sirve.
XVII
El orden lo pones tú,
que tanto sabes a la hora de elegir.
Me alteras
con tus intenciones endiabladas,
que proponen e indisponen
al más valiente,
que no soy yo.
Me embaucas
con razones en suspenso
que imponen la primera y la última moral,
que calla y que otorga
con errores desgastados.
No te veo,
no como antes,
y persigo un detalle a escala
que otros se apropian.
No soy el mismo de la infancia analfabeta,
ni quiero serlo ante los otros que subsisten
de las verdades acartonadas.
Nos alivian
con resortes de economías
que buscan lo “controlable” en una tómbola.
No tengo ganas de volver
a no empezar,
y te lo digo como lo percibo.
Nos callamos
y ratificamos que podrá ser
cuando en realidad no es.
Te contemplo como una “diva”,
como lo que eres,
y sueño con una “fuga”
que produce más monstruos de los soportables:
la cuenta no sale
ni con la vieja arrugada y sabia.
Comparto pretensiones,
y me quedo solo,
harto de una penuria
y de un profundo temor.
XVIII
Me lleno de una luz
medio simbólica
que refuerza
las ganas de retornar
a vivir, a ser.
No estoy con nadie.
Dedico lo que atesoro,
y también lo que no poseo,
y me divierto lo justo
con imposiciones distanciadas
del camino aconsejable.
No estoy con nadie:
apenas levanto cabeza.
Me conmueves
con tus gustos llamados a filas,
y me complico la “elástica cultura”
con un desastre tras otro.
La “barbarie” impone su silencio
con fortunas de todo tipo y condición.
No gano ni pierdo,
y presumo
que todo tiene un fin,
aunque no sea así.
Gasto lo que no he reunido,
y lloro ante el instante perturbador
que me puede más y más.
No te consigo.
Las complicaciones nos arrebatan
por doquier;
y me interrumpes
con preferencias inquietas.
No te digo menos,
ni más,
ni nada de lo que pueda sentirme orgulloso.
XIX
Eres un desastre,
amiga mía, amor
de mis “entretelas”,
que te colocas donde no deseo.
Te devuelvo
una emoción intensa
que repasa lo que albergamos:
vemos que no ofrecemos nada.
La diosa fortuna nos lleva
por donde más queremos,
y nos ubicamos con “amarras”
que nos liberan lo justo.
Nos quitan y nos ponen
como si todo fuera bien,
y “bien va” con todo lo que cae.
No hablamos de lo que estimamos,
y nos ubicamos con postres
sin primeros platos.
Nos toman a broma,
y en broma arribamos
con los otros, con los mismos,
con los demás,
que nos colocan donde más resaltamos.
No estamos en el “punto”.
Las simulaciones
nos implican con rastros de poder callado.
No hablamos de lo que meditamos:
el interés nos sobra
con pasatiempos creídos desde la pura ignorancia.
Los problemas vienen
con “rapideces” y con anhelos que no entendemos.
Nos sentimos apresados por el atardecer.
¿Saldremos de ésta?
XX
Me molestas
con tu tono,
con tu sencillez y regusto,
con el sabor de esa boca
que amarga
la razón de la sinrazón,
que avanza muy alocadamente.
No hay norte, ni sur,
ni este, ni oeste,
y medito con gastos y con poderes negros
medio rotos, jadeantes.
Nos alegramos
de lo poquito que merece un brindis,
que siempre lleva tu nombre,
o, al menos, eso creo.
Hemos sido en un “destierro”
que altera
el ritmo de los puntos cruciales,
que pueden con aglutinaciones
y con presentaciones
poco caviladas y originales.
Nos arrimamos al lado oculto
de la Luna lunera,
y nos llenamos de gozo
entre sombras
que nos perturban.
Hemos sido unos locos,
y unos “grillados” nos volvemos
con aires y con desganas.
No avanzamos con velocidad:
nos creemos unos perversos de atar.
Nos calman.
Las frases de amor,
además de falsas,
son fanáticas, se hallan muy deterioradas,
y las entiendo supuestas...
¡Ojalá me equivocara!
XXI
No calculamos nada,
y menos cuando tú te fugas
al otro lado de lo más “alzado”.
El frente norte
nos desgana con aguas frías
y nos deja como bobos
en un lago sin peces.
No hay voluntad de mejora,
y lo digo sin rodeos, directamente.
Nos aclaman a gritos
como a vencedores
que simulan
lo que no es.
La vida es interesante hasta cierto punto:
nos quemamos en un tiempo
que prevé unos cuantos lutos.
No hemos conocido a los mejores,
que cristalizan
con vagas intenciones de concordia.
No me quieres,
y lo sé,
y lo demuestras
con planteamientos de rapiña.
No somos los amigos
que se atan
con mentiras de clasificación diversa.
Nos vemos raramente,
y por eso te extraño y no estoy contento.
Todo y nada:
miramos sin estabilidad.
Soy pequeño.
SECCIÓN B
(21 poemas)
I
No hemos concluido
nada valioso
en este trabajo
de primaveras
poco reales.
Nos hemos “enfrascado”
en diversificar
los aspectos secantes
de la hierba
que se muere
en el otro lado verde
de la esperanza.
No han oído:
nos han dictado
unas resoluciones enmarañadas
que son “sentencias”
poco sobresalientes.
No me enfado,
ni soy,
ni digo
lo que siento.
No es perceptible el interés,
que se esconde,
que se apaga y enmudece.
Tomo un poco de café.
Deletreo.
II
Eres mi “gozo”,
mi calor de primavera,
mi entrega absoluta
a la Naturaleza
que tanto amo.
Suplico tu querencia,
tu empatía,
tu atención grasa;
y, en tu debilidad florida,
me veo yo también.
Sonríes especialmente,
quizá como todas,
es decir, como nadie reseñable.
Me ofreces sin rodeos
la garantía de una plácida administración
equilibrada y dócil.
No miras más allá:
disfrutas con el eco orgulloso
de tus pasos vacilantes.
No careces de tesón,
ni para ser tú misma
en la ingrata adversidad controvertida
de lo cotidiano.
Aplaudo tu ejemplo “innominado”
que, por sencillo,
nunca será fugaz.
Me deleitas.
III
No puedo consentir pacíficamente
que te marchites,
que no florezcas.
Albergas demasiado
en tu interior sollozante
para que yo asista
impasible y quedo
al duelo de tu entrega precipitada.
Sustituiré el negro hundido
por el blanco níveo
de tus dientes afilados,
prestos a la felicidad
cuando tú lo consientas.
Sé, lo sé,
pero tu conoces más los rincones ignotos
del corazón herido.
No dejaré que aceptes
el súbito cortejo
de la desgana equivocada
de persona, de ciudadana,
de lugar, de tiempo
y de compañía.
He mirado donde nadie:
he visto un donaire, una fruta
sin parangón.
Conservarte es más que un reto:
es mi necesidad imperiosa.
IV
Me has ganado
con una fuerza
que resalta un semblante terrorífico.
Me he quedado
como un “mediador”
que resume
los esfuerzos
de los que oprimen
a los otros, “bonitos ellos”.
Nadie nos dirige
con reservas estipuladas
y con las cuestiones claras.
Nos llaman
la atención
con un determinante cariño
que es indicativo y elevador
de la avaricia
que rompe
el saco
de la gran emoción.
Nos cubren
la vida
con muertos, a millones.
Me has conseguido
porque, indudablemente, eres tú.
V
Se han bebido tu esperanza y tus virtudes
sin ningún escrúpulo,
y has quedado medio vacía
en una orilla de la senda, sin olas.
Te has negado a regresar,
y ahora pagas la amarga “letra”.
Se han cebado en tus agallas rojas,
quizá porque eras un modelo imperecedero
a seguir,
puede que por ese enfrentamiento sin vacilación
que has protagonizado
cuando "te ha venido en gana".
