martes, 26 de agosto de 2008

Jover sueña, vuela y es feliz

Si a Jover hubiera que definirlo habría que mirar con tranquilidad esta exposición que ahora puedes recorrer espacial y espiritualmente. Su realidad, la de Juanjo, la de su quehacer, es esencia, pero una esencia fragmentada, comprometida con los sueños, con las esperanzas, en esa ficción que es celestial, que se viste de lila, que habla de opciones, que nos indica el tren y la hora a la que lo podemos tomar…

Luego él, Jover, nos deja “a nuestro libre albedrío”, como señala una y otra vez, para que pensemos cada uno lo que creamos menester. Es lo bueno de su arte, de sus cuadros, de sus inspiraciones, de lo que nos cuenta. Nos deja “a nuestro rollo”, a nuestro paso, a nuestro ritmo, nunca estridente.

Cuando miramos una de sus obras, podemos empezar por arriba, por abajo o por uno u otro costado. No hay orden, no a priori, o sí, pero debemos descubrirlo a nuestra manera, como decimos. Nos deja, en una oportunidad más, a nuestra voluntad.

Lo único que exige Juan José García Jover es que seamos nosotros mismos, con valentía, con fuerza, agudizando la experiencia que en cada jornada asoma por la ventana de un sol que ama tanto como a su tierra murciana. Juanjo es excepcional, y, como no podía ser de otro modo, también lo es su creación.

El espejo de la vida

La vida es a menudo un espejo, un espejo que rompemos y recomponemos en función de factores que tienen que ver con el Porvenir, con el azar, con la voluntad, con el esfuerzo, con la ilusión, etc. Jover aquí interviene a su manera y nos muestra una existencia y una naturaleza en ebullición con enormes e ingentes dosis de posibilidades.

Cuando nuestro artista recompone, lo hace extraordinariamente, a su manera, y no siempre ajusta las cosas en su sitio inicial. Así, no amoldándose, no solo rompe estilos sino que trata de enganchar con un destino hermoso e infinito que no siempre es fácil de descifrar. Tiene, en este sentido, una mirada entre perdida y emotivamente mudada en un particular callejón del gato, donde todo es, donde nada se presenta como se espera, donde el juego es tan permanente como estimulante.

Ahora abrimos las puertas, todas las puertas, y también las ventanas, para viajar por unos derroteros de amplitud de miras, las suyas y las nuestras, hoy, con él, con el artista más humano, libres de ataduras. Sed bienvenidos al mundo de los sueños, que son más realidad en esta muestra que en nuestras mayores figuraciones por lugares inhóspitos. Y con él, con el maestro Jover, también volemos y tratemos de ser felices. Juntos hallaremos una nueva fuente de sabiduría y de alegría. ¡Va por vosotros!

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