lunes, 6 de octubre de 2008
Dedicado a los que nos quedamos tan solos
El instante fue un instante, pero se hizo eterno, duradero en sus resultados, en la agonía que llevamos dentro, en la zozobra que nos invade, en ese aleteo detenido por unos demonios crueles en forma de sombra monstruosa. Fue de madrugada, con la Luna Lunera de fondo, con las estrellas ensangrentadas, con la ignominia de la soledad, con ese punto y final que agota. No te conocía, no sabía de tu belleza interior y exterior, ni lo sabré en un futuro que ya no existe para ti. Sale caro este destierro, del que brota sal y derrota, en el que la luz se agota y se extingue en sus besos, que nos pudieron bendecir, pero ya sabemos que no llegarán. Se juntaron factores engrandecidos por los demonios irreconocibles, y te fuiste en ese último viaje lleno de renuncias para todos. Ya no tendremos tu estampa, ni tu sonrisa, ni tu desparpajo, ni la voluntad ni la entrega de cuantos nos sentimos asamblea de amor y de cariño a perpetuidad. Huiste en un punto de la carretera, y ahora persigo un ideal que espero que nos encuentre civilizados. .... NOTA: Dedicado a Isabel, a aquellos que han muerto en la carretera, y también a aquellos que, vivos, nos quedamos tan solos.
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2 comentarios:
Aunque la sensación de soledad te nubla los sentidos, te parte el alma y te rompe la vida, no nos quedamos tan solos, porque los que nos han querido siempre nos acompañan, siempre permanecen ...
Estoy de acuerdo, querido anónimo. Gracias por acercarte a mis sentimientos. Un abrazo.
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