“Has fallado”,
gritan los magos de la “diosa”
comprada con regalos
sin contenido,
y muerdes la inquietud
de la retirada cansada.
Tu "máquina de guerra" polucionada
no ha servido
frente a los monstruos de la ignominia:
al menos, eso parece.
Ellos no saben,
como tú tampoco te implicas,
que únicamente te repliegas por unos instantes pasajeros.
Sin apenas pensarlo,
mañana, a lo más pasado,
volverás a ser tú misma:
una persona sin tapujos
y dispuesta a superar
las adversidades.
Tu convencimiento nos contagia.
VI
Se me abren de golpe
las carnes bondadosas
ante tu mirada persistente.
Eres y no eres,
y, en el tránsito veloz,
soy yo quien no es.
Me ofreces sensatez,
cordura, amistad,
puro cariño,
y sollozo
por mi acomplejada forma
de ver la vida.
Mancillo mi honor,
mi devoción
a la libertad, al ser humano.
No siento,
aunque amo y estimo,
porque no soy capaz de compartir
una perspectiva menos pobre y caduca
y un poco más universal.
Lo cierto se diluye,
y pido el favor
de otra ocasión
en que sepa “introducir” tu comprensión
y tu mirada ausente
de esta dimensión cuadriculada
que me esconde.
Me ganas:
estoy con la boca abierta.
Me has sorprendido:
he cruzado la llanura.
VII
Las miradas perdidas y criminales
lo dicen todo,
casi todo.
Nos aguardan
en el lado más agrio y aciago
de una “intrahistoria”
que se estropea
en las interminables esperas
que cuestionan
las posibilidades descoloridas
de unos hombres y de unas mujeres,
de unos “matices” venidos a menos.
No hay creencias de estrías cimentadas
que sirvan
en unos contextos
de odios y de hambre.
No podemos estar una vez más
así,de esta guisa atroz, despavorida,
durante más tiempo.
Nos fundimos al máximo, a tope.
VIII
Las opciones de propina
se cierran con llave
en un mundo sinuoso y con meandros
que está colmatado
de vagabundos, de aniquilados.
No somos los gigantes
en una era anunciada y seudo-divina
que predica
sin ejemplos anchos y comprensibles.
Nos vociferan,
nos ponen
en un “pozo” que es gozo,
y nos asaltan
con maldiciones esculpidas por escorpiones
de todo orden y caos.
No estamos:
¿para qué?
IX
Hemos agotado
la paciencia recurrente
de los más recordados,
de todos aquellos
que se han encontrado
con los nervios imparables
de los menos,
de los más,
de los que intuyen
casi todo
lo que proviene
de un sitio delicado.
Nos cambian
la moral descansada de antemano
con una sumisión
poco honesta.
No hemos estado
a la altura
de las pocas circunstancias
que ajustan y cuantifican
la inmoralidad.
Me acojo
a otra enmienda salvadora.
X
Nos distraen
con esperanzas fútiles
que vencen
al final de un mes breve
que no llega, que no paladeamos.
Nos atacan,
nos desmenuzan
en mil pedazos frágiles
que recogen
las cosechas sin naranjas
de otros,
que no están...
Nos dicen que es,
que podrá ser incluso,
y nos hacen escupir
al lado más digno de un cáliz.
Nos hallamos fatigados en esta promiscuidad,
y bastante hartos.
No somos.
Vivimos dispersos,
fragmentados, huidizos.
XI
Finalizamos
como empezamos,
dando y quitando
las destrezas
a un mundo
que se corta y se destruye
por lo más “insano”.
Nos llaman a la provocación
con pronósticos e invenciones
que se reservan
con lentejas pasadas
y reclamaciones
por y para un orden
que no tocamos.
Nos cuestionan
lo mejor y lo peor.
No llegamos a tiempo
como antes...
Supongo que no importa:
nadie parece preocuparse.
Tengo ansias de acabar.
XII
Nos hacen prisioneros
de sus estatuas de sal.
No somos capaces
de superar las cicatrices endiabladas
de las taquillas millonarias,
y con dificultad vemos
las historias verdaderas
que recorren cientos de kilómetros
para llegar
hasta nosotros.
Podrías ser un “buque insignia”,
una representación
de la bondad que llevamos dentro,
pero no,
no sales en las cuentas sustanciosas,
y eso, al parecer, no satisface a los “gurús”.
Nos situamos
entre las cenizas y el dolor,
y no sacamos provecho
a lo máximo y a lo mínimo.
No hemos dado con la balanza fiel:
en verdad, hemos perdido la moneda básica.
El hechizo del pudor,
la magia poderosa,
es posible,
a pesar de todo.
Tú y tu empeño
aparecéis por todas partes,
despacio, quizá muy despacio,
pero os acercáis a la esencia.
Somos rehenes.
XIII
No te oteo
en tu mar apacible:
susurro al oído
de los “dioses”
que te ayuden un poco más.
No mereces un trance
de debilidad
en esa ubicación instalada
entre fisuras opuestas.
No te busco.
Llevas el arma del olvido;
y los extraños
arrastran todo el "desierto"
de un mundo deleznable.
Nos hacen fatigarnos
con sus comentarios:
a ti, a mí,
a los que creemos
en la tolerancia,
en un destino universal y común.
Han golpeado muy fuerte,
han horadado el casco de la nave;
y ahora haces agua por millones de puntos.
Me alegraba de tus triunfos siderales
frente a la adversidad.
Ahora derramo lágrimas por el incendio
que devasta tu interior.
Espero que lo superes:
por ti y por mí.
XIV
Lo bueno anhelado
y lo malo detestable
está
en manos
de un dios mayor y violento
que busca
a sus hijos “bastardos”
todos los días
de un año lejano.
Nos obligan, nos impelen
con acuerdos anónimos
que no convienen.
No estamos
para alcanzar
en la tranquilidad
de las alturas milenarias y gélidas.
Los hechos consuetudinarios
nos derrotan
con una fantasía amable y “creíble”
que resiste y se amuralla
como puede.
No somos:
estamos descarnados
y rodeados de inmundicia.
XV
Preferimos
ver
la “derrota” suprema
en ojos ajenos, atrapados, inhóspitos
e inertes.
Nos hacen sucumbir
ante las miradas
de los más flojos, de los últimos, de los pobres.
Nos llaman,
nos comentan,
nos acallan,
nos rompen el núcleo
y los sentidos
con gracias y “chismes”
que disparan
un día y otro, sin cesar.
No estamos preparados
para dar
el gran “salto”.
Elegimos la cobardía.
XVI
Hemos aprendido
de manos ajenas y externas,
y a destiempo.
Hemos interpretado
que todo tiene
una razón
de ser, un motivo secreto
que se aconseja
con esperas
que maldicen
nuestros nombres
con volúmenes
que nos controlan
de cualquier guisa, con botones elevados.
No estamos listos
para coincidir
en concordia y armonía.
No somos humanos:
nos puede lo más horrendo.
XVII
Las vicisitudes
nos entrampan y nos amordazan
de cualquier manera.
No llegamos
a asimilar y a deglutir
los aspectos
menos legales,
y lo decimos,
y lo sabemos,
y lo repetimos
hasta la saciedad malsana y pomposa.
Se abren
las puertas
con miradas ladronas, ocultas.
No llegamos a vislumbrar
lo que acontece
por un espacio agrietado
y de compromisos
solidarios inventados.
No puede ser,
ni podrá ser.
Las cosas se averiguan
muy mal.
XVIII
Hemos estirado
la piel
de los buenos,
que caen
callados
en el lado menos poblado:
todo está seco.
Las vertientes
nos cortan
en una mañana fría
de invierno
sin nadie
a quien acudir:
no hay ayuda.
Los miedos
son libres, arbitrarios,
y nos vencen.
La lucha es apretada.
Nos agregamos
para rivalizar a tope.
XIX
Me quedo “perplejo”
ante lo que se aventura.
El ánimo cruje
desde la distancia barroca
e inaccesible.
No veo a mis amigos,
no los reconozco.
Apareces con ese brillo
tan especial,
aportando un estremecimiento
de maravillas
sin catalogar hasta ahora.
No advierten lo que ocurre.
Eres Luna de noche,
Sol de la mañana,
bruma acogedora,
tejido al viento en los entreactos.
No sabemos disfrutar
de las figuras sensibles.
Prestamos atención a adaptaciones
no naturales,
y nos apartamos
de “tus” escenas específicas y sencillas,
que narran
como debe ser el sistema social
verdaderamente "humano".
Sin personas como tú,
con tus distingos e idiosincrasias,
con tus apartados y separaciones del canon doctrinario,
estaríamos en vías de extinción.
A lo mejor es así.
XX
Me pierdo
en este enamoramiento agazapado y remoto,
fruto de la “defenestrada” magia.
Me complazco
con tu mirada galáctica
que brinda
al sol
de la película de nuestras experiencias.
Me deleitas
con tus inteligentes travesuras,
por tu voluntaria apertura
a los últimos,
por tu profesional maestría.
No hay imponderables
en tus movimientos.
Eres una, cinco, mil, ninguna.
Demuestras
la multiplicación de las dosis
de cariño y de afinidad;
y haces plenamente felices
a los que tienen mucho más que tú.
Marcas el ritmo limpiamente destacado
entre olas batientes
que componen las melodías
que sucumben
a tu nombre anónimo y fundamental.
Sueño contigo
porque prometes y cumples.
Me has vestido de sensaciones palpitantes,
y me recreo enormemente con tu humor,
que siempre supera
la salvaje naturaleza de las cosas.
No puedo hacer nada:
me pierdo.
XXI
Descorchas mi corazón
con compromisos
que nadie te ha solicitado abiertamente.
Eres original
en tu factura,
en tu asistencia ingeniosa
y fructífera.
Amansas mis criterios pétreos
y aderezas cualquier amago
de rutina sin valentía.
Acudes a mis gestos favoritos
y me das todo, más, “eso”.
Razonas
con la bondad y desde la solidaridad
frente al necesitado
como única bandera.
Concluyes lo que no tiene fin
y emprendes de verdad
lo que interesa en el fondo
y en la forma mudada de “sino”.
Amo tus consignas no escritas,
tus temores derrotados
desde la inocencia divina,
y sobrepaso con los ojos en lágrimas
lo que pudo haber sido un largo letargo
sin tu participación.
Liberas mi alma,
y soy joven a tu lado,
porque miras con el azul limpio
de un día en las tierras del Sur.
Me amamantas.
SECCIÓN C
(6 poemas)
I
Entronco con tu humor:
sí, te entiendo.
Miro tu carta sollozante
y me entrego a tu causa.
“No eres, no llegas”,
te dicen, te apuntas,
y me confundes también a mí.
La vida es comunión
y diferencia,
pero hasta lo más fácil de entender
se quiebra
con meditados análisis cronológicos
preñados de complejidad.
Te ato a mi discurrir,
con todo,
con las “gracias” por conocerte;
y me condeno
a tus ausencias de actos cotidianos.
No te veo igual
que a las demás:
eres mucho más que una marca o un porcentaje.
Algo sabes.
II
Intuyo que eres mía,
como el aire,
como el cielo azul de la infancia
infinita y revoltosa
que se recuerda
con melancolía amarga y dulce.
Eres parte de mí,
y por eso yo me entrego a tu ser
sin premisas, sin baluartes,
como soy,
intentando incluso presentarme
como mejor “persona”.
Me has conquistado raudamente
con tus limitaciones,
o quizá gracias a ellas.
He descubierto nuevamente
que eres más de lo que se ve,
algo que no puedo glosar
de todo el mundo societario.
Te amo por tu inteligencia febril,
por tus “garras”,
por ese compás de enseñanza
que invita
al sosiego, a la plácida calma
del agua de esa Huerta
que te vio desarrollarte.
Eres fuerte en tu fragilidad,
y, claro, me cautivas.
III
Hoy no superas
el aire,
y respiras con dificultad.
Necesitas ayuda divina,
y, aún así, tratas de confortarte
con tu mirada de presa.
Viajas
con tu imaginación desbordante
y jamás herida,
y mascullas algo
que nadie entiende,
excepto tú.
No, no vences hoy.
La fragilidad se apodera
de tus huellas, de esas pisadas profundas,
y caes
en las redes del intento negado.
No te preocupes, corazón,
que lo mío es tuyo,
que hago “propio” tu carril.
Si vas lenta,
atemperaré el paso,
o te llevaré en brazos.
No te dejaré sola,
porque yo también lo estaría.
Además, con tu cordura
silente y sonrojada,
yo te necesito mucho más.
El aire está muy cargado,
y yo más fuerte que nunca
por y para ti.
IV
Agradezco tu paciencia.
Has sido una guía
con tus gratas diferencias "posibles":
me has hecho ver
que yo soy el menos normal.
Te he tocado la dermis
y he percibido el rubor
proveniente de la incomprensión
ahora superada.
Te doy las gracias infinitas, impagables,
por tu prudencia.
Me has observado
con tus agudos ojos morunos
y me has infundido un ánimo
que jamás habría tenido en soledad.
La concesión
ha derivado en plena potencia
para abrazar efusivamente
los sentimientos y las experiencias
de un prójimo
que verdaderamente está cerca.
Eres tú, así, una más,
sin complejos,
con brisas y tormentas;
y yo ya te entiendo
como parte de una Naturaleza
de iguales.
Te debo tanto:
estoy confortablemente empeñado.
V
Fracaso, caigo,
me desdigo:
no puedo más
en esta persecución trágica
con perros hambrientos y voraces
y con una sed adeudada.
Mi espíritu se vierte
al vacío
y me encomiendo
a la negación ingente y creciente
para que agote mi sudor sin calma
lo antes posible.
Se va todo:
la felicidad, la creencia ingenua,
la suerte, la compañía,
la dulzura de la estampa amarilla.
Quedo solo,
mareado, insomne,
presto a la callada.
No hay, no hay furor
en este velatorio de jóvenes.
La puerta se ha cerrado,
y las siete llaves
han caído a la sima de un mar muerto.
No te poseo, no me tienes,
y, mientras me entierro
en esta lidia que atraviesa
mi alma desvencijada,
pido a Dios
otro rayo de esperanza,
sobre todo para no dejar este “testigo” no fluido
a aquellos que vengan en un futuro
a esta arena ardiente.
Ahora sí que te necesito.
V
Como de tu ser,
que me alimenta
con su energía infatigable.
Consumo la fe
que da existencia
con flores de algodón rosado.
Eres la infancia, la mía,
y la visión panorámica de los años.
Conservas
la inocencia del niño perdido
que no desea interiorizar
los vicios o los propios cambios.
No llegas,
ni deseas llegar al nivel
de los adultos,
aunque estás en situación
de decir un “parecer” que no es voluble.
Brindas tesón y rabia contenida
en la botella del diablo
que te apartó del "mundanal ruido".
Ahora admiras
desde el reflejo de una ventana
que podría ser condena,
pero no lo es.
Has superado la cuarentena
de la vida sospechosa,
y respondes con aquello no recibido
de la sociedad corredora
y beligerante.
Eres feliz, en estos momentos sí,
después de la ácida amargura,
y por eso te haces querer, o lo intentas.
Aglutinas e insuflas un valor
que la mayoría no conservamos.
Gracias por tu amor
sin mareos ni dobles intenciones.
Estoy en un “entrenamiento”
tenaz y con suerte.
SECCIÓN D
(14 poemas)
I
Me has vendido una caricia,
y la he comprado como si fuera una “flor”.
Me has regalado un ramillete de deseos,
y he sentido la paz de los humildes.
Me has colocado en la mejor mesa de tu casa,
y he experimentado la “presión”
de los que viven como si la fortuna no parara
de tocar a la puerta que nadie palpa.
Me has alimentado con tu visión sin sospechas
y he cortado de raíz
el ridículo que antes sufría.
Me has otorgado el beneficio de la duda,
y ahora me pasas el paño húmedo
que no disfrutaba anteriormente.
No resisto los esfuerzos que no sirven para nada.
Me siento pleno, superado por una calma
que conservaré a toda costa.
Las invitaciones se han quedado cortas
entre tanto pasatiempo
que no corrige la palabra, el sostén,
pero ahora has venido tú a mi vida,
y soy el duende de la suerte con tu nombre
grabado a fuego y pasión.
Hablo de ti, y no me canso.
Me has entregado el curso mejor de la “estantería”.
Los aprendizajes me han llevado de sitio en sitio
con paradas no siempre comprensibles.
Ahora soy yo quien dirige mi vida,
sujeta a la tuya voluntariamente.
Me has dicho que eres mía,
me has vendido tu arte, tu rúbrica, tu firma,
y, desde este instante, te pertenezco
más de lo que podría sospechar o soñar.
He comprado.
II
Mañana nos veremos,
y nos diremos cosas lindas, extraordinarias;
y avanzaremos en una relación estrecha
y profunda
que agudizará el ingenio y el placer.
Nos diremos sin rodeos
cómo y cuánto nos amamos,
y nos dirigiremos
hacia la voluntad de un misticismo
que es la entrega total y absoluta.
Mañana te buscaré
como un animal en celo,
como un bárbaro en pro de una luna de miel,
como un enamorado que sólo ve por tus ojos.
Seré fiel a ti, a mi devoción,
a mi ideal de belleza que eres tú.
Esperaré a mañana, con parsimonia y gratitud,
para regocijarme un poco más
en este espejo que aumenta la pasión
hasta límites de éxtasis.
La hermosura de esta cita será tan especial
que me sentiré el más afortunado y adulado
del universo conocido y por conocer.
“Será mañana”, me digo, y me repito.
Todas mis afecciones han tenido cura
gracias a tu intercesión docente y paciente.
Mañana será todo aún mejor,
si es que esta “fantasía” es factible.
Nos veremos mañana, mañana mismo,
y todas las mañanas, amor mío.
III
Me has llenado de fragancia,
de ansias por vivir,
y me has bañado de colores.
La existencia ya no tiene un sentido:
tiene cientos, con multitud de variables
y de matices altos, medios y bajos.
Me has colmado de una dicha inmerecida
que me hace afrontar cada día
con más tiento y con mucha más energía.
Eres mi estrella, mi guía,
en este contexto de prisas
que no conducen a parte alguna.
Como pensando en ti,
rezo por ti,
me muevo con tu imagen en mi retina
y en mi cerebro...
Mi entorno ha sumado con tus risas,
con tus términos, con esos tonos amables
que tan bien manifiestas.
Soy el más afortunado de los hombres,
y sabes que no escatimo esfuerzos
para expresarte lo que pienso.
Eres mi lucero del alba,
y de la noche, y de todas y cada una
de las horas maravillosas que saben a ti.
Me has hecho olvidar los prejuicios
y me has introducido en un país
de espejos e imágenes que derrochan
el mejor humor del mundo.
Dedico mis instantes a tu ser irrepetible,
porque te has metido en el mío,
y, de este modo, somos uno, el todo,
el arco iris recién inventado.
Me has colmado de perfume,
y camino como embriagado.
¡Quiero seguir oloroso
y sumamente borracho!
IV
Eres el “rayo de luz” de esta mañana,
mi amor, mi querencia suprema,
mi completado círculo,
aquella experiencia adolescente concluida.
Eres mi color azul favorito,
mi cama confortable,
mi almohada suave, mi punto de apoyo.
Intento ser lo mismo para ti,
y deseo una comunión tal
que no haya distingos ni direcciones enfrentadas
en nuestro renovado encuentro.
Te cito y te beso con fruición hasta en sueños,
y amo cualquier rincón perseguido
y cada escenario en el que estamos corregidamente juntos.
Los ciclos son básicos con tu foto al lado.
Te has convertido en mi “fetiche”,
en mi broma gozosa ante lo serio,
en lo seriamente necesario.
No quiero prescindir de ti,
ni debo, ni puedo, cariño.
El trampolín de cada día sabe a la cereza fresca
de tus labios, a la sintonía perfecta de tu voz,
a tu recuerdo indeleble.
Te amo sin justificación alguna, sin tacha,
sin consideración ni motivo.
Eres mi persona sin cabos sueltos y te seguiré
hasta el final del mundo y de mis días,
sea en el orden que sea.
V
Me sustento en tu dignidad hábil,
que expandes
con la voluntad y con el color
que moviliza casi todo.
Me sumo a tu carro alado y en acción,
que preconiza la atención celestial en el atardecer.
No hay esfuerzo vano.
Me siento repleto de entereza, como presa,
con la mejor “calidad”.
No paro de acechar por un lado y por otro,
y muestro el rostro de mi sentido inquieto y penetrante,
que es mucho y bueno gracias a ti.
Te siento dentro de mí,
y yo estoy dentro de tu vientre,
porque mi mayor anhelo es tu felicidad insuperable,
que hago mía, que participo con tus ansias de avanzar.
Es posible convertirse en una buena persona,
a pesar de los obstáculos;
es posible proseguir el camino en paz;
es posible todo
en esta “faz” de complejos y de tropiezos
más o menos consentidos.
Todo es realizable con gentes como tú a mi lado.
Mi presente no sería el mismo sin tu cercanía,
sin tu consejo, sin tu ejemplo y sin tu recorrido modélico.
Sé que mi futuro será, y será honesto,
porque estarás a mi vera,
porque procuraré tu bienestar y lucharé para que así sea.
Tu silueta es viva,
y me curvo a proa.
Albergas grutas en tus entrañas
que quisiera visitar
y hasta habitar.
Eres una obra maestra.
VI
Te quiero, amor mío;
y te ensalzo con sabor a miel.
Te siento, ave infinita,
y te reconozco el afán indestructible
de mi vida,
que es tuya para siempre,
pase lo que pase.
Miro hacia tus ojos brillantes y “picaruelos”,
y reconozco en mí
un puro deseo de ser escolta
de tus huellas y “meneos”.
No soy el gran “Don Juan”,
ni lo pretendo ser.
Hablo y encuentro en tus brazos
el calor de la pubertad huida.
Me conmuevo.
“Engullo” todo lo que eres,
lo que serás,
todo el influjo de la grata ilusión
que me lleva de un sitio para otro.
Siento que las cosas
cambien de rumbo
a la primera de cambio.
Lo confirmo por la experiencia,
pero no voy a consentir
que la maldad impere en mis sentimientos.
Te he encontrado
por suerte, por gracia superior,
por lo que sea,
y no te voy a dejar ir sin “bregar” por ti.
Te amo, te estimo, te quiero,
te consumo, te experimento,
te sueño, te altero, te palpo,
te entrego todo lo que soy,
y por eso soy “pleno”.
VII
Me he ido corriendo
a buscarte.
Sé que mi problema
no es nada,
pero necesito que me lo repitas.
Gano, soy pura victoria en tu amistad
sin “barullos”:
me ofrece una salud cercana
con ideas desinteresadas y aguerridas.
Los diablos cornudos
me persiguen con su odio para distanciarme.
Te amo
con la sencillez y con la naturalidad
del campesino, del labrador,
que localiza en los ojos verdes y cambiantes
de la ilusión
de la fiesta veraniega
a la persona complementaria
con la que morir un buen día,
tras un espléndido y largo tramo
de entrega, de hijos, de dicha y de verdad.
Estiro la fórmula
de lo visible a las neuronas
con un nuevo vínculo contigo,
que te has convertido
en la perfección hidratante.
Vivo una caricia insuperable
con tu subvención sin tasas ni perjuicios.
Sigue a mi lado, cariño,
y enfría mi inquietud
con tu fragancia, con tu consuelo.
Nos espera otra noche
de pasión...
VIII
Me impresionas constantemente.
Te imagino
a todas horas,
y no hay reposo válido
que no se vea acompañado
de tu imagen destellante, inspiradora.
Te has convertido en un estilo,
en sol y en sombra,
en luna y en estrellas,
en agua y en calor,
en visión y en realidad,
en todo lo que tiene una justificación instantánea.
Has abierto la ventana del detalle,
del “delirio”,
procurando un frescor cargado
de cometas hacia cientos de galaxias.
Eres la razón de ser,
mi motivo genuino
en una senda verdosa y gris
recorrida a la velocidad de la luz.
Me gustaría poder definirte
con palabras originalmente prodigiosas
y difícilmente utilizables
por el común de los mortales.
Soy simple, con pocos instrumentos a mi alcance,
pero sí puedo defender
que haces que sea grande y relevante, único.
Me procuras y me generas
el anhelo de ser algo, algo mucho mejor,
y, gracias a tu cristal reflectante,
lo soy de veras.
Estamos unidos.
IX
Te has convertido en mi referencia,
en mi anillo, en mi reloj,
en mi oro con diamantes,
en mi aire con oxígeno fresco.
Me invitas a “maquetar” cada día.
Procuras mi confortabilidad
y me siento bien, muy bien,
tremendamente genial.
Soy el “mejor” gracias a ti,
o lo creo, o lo pienso,
y hasta lo experimento
en los momentos más sombríos,
que ahora se apartan rápidamente.
Lo directo es la partida en común contigo,
con tus músculos, con tus labios.
Eres la “fruta” más natural que conozco,
con vitaminas que sanan.
Eres mi razón divina y mortal,
mi comunión con la naturaleza,
mi entendimiento, mi “sesera”, mi interior armonizado.
Has conseguido que mi devenir tenga un valor,
una “suma” ingente que excede lo patrimonial;
y ello se debe a tu venida en pugna aniquiladora,
al regalo de tu físico y de tu química espiritual.
Eres mi figura, mi norte, mi voluntad,
mi libro de consulta,
todo lo que preciso para aprender un poco
y para seguir con un enorme provecho
en este complejo panorama de atascos.
Te recuerdo constantemente.
Tomo de tu “vaso”.
X
Me tocas con la base,
con la altura,
con el todo,
y me devuelves a la ilusión mordedora
de una gran infancia.
Me abrumas con tus peticiones,
con tus palabras simples y bonitas,
y me metes en una espiral
de absoluta hermosura.
Me apartas del tópico, del cliché,
y me quieres,
y me dices quién eres,
y te disfruto como un “bobo”.
Soy el más “grande”
en esta convivencia ilusionada que ahora te tiene
en el desván de los recuerdos oficiosos.
Me purificas con tu conversión,
con esa catarsis en pequeña cantidad
que me hace beber
de una fuente de agua brava y sanadora.
El sentido de la demostración superviviente
se dirige hasta ti,
y, tras amagar un rato,
me tomo el elixir de la simpatía
que me brindas jornada tras jornada.
Me había cansado de agotarme,
pero en este instante sé que merecía la pena.
Me tocas con el ángulo,
con la hipotenusa,
con el cuadrado, con la broma,
con la tangente, con todo,
y me haces ser, sencillamente, dichoso.
Brindo por el futuro,
que celebrará la ausencia
de enfermedad.
XI
Voy a ninguna parte sin tu amor.
No siento nada fuera de ti,
si no te tengo en mi proximidad.
Me confundo contigo, con tu belleza interior,
con esa gracia que va allende los mares de la hermosura,
que tanto te sobra.
Me cobro un ánimo renovado y clavado
que asume los obstáculos
como algo natural que podemos y debemos soslayar.
La superación de cualquier desorden, de las prisas,
está en cada rincón que visita tu mirada.
No hay problemas, no contigo.
Me muevo con más esperanzas que nunca
gracias al tesón que me puntúa
día tras día, en cada segundo que respiro junto a ti.
No estoy solo, no puedo estarlo
cuando siempre me traslado de un lugar a otro
con tu figura de modelo rompedora.
Clamo por tu presencia,
que se hace palpable en cada estructura regalada,
en cada anhelo que crece con un sí eterno y destacable.
Te amo, te quiero, te valoro, te admiro, te estimo:
me acoplo a tu manera de ser ocupada y voladora,
y me siento el más rico de este Reino empobrecido
por las armas, por las guerras y por el color del dinero.
Todo se queda aquí, excepto el alma,
que viajará sempiternamente con la tuya
por obra y por gracia del gran Dios de nuestros mayores,
que soñaron con algo así.
Te has convertido en la clave de una existencia
que se acomplejaba antes entre amnesias,
y que ahora descubre las maravillas de un mundo
reseñado en tu nombre, con tus intuiciones.
Amo tu figura, tu realeza, y te sigo sin previos intereses.
XII
Te sonrío, te estimo, te sueño,
te exprimo con afanes locos
que me llevan
al mejor de los espejos,
que saborean tu “denominación”.
Me dejo tocar por el ansia
de un ser cimbreado
que te influye
con gastos reales, no baratos.
Soy feliz de tenerte,
de experimentarte próxima,
de que me aportes una gran sonrisa diaria.
Te miro y me abocas
hacia la dicha suprema y suelta
que me propicia repetir mil veces
tu nombre sincero.
Me quedo con la avalancha
de uno y mil recuerdos
que asocio
a tu caricia irrepetible,
que supero con resortes
de todo género y número.
Me conmuevo con tus significantes,
con tu ejemplo, con ese modelo de aprendizaje
que me conduce por vericuetos de insistente aprobación.
Nunca pensé que podría ser tan feliz,
y lo repito sin más mérito y objetivo
que el de reconocer
que somos el uno para el otro.
Doy gracias a la Providencia que vaga
por esa mano amiga
que me entregó a tus brazos
en un instante bastante confuso,
y ahora bastante alejado.
Te amo:
me quedo entre tus “efluvios”.
Busco un hombro
en el que llorar a tumba abierta.
Empujo.
XIII
No te “merezco”.
Asumo que puede ser,
y digo que es:
te sigo a donde sea
con el fin de poseerte
de modo apropiado.
Te pretendo, te imploro
un poco de amor,
el suficiente para ser feliz,
para tocar el fondo de la emoción
más que sincera.
Hablo con resortes poderosos,
que me brindan la base circular
de una relación pueril
que ojalá vaya a más.
Te persigo como el animal amenazado
en celo, y celoso
de una intimidad a tono
que te cuesta darme.
Sé que no soy digno de ti,
pero seguiré luchando por ofrecerte
una imagen más acorde
con tus anhelos y con tus merecimientos.
Te quiero con locura,
y no quiero que lo olvides jamás.
Eres el sentido de mi existencia,
mi fundamento en este lugar de “conflicto”.
Intento que sea,
y será si tú quieres y te esfuerzas...
No somos iguales;
y perderé esta adivinanza
sin favores revueltos.
XIV
Amo, amo mucho:
no perfilo más.
La suprema dicha
conforta con una amabilidad
suficiente y blanca,
para decir que es
lo que no es ciertamente.
Estimo
que todo tiene un sentido,
y procuro dárselo, dármelo,
en cualquier instante, en las diversas fases,
en esta “movida” antes marchita.
Reclamo el honor real
de una querencia superior,
y gozo completamente
a la sombra de un “fatum”.
Explico lo que soy,
lo que espero de mí,
y suplico una ayuda liberalizadora
para ser más hombre,
para vivirte, mujer.
Experimento elucubraciones
que lanzan el deseo
muy lejos, “súper-lejos”;
y nos quedamos
con los ojos rojos por la falta
de un cariño ideal.
Nos sumamos y nos restamos
con imposiciones y plegarias divertidas.
No puedo decir que sea dichoso,
pero tampoco lo niego.
Las personas nos complicamos
los juicios del recuerdo
con heridas malditas.
Nada es.
SECCIÓN E
(7 poemas)
I
Venzo
a los lobos negros
que se acercan
a mí
con unos aullidos
que espantan.
No doy con la motivación rosa
de los que más piensa y reconocen.
Me indican
un camino fácil
que no es real,
sino ficticio.
Me devuelven la mirada
con beneficios irresponsables
que abren constructivamente
lo que tiene un verdadero interés.
No es posible ser
feliz
desde la certeza,
con estas carencias locas.
Quizá pierdo
ante manifestaciones y oprobios.
II
Molesto
y lo sé bien
desde hace tiempo.
No estoy con los placenteros, con los disponibles,
que ganan,
que nos hacen perder
los papeles
que podrían ser
auténticos sin administración sana.
Me cuecen y me ennegrecen
el alma
con esperanzas fatuas
que nunca más
serán
lo que fueron.
Lo siento, y soy
en mitad de la nada
que todo lo aconseja como devaneo.
No he llegado a la hora estipulada.
La vida es lo que es.
Lo siento mucho.
Fastidio
a un público exigente.
Hay mucha “presión”.
III
Me “enfangas” hasta la médula encantada
con intenciones difusas
que pregonan
un cambio de fisonomías y de anhelos.
No vamos donde preferimos,
ni podemos ir.
Nos largamos hacia una “subasta”
que nos libere, que lo haga ya,
pero poco, inciertamente.
La vida “guapa” es un trayecto exquisito y falso
poco recomendable
que nos aligera las fechas
cuando menos lo precisamos.
No vendemos a nadie,
ni siquiera a nosotros mismos,
y nos volvemos dementes, oscuros,
medio volcados en regímenes esforzados y equívocos
y casi esquivos.
Las vivas voces pretéritas
se apagan
con un mecanismo que nos asusta.
Bendecimos el “destino”
con un agua sucia que toma el pelo
a todos y a ninguno en particular.
Nos disculpamos con aventuras
que luego, como siempre, pasan sin estreno.
Nos planteamos un error.
Falta valentía
para un retiro a tiempo.
Te invito a un té.
IV
Abomino, me abofeteo,
por una experiencia
que deja bajo tierra
mis intereses más mundanos.
No creo
en lo que viene después,
ni maldita falta me hace.
Nos asombran en negocios y citas
con métodos bastardos
que hacen imperar
la ley del más fuerte.
Nos alejan
de la sensación de vivir
con elementos poderosos
que detienen
la virtud nevada
con cruces y con rayas.
Nos lavamos las manos deshuesadas
con exclamaciones magnificientes
que lideran
las obras dramáticas con personajes rotos
por el puro deseo.
No vamos donde ansiamos,
ni fingimos estar
donde no puede ser.
No tengo sensación de cansancio,
y tampoco de haber descansado.
Tus palabras son un poco extrañas,
y pido el paso diverso
que alaba
la trayectoria torturada
de los otros malditos
de corazón agujereado
que no desean contemplar
al gran Dios alejado del sitio azulado.
Nos aproximamos
al otro lado de la balanza
con inversiones inclementes.
No aplicamos menos, ni siquiera más,
y nos largamos
hacia el barrio de los no remediados.
No somos héroes,
ni mudamos afectos variados;
y por eso, amiga, no llegaremos a parte alguna.
Lo siento mucho, sin rodeos...
V
No aprieto los dientes humillados
porque no puedo.
Lamento la “directriz”
que nos conduce
por donde menos nos concienciamos.
No hay justicia ideal.
Nos marchamos al otro lado de la apariencia.
Las imposiciones saladas
nos conducen
por cuevas con ofertas;
y luego viene el daño,
el erial tremendo
que nos pone a prueba.
Nos imponen la ética inmoral
de la sinrazón agónica, agorera,
que produce más monstruos
de los que podemos deglutir.
Los últimos de la clase destruida
nos toman
a broma,
y la broma nos parte en millones
de mitades de basura
que nos alegran la ciencia empujada
con pura amargura.
No podemos menos.
Nos vuelven inútiles
con ataduras que asienten,
que nos quitan
lo peor,
que es hermético,
que es nada de nada.
Hemos hablado lo justo y en precario;
y nos estropeamos la “temporada”.
No me gusta esta campaña.
VI
Me destinan
a perder,
a no conseguir
a través de las buenas razones
que libran
de una tragedia incansable
que es empeño y sombra
en el vacío
que supone
un trance diverso.
Nos llaman,
nos ponen entre aportaciones,
nos hacen volver
con un exponente bárbaro
que es liberación
en el vacío alcanzable
casi eterno.
Nos llaman otra vez
y nos ponen
donde nos despedimos.
No puede ser:
competimos para callar.
El juego
nos hace “antiguos”
y sin momentos mágicos.
Pongo;
y me cruzo
entre fuegos amigos.
VII
Me pongo a fingir en los bajos fondos
como si algo
tuviera
un sentido encomiable;
y casi consigo
las destrezas recortadas
de una aparición
que me pudre
tremendamente en este concepto derrotado
por rebeliones paradójicas
que amparan
a los malhechores legales.
No veo a nadie,
ni a mis amigos inmóviles.
Las cosas se complican
más de lo calculado.
La tierra no es
la virtud “prometida”.
Los afectos sobresalen
y se entremezclan.
SECCIÓN F
(31 poemas)
I
Las circunstancias de primera clase
nos hacen fuertes
con el curso dominado
de un camino plagado de lacras corriendo
hacia la nada
que progresa a la inversa
con manifiestos
casi imposibles
de comprender en su conjunto.
Nos abandonan
a una suerte incitada
que no será de “otros”.
Los listos y los “pregonados”
se harán enseguida
con los intercambios insalubres
comerciales y financieros
que supondrán
una prórroga reprochable
que otorgará
el beneficio enfadado
de mil dudas
que son y serán
deudas sórdidas
imposibles de pagar.
¡Menuda fiesta!
II
No vuelo inspirado
ni soy
en medio de este sin-sentido cuestionado
que atropella
a los menos honestos.
No puedo cambiar
las historias y las hostilidades lineales
de los demás.
Nos acostumbran
a ser
entre tinieblas irrespirables.
No es posible dar vueltas solubles
con la rueda nodriza
que mueve un molino inútil.
No es probable la paz cualificada
entre enemigos absolutos
y consagrados.
Nos miran poco,
y nos supervisan
peor.
Considero la vida
y la libertad.
Existe un círculo preso
de la inactividad.
III
Hemos apetecido
algo menor,
y hemos creado una telepatía
adorable y vibrante
que recibe sabiduría incrementada
de una hemorragia imparable
que devora
la pasión de moda
y la propia vida proyectada
de aquellos
que la derrochan.
Nos dan consejos estériles
y no aceptamos el borrar
ni la mitad que confiere y que configura
lo que nos conviene.
No somos,
ni seremos en la “implicación”.
Las astucias
de otras etapas “voluntaristas”
se inventan
una realidad pudorosa.
Somos niños “caprichosos”.
Vislumbramos la creación
y la luz entre procesos
de ascensión.
Podemos emerger.
IV
Los peligros y las invitaciones
se esparcen y se universalizan
con un fantasmal
elemento inocuo
de muerte sembrada
que es hija y madre
de la nada.
Nos ofuscan
con los negocios diezmados
y extrañamente con licencia
que nos infunden
un pavor
que es poder a la postre,
y no en el primer plato.
No hemos sido
los buenos
de la película, de este “teatro”,
pero tampoco los brujos negros.
Las cosas interesantes
huyen, descienden,
y no salen las estadísticas.
Hay demasiado carbón.
Somos retorcidos
y poco profundos.
V
Hemos asimilado
que las cosas
se nos han ido
de las manos
en más ocasiones
de las soportables.
Las cautelas y las prevenciones
de otros tiempos
nos han dirigido
hacia una “difuminación”
que todo lo inunda.
No hemos pisado
el camino, el itinerario, el proceso,
sino el mal en claves sin pulmones.
Las posturas extinguidas
nos han dirigido
hacia la visión hostil
que perpetúa sin armonía
las ganancias molestas.
No vemos ese “resorte”
que nos puede infundir valor
y un poco más de capacidad.
VI
No cala en nosotros
lo que conviene en la piel de un río.
Nos ofertan contrastes “verduleros”,
mil condiciones impresionantes
que nos acercan
a nada de nada.
No hemos sido
los protagonistas
de la última situación anhelada,
que se ha emparentado
con los odios y las fobias
de las sociedades intermediarias,
que se han comportado
de mil formas, desequilibradamente.
No estamos.
Las despedidas, los “continentes”,
se radicalizan, nos orillan,
y pedimos
un relativo “perdón”.
No regulamos las relaciones,
y ahí están los resultados.
Diluimos
y “berreamos” en la desembocadura.
VII
Nos proyectan una hilera
de animadversiones
que siegan
a los que más saben,
que se retuercen
con las costillas desmenuzadas.
Nos mostramos en un terreno de insectos
con ciertas controversias
que infunden y otorgan créditos
a los ladrones, a los asesinos,
que son más,
que son los que son, los reconocidos.
Nos refrendan
la “pasta” estúpida
con una carencia
de honradez
que dificulta lo bendito e incrementa
casi todo
lo que tiene un foco “carroñoso”
deshonesto e incoherente.
No somos muchos:
esperamos un “redentor”
entre combates sempiternos.
Nos dan sorpresas.
VIII
Nos inculcan
unos conocimientos amigos
que se tecnifican
en el crepúsculo.
Nos alimentan en una especial cruzada
con conclusiones invisibles
que inquietan
la poca paz de los ancianos buenos.
Nos introducen
en más líos
de los clasificables,
y nos hacen retornar
a iniciarnos
con unos pesos y con unas tenazas
que liman
algunas asperezas.
No estamos integrados
totalmente.
Nos inducen
a enfrentarnos
con lo menos mediocre.
No somos,
ni seremos,
ni daremos nada
de relevancia o estima.
Nos rompen los “moldes”
para lastimar
nuestro tacto y nuestra vista.
Duele...
IX
Los campos y los huertos
no mejoran
en la noche...
ni durante el día.
Nos causan
más caídas y desvaríos
de los que podemos
superar y sobrellevar,
y, pese a todo,
nos enganchamos
como podemos
a una “mentira”
que procura conocidos
con fijación
y de forma mecánica.
Nos aconsejan retratar
el instante preciso
que resume e incrementa
los esfuerzos
de la pasión
desarrollada en secreto.
Soy un desvencijado
sin parapetos ni atalayas.
X
Hemos aprendido
de las colas,
que se hacen más y más largas.
Las ocasiones
nos han doblado
la espalda
que tanto nos trajina
en una u otra dirección.
No estamos
para vivir
la parsimonia
de las grandes cimas.
Nos toman
el pelo
y nos hacen aguantar
entre sentencias lujuriosas
que suponen
volver a iniciar...nos.
No estamos
para precisiones,
ni para matices circunflejos.
Hemos mirado
en un texto complejo y límpido
que no comprendemos.
La vida no es,
no como pensamos.
Hemos aprendido tarde.
XI
Nos vamos
a otear un poco
lo que se acarrea
en una “historieta”
que se compromete
con aquellas rabias bélicas
que no controlamos regularmente.
Nos ganamos
la vida
con cultivos de bombas,
sin respeto,
con él incluso,
y seguimos
esperando
las posturas poco sólidas y solubles
de unos y de otros.
No llegamos a la estación
de la coherencia perpetua.
Nos ganan:
la perturbable ocasión
se desangra
en una especie de parodia
sin rumbo ni salida.
XII
Me has buscado
con una cierta prevención,
que se ha convertido
en un interés vacuo y ensordecedor
casi relativo.
Nos han brindado protección
para estar
a la altura
de mil coyunturas
que no sujetamos.
Salimos a divisar
un terreno lánguido
que se estropea
con el paso del “cronos” .
Nos mudan sigilosamente
a la otra nada;
y nos indican
que podrá ser
en un cierto momento
de discordia.
Veremos.
XIII
Nos tratan
de hurtar
todo lo que somos, las melodías
entre fundamentos frágiles
que se generan
en la lejanía.
Nos guardan el aire,
nos sisan
la mitad
más uno
y cientos de millones más,
y avanzamos sin progreso,
con los agravios
que se “inculcan” e insuflan deshonor
desde la novedad
que no se palpa
y que se atrapa malamente.
Nos roban la tradición.
Hemos pedido mucho,
y apenas tenemos
un elemento que nos agrade.
Nos manchamos.
XIV
Nos formamos inadecuadamente,
y somos
entre disparates
que recorren
las venas
de los leones y de los tigres de bengala.
Nos amordazan
con presentimientos y “finanzas”
que buscan
unas flores secas del área
donde nada es.
No obtenemos conceptos válidos
ante pérdidas malditas
que suplican
estar a tono
con lo más amado.
Nos reclaman,
nos dicen que sí,
y nos declaran
una guerra despreciable
que supone medallas
y una pérdida mayor.
No estamos para fiestas.
Hacemos énfasis.
XV
Duramente hemos dado
con los cimientos sin turno,
con los cánticos auténticos
que han ofrecido
las buenas motivaciones “agrietadas”.
Nos han cuestionado
con voluntades “encontradas”
que inciden
bajo millones de fisonomías.
No hemos estado.
Las convenciones
de otras etapas remotas
se han entregado
a emotividades
de libranza y media.
No estamos para nadie,
ni en disposición para nosotros mismos.
Las ideas se pierden:
la “laguna” se lo traga todo.
Vivimos entre tinieblas blancas.
XVI
Nos entretenemos
con las escuadras
más sabias, soberbias e insuperables,
y nos volvemos,
y nos apalancamos;
y nos dejamos
ponderar
por la pesadez y las sensaciones
de unas palabras sumisas
que huelen
a percepción errónea
y a muerto decrépito y putrefacto.
Nos consideran
partidarios
de las grandes “medias tintas”
que sucumben
en el lado contrario
de una apatía
de maravillas
y de contrastes grises y desoladores.
Paremos el juego,
o nos devorará.
XVII
Hemos solicitado
regresar
al instante inicial
de la conveniencia siniestramente
pueril.
No ha podido ser:
lo sabíamos
desde antes de nacer.
Los balances
no han salido
como al inicio de la “bella historia”.
Las “vertientes”
de la pena mora
nos han tambaleado
con libramientos y con supuestas libertades
que aderezan y adecuan
los momentos
menos claros y elocuentes.
Patinamos y resbalamos.
Esto es un nuevo “encontronazo”.
XVIII
Nos observan
con una atemperada incredulidad
que atesora
los menesteres montañosos
de los menos limpios de corazón.
Nos vocean,
nos hacen introducirnos
en una historia irreal
que no es la nuestra;
y nos fuerzan
a reinventarnos
con la necedad que se mece
como única ilusión empatada.
No podemos ser
en medio de una locura siniestra
que es lo que es.
¡Para llorar, amigos!
XIX
Andamos detrás de una excusa,
de la perfección,
y apenas topamos
con las bases fermentadas
de una era de gritos
que se muestra
con supersticiones engañosas
que ablandan
los corazones
menos disciplinados.
Nos cortan
por mil sitios, a tiras, rompiendo la piel.
Nos convencen finalmente
de una levedad
que es ser unos bastardos
entre negocios ruinosos
casi ocultos, tapados, lastimosos.
Nos avisan,
pero no atendemos
las numerosas alarmas.
Es, sería, bueno guardar
los restos de las arcas.
XX
Hemos viajado allá,
hacia la nada que es límite
con las manos repletas
de amigos con antifaces
que se venden
con imposturas frustrantes e insalubres
que predican
con modelos tardíos.
No llegamos a saborear
lo que merece nuestra victoria moral.
Nos incendian
lo nuestro
y nos invitan a aparecer
con las vértebras partidas
un día y otro.
Nos consienten con mofa
un espectáculo dantesco
con presencias ficticias y salinas.
No estamos para ser perdonados:
nos disipamos.
No sé para qué vamos:
nos revolcamos.
XXI
Hemos comprendido
que el gran disfraz
se hace con las etapas
de los elegidos, de los seleccionados,
de los que vienen
dispuestos
a cambiar
casi todo lo visible
con una versión actualizada y documentada
poco realista.
Nos hemos esfumado
con la mentira “impecable”
en la boca,
con la noche
de los tiempos
entre un consejo tostado
y otro,
entre cientos de advertencias.
No hemos sido,
y lo sabemos
sin juzgar a nadie.
Perdemos:
no somos más ni menos.
Nos empobrecemos.
Ha caído en el tejado
la “pelota negra”.
XXII
Nos abominan
por nuestra entereza,
por una cerrazón
que conmina a una transformación
que no disfrutaremos.
No perjudico a nadie en este relato.
Fracaso.
La complacencia de los amigos interesados en el “Bien”
la queremos para todos,
incluso para los enemigos,
para los que nos “encasillan” en segundos.
Aspiramos
a una mentira piadosa
que nos oculte
los fines de antaño,
y nos metemos en unos alborotos
que lideran el papel liberador
de la página de tránsito.
No vamos de invitados
a ninguna parte paradisíaca.
Nos bañamos con multitudes
Hambrientas y errantes
que traspasan los planos más y mejor diseñados.
Nos permiten de nuevo
que sigamos,
y creemos que somos “autosuficientes”,
pero finalmente no es así.
Hemos reclamado algo
que no podemos regalar,
y por eso nos sentimos defraudados
en esta nave irrecuperable.
XXIII
No explotamos
a su debida hora.
Nos incrementan
las tarifas y las tasas
con situaciones disimuladas
que no podemos asir.
Nos encarecen
con precios elevadísimos
que se resumen
en giros prohibidos y desorientados
para empezar.
Nos entierran
con firmes imposiciones
de sanciones improcedentes, “agusanadas”.
Nos quieren poco y mal.
Los hechos
nos desmienten
con trazados y recorridos
de efecto retardado.
Claudicamos ante el “puente elevadizo”.
XXIV
No alcanzamos a ser dichosos
con las novelas
que nos agradan.
Nos azotan cruelmente
y nos persiguen sin vacilación
y con la moral
en un emplazamiento poco defendible
que es detención
a su terminación con distingos.
Los reflejos del espejo
nos ultiman
unos dividendos irrisorios
que afirman
una voluntad memorística
que no es.
Hemos analizado y hemos simulado,
y nos hemos tenido
que imponer.
Los cuentos
nos reclinan
en el invierno
que no tiene colección
a la que referirnos.
Vencen los mafiosos,
y la pregunta es:
¿qué nos queda?
XXV
Nos hemos consagrado
a limar y a recortar
unas inmundicias
que raramente
nos permiten estar
a la cabeza
de las buenas vibraciones consentidas.
Tanteamos
los aspectos y los contornos
más ingratos
con fechorías aduladoras
que nos pasarán la “minuta” temática y congelada.
Eliminamos lo lindo y lo hermoso,
y nos volcamos
en asuntos
casi graves, tormentosos.
Todo se puede arreglar,
pero miramos
para otro lado.
¡Demasiada cobardía!
XXVI
Nos envían por mil medios
una información desidiosa
en la que no creemos
como cuando éramos jóvenes.
Nos consideran
discapacitados psíquicos y perpetuos
en una colina inaccesible
que ampara
sólo a los asesinos,
que se atan y que nos asaltan
por cualquier parte, sin aviso.
Nos atraviesan a espada
con motivaciones de lanzas
extrañas y fugaces
que rompen
y casi rasgan el honor.
No terminamos de vislumbrar
lo que se lleva a cabo sin equipo.
Parece mentira,
y seguramente lo es.
Todo no se valora
como una cuestión porcentual.
XXVII
Discutimos y nos agarrotamos
con una torpeza aburrida
constante, reiterativa, empedrada.
Nos dedicamos
a precisar
unos instrumentos tangenciales
que censuran
con resentimientos
excepcionales.
Las tonterías y las vanidades coleccionadas
se enfrentan
en pugna desigual
con unas molestias
que no aceleran
las mudanzas desdeñadas.
No salimos adelante.
Las estructuras se vencen
y caen estrepitosamente.
Sigue el “debate”.
XXVIII
Nos comunican
que nos han vuelto “invisibles”,
que nos estimulan desde la honra,
que nos pueden provocar
con astucias concentradas
que superan
las venganzas emocionantes y bestiales
de unos y de otros.
Nos podemos fastidiar,
y lo hacemos.
No damos
con las cimas gloriosas
de aquellos instantes
en los que todo
fue mejor, según pensamos.
No hemos llegado
a sentir
la luz eterna
del gran rostro tranquilizador.
No nos iluminan
los seres queridos.
Nos impacienta este hastío.
¡Debemos mucho
en esta liga poderosa!
XXIX
Hemos amparado y ofrecido techo
a los brujos quemados,
a los que vuelven
con las manos ensangrentadas,
desmenuzadas, intrigadas,
con los demonios sectorizados
entre los ojos apagados
por las dificultades
colmadas
de molestias e incordios
que no se toman en consideración.
Hemos sido tontos, tantos, lelos,
en la superficialidad reflejada,
con el todo.
XXX
Los tiempos y las edades del Hombre
nos transfieren
unas eternas agonías
que provocan
unos conflictos y unas mareas
que no percibimos.
Las cuestiones
se repiten
con las iniciativas rápidas, acarameladas,
que nos llevan
a cualquier cruce de caminos con ahorcados.
Los descuentos de la onda espacial
nos abandonan
con promesas inservibles
de toda calaña.
No estamos para apaños
y para simpatías
distantes y antagónicas.
No somos cocineros.
XXXI
Hemos diversificado desde la complejidad
mucho, muy mucho,
la experiencia ajena y mundana,
y nos hemos enfrentado
a las causas comunes y engarzadas
que otros disponen y disipan agriamente
ante sí, dentro de mi oponente muro.
No estamos listos
para una lid
que nos hace perder
la inflexión aburrida
de las cosas apestadas
que se suceden oscuramente
y por doquier.
No estamos en un sano juicio,
con la clarividencia estúpida y ofensiva de antaño.
Quizá nunca la hemos poseído.
Apretamos...
Todo lo que habéis leído aquí está hecho con amor, con mucho amor, el que fomentáis en mí, el que habéis multiplicado con vuestra ayuda anónima o significada, con vuestro ejemplo callado o resaltado, con vuestra manera de ser. ¡Por vosotros!
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